La empresaria vitivinícola Veriça Wissel lleva años trece años al frente de Bodegas Ánfora Enix, una firma que no deja de cosechar éxitos gracias a la calidad de sus vinos. Entre sus mayores logros está la consecución de la medalla de plata de AWC Viena 2009 o la de oro en el consurso de Bruselas.

-¿Cuándo comenzó a introducirse en el mundo de la viticultura?

-A principios de 1996 cuando llegué a Almería, encontramos un terreno idóneo para producir vinos en Enix. Estuve segura desde el primer momento que este lugar era idóneo para plantar viñedos y producir vinos extraordinarios y diferentes y me mantuve fuerte aún cuando no todas las voces de mi entorno me animaban. Nunca dejé que alguien o algo me hiciera renunciar a la visión que tuve. Quería tener todo en uno, mar y montaña… frío y calor, playa y plantas aromáticas, y claro, quería ser feliz trabajando en lo que me propuse.

-Tuvo una buena visión de negocio, dados los resultados...

-Yo conozco bien los vinos de La Rioja y de la Ribera del Duero, pero quería hacer algo nuevo, vinos con unas característica diferentes, con aromas muy definidos y que en la boca pudieran expresar claramente las variedades de que estaban compuestos. Vinos singulares y diferentes. Y en esta zona de España lo hemos conseguido.

-¿Cómo fueron los inicios?

-En mi mente ya probaba el vino que elaboraría, aún cuando quedaban cuatro años para poder probar las primeras gotas de nuestros vinos. Si echo una mirada al pasado, recuerdo muchos momentos que fueron difíciles para mí. Pero a mi me gusta más recordar los momentos felices. La construcción de la bodega y la preparación de las tierras para una perfecta situación del viñedo. La propia plantación fue una época llena de alegrías cuando imaginabas que aquellas diminutas plantitas, un día te darían un maravilloso fruto. Fue un mundo nuevo y un tiempo mágico para mí.

-¿Cuáles han sido los obstáculos que se ha ido encontrando?

-Fueron muchos. El peor, quizá, fue encontrar el equilibrio con el clima y aprovecharlo a nuestro favor. Hubo años con muy poca agua, años cuando vi la nieve en Enix por primera vez y me quedé helada. No lo podía creer. También recuerdo veranos tan calurosos que deseaba que llegara la noche y el aire repescara las viñas. Cuando vi algunas hojas secas de las plantas en la mitad del verano, me pregunté varias veces si me había equivocado. Llegué a no desear continuar con el proyecto. Fueron muchos momentos significativos para mí. Aunque los momentos malos no los recuerdo como tales. Soy de la gente positiva que ven la copa siempre medio llena y no medio vacía.

-¿Tiene en mente nuevos productos o proyectos?

-Siempre me gusta catar de distintas barricas y añadas para ver su evolución. Y, por supuesto, hacer coupages para tratar de encontrar la posibilidad de elaborar otro vino diferente. Pero respondiendo a tu pregunta, sí, un nuevo vino saldrá al mercado en el próximo mes de marzo. Su nombre es Damaris, elaborado con syrah puro 100%. Su nombre es un homenaje al mar. Además de esto, estamos haciendo ensayos. Deseo tener el mejor vino dulce de uvas blancas. Espero que ese haga realidad.

-Después de todos los premios que ha cosechado, ¿qué le queda por hacer?

-La mayor satisfacción para mi es hacer cada año la vendimia y las primeras pruebas de los vinos, aún cuando las medallas tienen para mí una gran importancia, porque estos reconocimientos a la calidad me indican que voy por buen camino y debo seguir luchando para hacerlos mejor todavía. Cada medalla es un triunfo para Finca Ánfora pero también para la zona donde está ubicada. Cuando empecé nadie conocía Almería como zona vitivinícola. Ahora sí, en el último Awc Viena 2009 (el mayor concurso internacional) fuimos la única bodega española que consiguió tres estrellas como mejor bodega del mundo junto con otras 12 bodegas. Además de otorgarnos cinco Medallas de oro y tres de plata. Esto es algo muy importante.