Almería

Los Albaricoques hacen historia 'Por un puñado de dólares'

  • Manuel Hernández sólo era un crío cuando el equipo de Sergio Leone llegó a Los Albaricoques para rodar la película 'Por un puñado de dólares' · Posee réplicas de las pistolas y el reloj de Clint Eastwood

Cuando Sergio Leone viajó a Almería en el año 1964 con la intención de rodar Por un puñado de dólares no se imaginaba que, 44 años después, sería recordado como el creador de una de las obras maestras del Western más grandes que se han visto en la historia del cine.

Todavía quedan muchas anécdotas que contar en el poblado de Los Albaricoques, escenario donde se rodaron algunas de las escenas más conocidas del film.

Durante aquellos años la gente se ganaba la vida trabajando en el campo. El rodaje de la película dio mucho dinero al pueblo y a las viudas de aquellos trabajadores que se ganaban la vida en el interior de las minas. El propietario del restaurante Alba, Manuel Hernández, cuenta cómo vivió aquella experiencia; sólo tenía siete años de edad. "Los hombres trabajaban en las minas de Rodalquilar. Caían como chinches porque desconocían el peligro. Leone respetó el luto de aquellas mujeres que perdieron a sus maridos. De hecho, no tuvo que preocuparse de elegir vestuario. En la película salen exactamente igual que como vestían a diario. A mi me pagaban un dinerillo por dejarles a mi burra. Cobraba en un día lo que ganaba mi padre sudando la gota gorda durante todo el mes", recuerda.

El equipo de Leone estuvo trabajando en el poblado durante cinco largos años. Como en Almería no existía un lugar donde revelaban las películas, tenían que viajar todas las noches a Madrid para darle el visto bueno a las escenas. Leone era un hombre muy perfeccionista y no se conformaba con cualquier cosa. "Me sorprendía su forma de trabajar. Se fijaba hasta en el más mínimo detalle. El se encargaba de cortar los cigarros a la medida que quería. De hecho no se ve un cigarrillo largo en toda la película. Los planos cortos, las miradas de los actores, la música… todo estaba perfectamente estudiado. Primero mostraba los planos medios de los rostros. Eran tan cerrados que cortaban al personaje desde la boca hasta las cejas; algo nunca visto hasta entonces", cuenta.

Cuando no existían ni Campo Hermoso ni San Isidro Clint Eastwood era un joven desconocido en la gran pantalla y daba sus primeros pasos en el cine Western. Hizo algunos papeles de segunda pero nunca se había puesto un sombrero y unas botas para representar a un vaquero del Oeste americano. "Almería fue el trampolín de la carrera del actor. Leone apostó por él y dio en el clavo. Sin menospreciar la interpretación de Gian María Volonté (El Indio) quien, para mi gusto, realizó un papel superior al de Eastwood", dice.

Cuentan los testigos que Leone llegó a pedir dinero al pueblo. No tenía mucho presupuesto y, de hecho, dispuso de un pequeño préstamo para poder terminarla.

La gente se apilaba en la puerta del Ayuntamiento para recibir sus indumentarias. Cuando acababa el día, hacían lo mismo para cobrar. "Nos vestíamos en la casa del alcalde. Allí estaba mi madre y algunos vecinos que aparecieron en la película. Gracias a Leone todavía podemos verlos. La entrada al poblado de Aguas calientes, el cortijo de las Heras o el espacio circular donde se rodó la escena final permanecen intactos. Cada año vienen numerosas personas procedentes de todo el mundo para recordar aquellas escenas que, al igual que a nosotros, marcaron una infancia".

Las anécdotas se sucedieron una tras otra. No habían efectos especiales y a más de uno casi le cuesta un disgusto. "Sé que hubo más de un accidente, pero gracias a Dios no sucedió nada grave. Ocurrió algo que si llamó mi atención. Durante una de las secuencias finales aparece un carro repleto de muertos. Los apilaban unos encima de los otros. El caso es que uno de los figurantes se desmayó y cuando terminó la escena tuvieron que reanimarlo, porque estuvo a punto de morir asfixiado".

Manuel guarda en el restaurante réplicas idénticas de las pistolas que salieron en la película. "Mentiría si dijese que son las mismas que utilizó Eastwood. No quiero hacer negocio con algo que no es cierto. La foto que aparece en el reloj de cuerda si es la misma. Las pistolas las consegí gracias a un amigo. Cuando cayeron en mis manos un coleccionista me dijo que una era incluso más atigua que las que se utilizaban en la época".

Los años han pasado y el escenario se mantiene intacto. Unas tierras que marcaron la etapa de oro del cine en Almería y que fueron olvidadas de un día para otro. Sólo queda esperar a que llegue Tarantino, el único capaz de resucitar esta tierra y seguir los pasos del gran maestro Sergio Leone.

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