la opinión invitada

Avispilla: una plaga anunciada

  • El 80% de los castañares de Málaga están afectados y hay pérdida de producción

Avispilla: una plaga anunciada

Avispilla: una plaga anunciada

Corría el año 2002 cuando en la región del Piamonte (Italia) aparecía por primera vez en Europa la que es considerada la peor plaga que pueden sufrir los castaños, la avispilla del castaño (Dryocosmus Kuriphilus). Llegó en las yemas sin brotar de castaños importados de China, de donde es originaria y donde no causa serios problemas al tener sus propios depredadores naturales.

Desde la Universidad de Torino se fueron a ver a los científicos japoneses que habían descubierto en China un depredador específico de la avispilla, el Torymus sinensis. A Japón había llegado la plaga en 1941 y, como EEUU, donde llegó en 1974, se combatió con los productos químicos conocidos entonces, incluso con el peligrosísimo DDT, sin resultados. Entonces pensaron en la lucha biológica, introdujeron al Torymus sinensis, lo liberaron en 1981 y cuando éste se reprodujo en cantidad suficiente empezó a controlar a la avispilla.

Piden que se autorice el 'Torymus sinensis' con Organismo de Control Biológico

En 2003 Italia importa los primeros Torymus sinensis y en 2005, hacen las primeras sueltas en campo, aunque hasta 2011 no consiguen ejemplares suficientes para las sueltas masivas. La avispilla llegó a Europa en 2002 y en diez años se expande por Francia, Suiza, Países Bálticos, etc. En 2012 aparece en España, concretamente en Cataluña y en un vivero de Granada, pasando a los castaños malagueños en 2014.

Desde el sector castañero andaluz (Plataforma Andaluza de la Castaña-COAG) y nacional (Red Estatal del Castaño), veníamos advirtiendo de que la llegada de la avispilla era cuestión de tiempo y que teníamos que estar preparados. Que éramos de los últimos en estar afectados y que podíamos aprender de los países de nuestro entorno que ya la estaban combatiendo.

Esa primavera de 2014, un socio de la cooperativa de castañas de Jubrique ve en un castañar del paraje natural del Juanar, en Ojén, las temidas agallas que produce la avispilla. Esa misma primavera se detecta en Galicia y en Portugal.

Alertadas las autoridades de Medio Ambiente y Sanidad Vegetal de Agricultura, se ponen en marcha los mecanismos para confirmar su presencia y acometer las medidas para luchar contra la plaga. Como medida de choque, la Delegación Provincial de Medio Ambiente, de la que depende el cultivo del castaño según la Ley Forestal Andaluza, acomete los trabajos de erradicación que la Directiva Europea 2006/464/CE establece, es decir: destrucción del material vegetal infestado. Al año siguiente la avispilla aparece en el Valle del Genal y Junquera. Se repite el remedio, se cortan unos 1.500 castaños afectados. Ningún país en Europa había seguido la Directiva, pero en Málaga sí. Desde COAG nos oponíamos por ineficaz. Afortunadamente la Directiva se derogó ese mismo año.

Finalmente, la Administración Andaluza se convence que la única alternativa es la lucha biológica con Torymus sinensis y se lo hace saber al Ministerio de Agricultura, responsable último de su autorización como OCB (Organismo de Control Biológico). Esa misma primavera ya había obtenido autorización del Ministerio para hacer "sueltas experimentales" de Torymus sinensis en los castaños de Ojén (unos 2.500 individuos).

El sector productor nacional le había manifestado al Ministerio que había que aprovechar la experiencia italiana y francesa, sus estudios sobre la posible afectación a la fauna autóctona, que eran negativos, y combatir la plaga con Torymus sinensis desde el principio, con una cantidad de suelta suficiente para poder minimizar los daños y con un costo menor. Pero la Dirección General de Sanidad Vegetal y Forestal optó por el cumplimiento estricto de la Ley de Biodiversidad y no avalar los estudios europeos cuyos resultados eran negativos, volviendo a estudiar lo ya estudiado.

En 2016, la plaga avanza inexorablemente por los castañares malagueños. Esta vez, las "sueltas experimentales" de Torymus aumentan hasta 17.000 individuos. Mientras, el Ministerio sigue estudiando, a través del Ifapa de Churriana en Málaga y de la Estación Fitopatológica de Areiro, en Pontevedra, los posibles daños de estas sueltas. En 2017, se une el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Conclusión de ese año: no se detecta desplazamiento de especies y es complicado estudiar su posible hibridación. El parasitismo autóctono que pueda combatir a la avispilla es del 20% mientras que la eficacia del Torymus sinensis llega al 80%.

En 2017, la plaga ha llegado al 80% de los castañares malagueños y empieza a notarse la pérdida de producción en árboles con tres años de infestación. Las "sueltas experimentales" aumentan a 30.000 individuos. No se puede cifrar la presencia de la avispilla: son millones de ejemplares.

Estas sueltas sólo sirven para "sembrar" el Torymus, pero a este ritmo necesitaremos muchos años para que se reproduzca en cantidad suficiente como para ser capaz de controlar a la avispilla. Mientras, el Ministerio sigue estudiando. Al sector, por supuesto, no le parece mal que se estudie, pero no nos parece de recibo que se juegue con nosotros por ser un sector minoritario dentro de la economía agrícola de este país. Comprenderíamos ese celo si España fuese responsable de la introducción en Europa de este organismo exótico, pero no lo es. Además, ya estamos soltando Torymus.

Toca hablar, de una vez, de poner en marcha el Plan de Contingencia contra la Avispilla, de autorizar el Torymus sinensis como Organismo de Control Biológico, de hacer sueltas en cantidad necesaria en las zonas afectadas que sirvan de tratamiento… Urge darse prisa, no dilatar más la decisión, para no arruinar a una población que vive en zonas desfavorecidas de montaña y para preservar los castañares españoles que, según la Directiva 92/43/CEE, son Hábitat Prioritario.

La mayoría de los castañeros no somos científicos, ni biólogos, ni ecologistas de salón… Somos agricultores que vemos cómo se arruinan nuestros castaños mientras los responsables políticos de autorizar la solución, que existe y se llama Torymus sinensis, la dilatan en el tiempo, contra toda lógica y sentido común, que de esto los castañeros sí tenemos.

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