Huelva

De cómo el aire paró el ritmo en la tierra

  • Los controladores aéreos paralizaron España

El puente de las festividades de la Inmaculada y la Constitución de 2010 será recordado por muchos y por muchos años como aquel en el que miles de personas se quedaron tirados en un aeropuerto.  Españoles y extranjeros, niños y mayores, esperaban como agua de mayo aquella especie de acueducto festivo. Cinco días de vacaciones para poder hacer turismo o visitar parientes que se vieron truncados por la huelga salvaje de los controladores aéreos que comenzó en el aeropuerto de Santiago de Compostela el 28 de noviembre y terminó contagiándose a toda España. Los controladores sostenían que sus condiciones laborales habían ido empeorando progresivamente a golpe de decreto ley y que trabajaban en condiciones de tensión extrema, lo que ponía en riesgo la seguridad aérea. Cerca de un 90% de los técnicos abandonó sus puestos de control el 3 de diciembre, originando el caos en todos los aeropuertos españoles y también en los de los países vecinos, como Portugal, por lo que hubo además que clausurar el espacio aéreo. 

 

El Gobierno no estaba dispuesto a dejarse atropellar por lo que además consideraba un colectivo privilegiado y ordenó la militarización del espacio aéreo así como la intervención y la toma del control de las principales torres por parte del Ejército del Aire. El 4 de diciembre el Consejo de Ministros decretó, por primera vez desde que comenzara la democracia, el estado de alarma.

 

Pero no fue la única ocasión a lo largo del año en la que los cielos se vieron paralizados alterando gravemente el ritmo de Europa. El 14 de abril, el volcán islandés Eyjafjalla, que llevaba en erupción desde marzo, arrojó una gran cantidad de cenizas que se elevaron varios kilómetros en la atmósfera, lo que llevó al cierre del espacio aéreo en la mitad norte de Europa.

 

Fue una muestra de la enorme actividad que la corteza terrestre experimentaba y que ocasionó muchos miles de muertos en los numerosos terremotos que tuvieron lugar sobre todo en América del Sur.  Sólo en enero, Haití experimentó una sacudida que acabó con la vida de 316.000 personas y condenó al país a la más absoluta miseria. Pocos días después, en Chile, un terremoto causó 525 muertos y en abril 1.944 fallecieron en un movimiento sísmico en Quinghai, una provincia china.

 

En un auténtico terremoto deportivo se había convertido la selección española de fútbol, que en 2010 dio la mayor alegría que un combinado nacional puede dar a un país: llevarse la Copa del Mundo. De nuevo sirvió para aliviar algo el tenso ambiente que se vivía por la crisis y la reforma laboral, que desembocaría en la huelga general del 29 de septiembre.

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