Pedro Parias

Planificación urgente contra las especies invasivas

Los regantes andaluces piden a las administraciones que actúen urgentemente

Tres especies exóticas invasivas están realizando estragos en la cuenca del Guadalquivir, provocando una profunda afección sobre la actividad económica del regadío y sobre el medio ambiente, ante la cual las administraciones -todas- no están reaccionando con la suficiente celeridad y con la contundencia que sí estamos viendo en otras cuencas, como la del Ebro.

Llama la atención que, mientras se derrocha el dinero en informes medioambientales de dudosa utilidad, como los que se hicieron con ocasión de la Breña II, alguno de lo más peregrino como la libélula oxigastra curisii, las hormigas o los murciélagos, las administraciones con competencia en nuestras cuencas estén tardando tanto en articular un plan coordinado para la prevención y erradicación de estas especies invasivas que vienen de fuera y que se están cargando la biodiversidad de la fauna y flora autóctona andaluza.

Entre los efectos medioambientales constatados científicamente por la introducción en habitas extraños de especies exóticas invasoras, se incluyen la depredación sobre las especies nativas, los desplazamientos de especies autóctonas, la transmisión de enfermedades o las alteraciones del patrimonio genético como consecuencia de la hibridación. Y si el efecto sobre la biodiversidad es grave, su impacto económico no es menor, pues a los costes derivados de su control o erradicación, hay que sumar frecuentemente su impacto sobre los infraestructuras hidráulicas de los sistemas de distribución de agua de los abastecimientos, regadíos e industrias, acompañado a veces de repercusiones sanitarias de gravísimas consecuencias.

En las cuencas andaluzas los regantes llevamos años comprobando los efectos devastadores de estas especies y concretamente de tres que constituyen ejemplos paradigmáticos de estos efectos: los briozoos, organismo colonial que está obturando los filtros y redes de riego en muchas zonas del Guadalquivir; el mejillón cebra, que está causando estragos en todo el río Genil desde el embalse de Bermejales en Granada hasta el de Cordobilla en Córdoba; y la almeja asiática, que está afectando a muchas zonas andaluzas, tanto del Guadalquivir como de la Demarcación Tinto-Odiel-Piedras. Asimismo, se teme con gran inquietud la llegada de una cuarta especie que está causando estragos en otras cuencas españolas: el caracol manzana.

Los briozoos, del género plumatella, son organismos coloniales de pequeño tamaño. En un primer estudio, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir ha identificado 17 puntos de presencia de estos invertebrados, que se concentran en estaciones de riego con de balsa de regulación, estación de microfiltrado y riego por goteo. En aquellos lugares donde los sistemas de riego son en superficie, por anegación o mediante canales, la presencia de briozoos no ha sido tan evidente. Lo peor de estos organismos es que, gracias a sus formas de resistencia (estatoblastos), poseen una asombrosa capacidad de dispersión y de colonización. Dichas formas de resistencia son capaces de soportar hasta un fenómeno de explosión nuclear y pueden permanecer en dicha forma durante miles de años, no desarrollándose hasta encontrar las condiciones favorables para ello. Por lo poco que sabemos, se desarrollan con poca velocidad de agua y luz, y alto contenido en materia orgánica, lo que está directamente asociado a la falta de depuración de las aguas residuales urbanas en municipios rurales, ya sea su por falta o por inadecuada depuración de las mismas, como ocurre en el río Genil "aguas abajo" de Écija o el Guadalquivir "aguas abajo" de Andújar.

Por su parte, el mejillón cebra, dreissena polymorpha; originario de los mares Caspio y Negro, es un molusco bivalvo que tiene un comportamiento fuertemente invasor, y viene expandiéndose desde hace más de dos siglos hacia regiones muy distantes de sus áreas de origen. En el caso español, el mejillón cebra se detectó en la cuenca del Llobregat durante la década de los 80 del siglo XX y desapareció tras unas crecidas. En 2001 apareció en el tramo bajo del río Ebro y a partir de 2005, empezó a extenderse a las cuencas de Júcar y Segura, llegando recientemente y por desgracia a Andalucía.

Finalmente, la almeja asiática, curbicula fluminea, es una especie exótica invasora procedente de Asia. La morfología de esta especie es similar a la de un berberecho. Este bivalvo puede alcanzar los cincuenta milímetros, tiene un color pardo verdoso y presenta unos pliegues salientes concéntricos sobre su concha. Entre las posibles causas de su presencia en el Guadalquivir, como en el caso del mejillón cebra, destaca el uso de embarcaciones ligadas a la pesca deportiva o navegación.

Además de su daño al ecosistema, estas especies producen también un daño muy importante a la economía del regadío, dado que su afección es mayor en los equipos de riego de zonas modernizadas, donde colmata los filtrados y tuberías e incluso, más grave, obtura las costosas tuberías portagoteros, en las que han invertido los regantes para hacer un uso eficiente del agua. Es decir, su impacto es especialmente grave en el regadío más eficiente y competitivo.

De ahí la necesidad de que las administraciones con competencia en las cuencas andaluzas, y particularmente la Junta de Andalucía y las confederaciones del Guadalquivir y del Guadiana diseñen y pongan en marcha urgentemente un Plan de Prevención y Erradicación de Especies Exóticas, que permita hacer frente a la gravedad de la situación. Ese plan ya está en marcha en el Ebro, con una fuerte dedicación de recursos, y ya tendría al menos que estar diseñándose en Andalucía. Desgraciadamente, no es así.

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