AGR Andalucía

Estándares Ecovalia, algo más que agricultura ecológica

  • Empresas que quieren ir más allá de las normas comunitarias y buscan un 'plus' medioambiental y social apuestan por un nuevo distintivo de calidad.

La normativa europea recoge los requisitos que debe cumplir un producto para adquirir la categoría de ecológico.

No obstante, a pesar de su amplitud y desarrollo, en áreas del sector se detectan necesidades que, por no estar incluidas en el ámbito de aplicación de la normativa europea o por necesidad de una mayor definición precisan de una estandarización a partir de la cual, homologar y reforzar el sector ecológico.

Con esta premisa, desde la Asociación de Valor Ecológico (Ecovalia) se ha decidido dar un paso más en la exigencia desarrollando estándares propios utilizando como base los requisitos del Reglamento Europeo sobre producción ecológica (nº 834/2007). Con las normas Ecovalia se pretende ofrecer a productores y empresas con certificación ecológica la posibilidad de contar con un distintivo superior que acredite el cumplimiento de requisitos sociales y ambientales y esta idea está siendo muy bien acogida por algunas firmas agroalimentarias muy significativas que se exigen a sí mismas un mayor compromiso ecológico y social.

En esta línea, aquellos operadores que quieran obtener la marca Ecovalia deberán asumir en su actividad medidas en el ámbito medioambiental, como la reducción de emisiones de C02, la gestión de los residuos y del agua o la utilización de energías renovables, entre otras actuaciones.

La empresa Flor de Doñana, ubicada en Almonte (Huelva) y con más de 15 años dedicada exclusivamente al cultivo ecológico, ha sido una de las compañías andaluzas en llevar a cabo experiencias piloto con la nueva marca. "Combinamos técnicas antiguas con modernas y tenemos en cuenta cuestiones como la gestión de los residuos o del agua de riego. Somos conscientes de que la protección de la biodiversidad es una meta a la hora de hacer producción ecológica, además de ofrecer al consumidor productos sanos", explica Juan María Rodríguez Borrego, gerente de Flor de Doñana.

En la misma línea están trabajando desde hace tiempo en la cooperativa Sierra de Génave, pioneros en la apuesta del conseguir el 100% de su producción en aceite ecológico y toda ella se vende envasada.

"Se trata de ir un paso más allá, como el tratamiento de los residuos o el uso responsable de la energía", comenta Adolfo Sánchez Lozano, presidente de la cooperativa. Pone como ejemplo del trabajo desarrollado y que les ha llevado a apostar por los estándares el haber conseguido que "lo que antes era un residuo, como el alperujo, ahora es un subproducto aprovechable", añade.

Ahora también se apuesta por el oleoturismo, otro aprovechamiento económico y social de esta cooperativa enclavada en el Parque Natural de la Sierra de Segura y que vende aceite ecológico tanto a China como a Estados Unidos entre otros países.

Un objetivo ambicioso

Con el desarrollo de estas normas, se persigue que las organizaciones que se encuentran certificadas en producción ecológica alcancen la excelencia y resulten ejemplares, conociendo y considerando su entorno social y ambiental, actuando de manera ética y transparente, asumiendo su rol de motores del desarrollo sostenible en sus lugares de implantación y aprovechando la ventaja competitiva basada en el compromiso con la sociedad y el medio ambiente.

De esta forma, las normas complementan el valor ecológico con valores y principios adicionales en los ámbitos social y ambiental. y los requisitos sociales recogidos hacen referencia a elementos internos y externos a la empresa.

Por un lado, se encuentra el personal que trabaja en la organización, y por otro el territorio en el que se integra la entidad. Estos requisitos se centran en el estricto cumplimiento de la normativa existente, en velar porque se respeten los derechos humanos, sociales y laborales en el lugar en el que se lleva a cabo la actividad, participando y fomentando también el desarrollo de su entorno.

Los requisitos ambientales tienen como punto de partida conocer y valorar la incidencia de la organización en los diferentes aspectos que pueden generar impactos en el medio ambiente. En función de ello, la empresa es la que decide y pone en marcha acciones para reducir (o maximizar) los impactos negativos (o positivos) que tiene en su entorno, desde la perspectiva de los envases y embalajes, el transporte, la energía, la gestión de los residuos y la gestión del agua. En estos ámbitos se contemplan los principios de reducción, reutilización y reciclado y la evolución de los procesos de la organización hacia un menor impacto ambiental.

En los últimos meses Ecovalia ha venido presentando a los distintos sectores de producción estos estándares de excelencia en diversas reuniones y eventos.

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