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Calle San Ildefonso (I)

  • Barrio obrero. El paraje del Reducto -extenso erial entre el Cuartel de la Misericordia y la Alcazaba- se pobló a mediados del s.XIX con 16 manzanas de modestas viviendas, "de puerta y ventana"

Reducto, a los pies de la Alcazaba.

Reducto, a los pies de la Alcazaba. / Colección Narciso Campra Espinar

Sueño blanco, de cal y agua…

De cal y agua,

Al arquitecto municipal Joaquín Cabrera se debe el inicial proyecto urbanizador del Reducto

más blanco todavía

yo te soñaba, Almería

Suspendotemporalmente las colaboraciones dominicales en Diario de Almería para dedicarme a un ilusionante proyecto en esta cabecera del Grupo Joly que cumple una década de presencia en los kioscos. Un paréntesis en la serie sobre calles y espacios capitalinos, iniciada en septiembre de 2016 con el primer capítulo de los 16 dedicados a Puerta de Purchena y continuada en el Paseo (12), Real de la Cárcel (2), Rambla (8), Reyes Católicos (3), Arráez (7), Lope de Vega (3), Mercado de Abastos (4), Ciudad de los Muertos (2), Estatua de la Caridad (2) y Talleres Oliveros. Pero antes del parón me queda por publicar la de san Ildefonso y reivindicar -por enésima vez- a una paisana singular y admirada a la que aprendí a amar tras adentrarme en su vida y obra: la literata y benefactora de la Humanidad, María Pérez Enciso "María Enciso". Sentimiento que en lo posible quisiera transmitir a ustedes, especialmente al colectivo femenino inclinado a las Letras (escritoras y lectoras) de quien -quizás por desconocimiento del personaje- no he escuchado frase alguna de reconocimiento. La siguiente entrega la dedicaré a glosar su biografía, aunque, como avance, valgan las líneas escritas en su momento con dolor y rabia:

"El 13 de enero de 2012 el Ayuntamiento, a instancia de la AA.VV. Casco Histórico, descubrió una cerámica-laudatoria en el nº 27 de la calle san Ildefonso, en la reformada casa donde nació. Pues bien, de boca de un incalificable concejal salió una frase más propia del régimen fascista que del sistema democrático que nos concedimos los españoles: "Ya está bien de ponerle placas a los rojos". Aún en activo, me resisto a dar su nombre. Por ahora.

EL REDUCTO

Además de una calle con dicha denominación, el Reducto se extendía formando triángulo desde el acuartelamiento de La Misericordia y plaza de san Antón hasta la Alcazaba. Limitado por las calles Cuartel (General Luque), Encuentro y rambla de Maromeros (La Chanca), tomó su nombre del baluarte (reducto) artillado para la defensa de la fortaleza y vecindario próximo ante ataques marítimos; añadida a las baterías del Saliente, Reyes y una más en el tercer recinto del amurallamiento. La gestación y desarrollo del populoso barrio almeriense es posible seguirla paso a paso merced a la profusa documentación generada (depositada en el Archivo Municipal), Gaceta de Madrid, Boletín de la Provincia y en el completo capítulo dedicado por Emilio A. Villanueva en su libro de referencia, "Urbanismo y Arquitectura en la Almería Moderna (1780-1936)

La defensa se mantuvo en pie hasta el derribo de las murallas mediado el s.XIX, en la que cayó en desuso al perder su valor estratégico. El solar pasó a propiedad definitiva del Municipio después de frustrados intentos ante el Ministerio de la Guerra, resueltos finalmente por un R.D. de marzo de 1859 que autorizaba la construcción "al exterior de las plazas fuertes y castillos que hayan sido abandonados". Tal decreto permitió el ensanche de nuestro enclave, La Chanca y Almadrabillas. El primer expediente "para la construcción de edificios en el sitio del Reducto" señalaba en 1865 que el monte comunal despoblado "estuvo ocupado por un antiguo barrio, el cual desapareció por hundimiento en uno de los terremotos que tan frecuentes son en este pais". No especifica fecha del seísmo en cuestión, pero sí que "algunos edificaron en aquel erial viviendas de escaso valor, sin más trabas en su emplazamiento que los que imponía su propio capricho", con direcciones asimétricas en los ejes viarios hacia La Misericordia. La del Encuentro fue la primera en plasmarse en el lienzo urbano, siguiéndolas las del Sereno, Duda, Amparo y Medalla; ya contempladas en el plano de Pérez de Rozas en 1864.

El interés del Ayuntamiento para hacer posible el proyecto era doble: dar repuesta a la demanda de viviendas, sin restarle terreno a la Vega, de un censo creciente: entre las decenas 6ª y 8ª de la centuria la población aumentó de 29 a 36 mil habitantes. La segunda y determinante razón fue la venta de terrenos a particulares, lo que sumado a las plusvalías generadas les suponía una sustanciosa fuente de ingresos a las arcas públicas. Es ahora (1865) cuando toma cuerpo el plan del arquitecto municipal Joaquín Cabrera, sobre una despejada parcela de 41.700 m/2. En sus 10 amplias calles se edificaron 16 grupos o manzanas de viviendas modestas, de las llamadas "de puerta y ventana". De 49 a 60 m/2 edificados, constaban de 2-3 habitaciones y al fondo el patio semi techado, al que adosaban cocina y retrete. La justificación en la memoria del proyecto se nos antoja redactada por juntas de beneficencia y caridad:

"Las casas serán de pequeña importancia, habitadas por infelices jornaleros. Los que por no poder pagar un alquiler mensual de 40 reales de término medio que se abona por esta clase de viviendas, viven hacinados en la calle a primeras horas de la noche en verano y durante el dìa en invierno, desahogo que les falta en el interior de sus míseras viviendas".

DE LOS COLORAOS

AL OBISPO OBERÁ

Escasamente contemplados en la historiografía local, del tradicional barrio cabe señalar tres dispares sucedidos en que el extenso paraje deshabitado fue protagonista: en el último tercio del XVIII por aquí ascendía un popular víacrucis procedente del Sagrario de la Catedral, documentado en su momento y reiterado al restaurarse en la calle Soto (Almedina) una de estas cruces devocionales. En el segundo caso, en agosto de 1824 el Reducto sería testigo de un hecho luctuoso: las carreras de baquetas y el fusilamiento -de rodillas y por las espaldas- de los primeros 22 "mártires de la libertad" apresados por las fuerzas realistas de Fernando VII tras el desembarco de Los Coloraos. Sus cuerpos fueron recogidos por frailes franciscanos -personalizados en uno apellidado Perceval- y depositados en una zanja abierta en el cementerio parroquial colindante a la cercana iglesia de san Juan.

El tercero tiene como actor principal al obispo José Mª Orberá Carrión (1827-1886). En julio de 1876 solicitó al Ayuntamiento un solar en el Llano del Reducto, "sano y ventilado, de 72 metros por cada lado; a un precio lo más económico posible en atención al fin benéfico al que se destina". Este era la fundación de un colegio "donde las niñas pobres reciban una instrucción cristiana y enteramente gratuita". El Municipio tasó en cincuenta céntimos el m/2 (6.279 en total), muy por debajo del precio de mercado. No obstante, el prelado de origen valenciano renunció a la operación ya que un lustro después adquirió otro terreno en la calle Calderón (hoy rambla Obispo Orberá), en el que levantó de nueva planta el convento-colegio de la Compañía de María (según diseño del arquitecto Enrique López Rull) para hijas de familias pudientes. Como escribiera Tapia Garrido, una vez más los ricos les ganaron la partida a los pobres.

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