Excedentes vitivinícolas en un año récord en producción

España, el principal productor mundial de un vino que no consume

  • Cada español no llega a beber ni 20 litros al año, un nivel parecido al del Reino Unido. Nuestro país queda muy lejos de los 47,7 litros de Francia o los 37 de Italia.

España ya es la primera productora mundial de vino, pero se está rezagando en el consumo hasta colocarse casi a la cola. Es el país con mayor superficie de viñedo plantado, lo que unido a las buenas condiciones climatológicas del pasado año elevaron la producción de vino hasta los 50 millones de hectolitros, un 41% más que en la campaña anterior.

Sin embargo, el consumo interno en España, que no llega ni a 20 litros por persona al año, figura en el puesto 18 de 23 en un ranking de consumo de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), lo que la coloca al mismo nivel que el Reino Unido, y muy por debajo, por ejemplo, de los 50,7 litros de Luxemburgo, los 47,7 de Francia, los 42,5 de Portugal o los 37,1 de Italia.

Todos ellos son países de producción menor y en el caso británico prácticamente inexistente.

Incluso Dinamarca, Suecia, Países Bajos, Bélgica, Austria y Alemania superan a también España, según esta lista.

Aunque el observatorio no lo apunta, este descenso continuo del consumo del vino en España se debe fundamentalmente a la sustitución por otras bebidas, sobre todo cerveza y, al hecho de que los jóvenes apenas lo tengan en cuenta.

También la crisis económica tiene parte de culpa en esta situación. Los hogares españoles reducen la demanda, aunque con mayor gasto. Lo cierto es que se consume menos vino, pero se bebe un producto mejor, de más calidad.

El consumo de vino en los hogares españoles presentaba unos precios medios de apenas algo más de los dos euros por litro. Los vinos sin denominación de origen, principal producto consumido con el 53% del volumen total, y los blancos repuntaron. Los vinos con denominación de origen acaparan el 47% del gasto.

Ante estos datos la exportación es una salida obligada para muchas bodegas, con mercados emergentes como los de China.

Sin embargo, la gran cantidad de excedentes de vino, sobre todo producido en comunidades como Castilla-La Mancha y Extremadura -donde ha sido tradicional una producción de viñedo con la vista más puesta en su quema o destilación como alcohol para diversos usos que en su consumo en hogares y restauración- ha llevado a buscar una solución de emergencia .

La pasada semana el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente llegaba a a un acuerdo con la mayoría de organizaciones representativas del sector, salvo UPA, para una destilación obligatoria de cerca de cuatro millones de hectolitros de vino (blanco y tinto) para usos industriales. Esta retirada no ha colmado los deseos de los viticultores, que esperaban una destilación de crisis con ayudas ministeriales, apoyo que no se ha concedido.

La ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, zanjó la cuestión de las posibles ayudas afirmando que "sería difícil de explicar un gasto de 80 millones de euros en la compra de cuatro millones de hectolitros de vino, y no solucionaría los problemas, como el propio sector reconoce".

El acuerdo cuenta con el apoyo de organizaciones representativas como Asaja, COAG, Cooperativas Agroalimentarias, el sector del mosto y de las alcoholeras. Ahora, el Gobierno promulgará una norma de comercialización que recoja esa destilación obligatoria, que consistirá en una retirada definitiva del mercado de la citada cantidad de vino, pero para destinarlo a usos industriales (sobre todo, biocarburantes).

Según UPA, las alcoholeras han indicado en el encuentro que para ellas no resultaría rentable destilar estas cantidades de vino en estas condiciones, por lo que deberían "pedir dinero" a las cooperativas para poder eliminar esos excedentes. Queda por desarrollar qué bodegas y cooperativas tendrá que llevar a cabo esta destilación obligatoria, que serán las que tengan existencias por encima de unos niveles a 31 de este mes de julio.

Andalucía no se ve afectada por estas medidas ya que casi toda la producción vitivinícola está protegida por denominaciones de origen, aunque tampoco se libra del fenómeno de la disminución del consumo.

Esta decisión ministerial se tomó tras varias reuniones con los representantes del sector vitivinícola. Y es que el mes de junio concluyó con un destacado retroceso en los precios en origen de los vinos a granel, tanto blancos como un tintos. El sector vive sus horas más bajas en regiones como Castilla-La Mancha o Extremadura, que soportan unos elevados stocks en puertas de la nueva vendimia, con fuertes retrocesos tanto para el vino blanco sin indicación geográfica como el tinto de mesa, del 5,56% y el 5,59%, respectivamente, lo que deja los precios en 2,38 y 2,87 euros por hectogrado, según los datos del Agricultura.

Por plazas de referencia, el vino blanco en salida de bodega y a granel ronda los 2,90 euros por hectogrado en Albacete; 2,44 en Ciudad Real; 2,69 en Cuenca y 2,44 en Toledo. En el caso del vino tinto común, se paga a 3,34 euros en Albacete; 2,18 en Ciudad Real; 2,61 en Murcia; 2,74 en Toledo y 1,94 euros por hectogrados en Valencia, según el Ministerio.

En Italia, la última semana de junio concluyó sin variaciones respecto a la anterior, con valores se mantienen en 3,03 euros por hectogrado para los vinos blancos de mesa y 3,81 euros para los tintos y rosados. Mientras tanto, Francia se muestra fuerte y los precios son superiores al año pasado a causa de una mejor disponibilidad de materia prima respecto a la campaña 2012-2013. Actualmente, las cotizaciones en origen rondan los 6,51 euros por grado y hectolitro en el caso de los tintos y rosados, y sobre los 7,69 euros para los blancos.

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