Almería

Histórico y triunfal festival taurino con plaza llena en Chirivel

  • La tauromaquia de los últimos 25 años resumidos con la presencia y éxito de Ortega Cano, Ojeda y Espartaco

Demostraron todo lo que llevan dentro: afición, torería, sabiduría y personalidad. Por algo han sido figuras del toreo cada uno con su estilo y concepto. Por algo han mandado en la época que les tocó vivir vestidos de luces. Pero si hay un triunfador, por los tiempos que corren, ese es el almeriense José Gabriel Olivencia: por "atreverse" a elaborar tan impresionante cartel y que ninguno de los anunciados se cayera, por llevar la fiesta a lugar que merezca por muy lejano que esté de la capital y, fundamentalmente, por ser un especialista en llevar gente a la plaza para llenarla. Sinceramente, enhorabuena.

Los toros de la cuestinada ganadería de Juan Pedro por su últimos petardos en plazas de primera, embistieron como pocas veces.

A Manzanares se le notó, pese al temple, que está en vía de poner su cuadra a punto.

Ortega Cano, que intenta seguir en activo, demostró excelencia con el capote, clasicismo profundo y mimo con la muleta en un compendio que fue una autentica filigrana para los sentidos.

El sanluqueño Ojeda, que hay que buscar en los anales desde que se retiró de los ruedos para encontrar una fecha que se haya vestido de corto, mantiene su quietud, el engarce de pases ligados aderezados con su personalísimo empaque que ha aportado al toreo de hoy el inverosímil terreno que pisa.

Espartaco, que se anuncia próximamente en Nimes de luces para matar el gusanillo, esta en plena forma de sitio, sabiduría, desparpajo, simpatía y conexión con las gradas.

Olivencia, con el novillo de más caja, estuvo pinturero y con momento de "crujío". Muy suelto de brazo con el capote, llevando las embestidas de su enemigo con mando muy largo. Supo conectar con el público con desplantes ante la frialdad al buen torero que se estaba ejecutando.

El sevillano Paco Corpas le tocó el peor novillo si exceptuamos el mansísimo primer novillo de Espartaco. Mostró elegancia y buenas formas.

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