Crónicas desde la ciudad

Listín de médicos (I)PESTE NEGRA

  • Durante la Regencia de María Cristina, y al amparo del R. D. publicado en la Gaceta de Madrid el 15 abril de 1898, se crearon en España los Colegios Oficiales de Médicos, incluido el de Almería

CADA año, el oficial Mayor del Colegio de Médicos, Juan Gómez, nos proporcionaba a los delegados de la industria Farmacéutica un listín de los médicos en activo de la capital y provincia, herramienta básica en nuestra tarea cotidiana (nombres y apellidos, especialidad, domicilio, pueblo). Del archivo colegial con el que se elaboraban estos listines, Porfirio Marín Martínez, médico igualmente y autor de interesantes trabajos como el dedicado al Preventorio Antituberculoso "Niño Jesús" (chalet de Batlles, hoy sede de la Alcaldía), obtuvo la información necesaria para confeccionar un volumen imprescindible para el conocimiento global del sistema sanitario provincial: "El Colegio de Médicos de Almería en su Centenario, 1901-2001".

El siglo XIX, singularmente convulso en la Historia de España, concluyó con pareja pesadumbre a la apuntada en sus inicios. El Real Decreto de 15 de abril por el que se creaban los Colegios Oficiales de Médicos -y el de Farmacéuticos- lo firmó la reina Regente durante el gobierno de Sagasta, a instancia del ministro Trinitario Ruiz, a un mes vista del hundimiento del acorazado norteamericano "Maine" y días antes de la declaración formal de guerra por los EE.UU. Conflicto que puso fin a la presencia colonial de España en el continente americano tras la pérdida de Cuba y Filipinas. Decididamente, 1898 fue un año nefasto.

Desde su fundación a octubre de 2001 (centuria historiada) se contabilizan 4.420 médicos/as colegiados y 1.701 en activo ese año; en el conjunto de la provincia ejercen actualmente un total de 2.050. Baldomero García Blanes es el núm. 1 de los inscritos.; mientras que en Consuelo Rodríguez Rienda (dada de alta en 1933) recae el honor de ser la primera mujer colegiada, a la que en plena guerra incivil (1938) siguió Milagros Rivera Tovar.

Entre los datos aportados vemos que posterior a las viviendas particulares en que se reunían las primeras directivas o, provisionalmente, en el Instituto de Bachillerato (Escuela de Artes) y Círculo Mercantil del Paseo y glorieta de San Pedro, tres son los domicilios sociales de la corporación médica almeriense:

-Conde Ofalia, nº 5. 1925, sede compartida con el Colegio Oficial de Farmacéuticos.

-Dr. Gómez Ulla, nº 2 (antes Conde Ofalia o del Teatro; hoy edif. Banesto). Febrero, 1928; junto al Colegio de Farmacéuticos y Veterinarios.

-Gerona, nº 11. Desde abril de 1969.

Y dieciocho sus presidentes:

Baldomero García Blanes

Eduardo Pérez Ibáñez

Antonio Fernández Palacios

Manuel Marín Amat

Eduardo Pérez Cano

Miguel García Algarra

Juan Antonio Martínez Limones

Gonzalo Ferry Fernández

Antonio Villaespesa Quintana

José Cordero Soroa

Cristóbal López Rodríguez

Carlos Palanca La-Chica

Jacinto Escudero Pérez

Eusebio Álvaro Míguez

Francisco Pérez Company

Ramón Martos Ferres

Francisco Ortega Viñolo y (actual)

Francisco Martínez Amo

Cada uno de ellos subsidiario de una semblanza biográfica propia (de hecho alguno la tiene escrita), pero no es intención de esta crónica al entender que lo ideal sería recopilarlos en un soporte específico único. Sólo significaremos, por la injusta situación personal derivada del ejercicio de su cargo, el caso de Gonzalo Ferry Fernández (1936-1938); depurado y condenado a doce años de prisión por los tribunales franquistas, acusado de un delito de "Auxilio a la Rebelión" en unión de otros miembros de la directiva colegial. Y más trágico aún, en el extremo ideológico opuesto, con resultado de muerte:

-Juan Manuel Gámez Cabo, de Galera (Granada); pozo Cantavieja, Tahal

-Bartolomé Flores Torres, de Mojácar; en Ríos Aguas

-Enrique Enciso Gallurt y Diego Flores Flores, en el Campo de Trabajo de Turón (Granada). Doloroso listado al que debemos sumar: Juan Banquero, Salazar, Hortensio Fernández, Antonio Rivera Fernández y Francisco Casanova Sos

Aben Ibn Játima

Porfirio Marín dedica su capítulo introductorio a la figura de Abu Yafar Ahmed Benalí Ben Mohamed Benjátima -coloquial y abreviadamente, Ibn Aben Játima-, de quien según la bibliografía manejada afirma, y está en lo cierto, ser el médico (debidamente documentado) de mayor fama y trascendencia de Almería en el Medievo. Tapia Garrido añade otros nombres en los primeros siglos de la dominación musulmana: Ibn Saraf, Obeidala Al-Ándalus, Ibn Thofeil y Giafar Al-Belbas.

Pese a que existen aparentes desajustes entre los gentilicios familiares, nuestro biografiado se corresponde con el muy citado en la historiografía nazarita -contemporánea a su persona y hoy debidamente traducida- Ibn Játima de Almería: asceta, historiador y un claro exponente de la poesía arábigoandaluza del siglo XIV.

Es un sabio al que todos piden consejo; conocedor de todas las ramas del saber, polifacético en su ciencia, de inteligencia aguda, justo en sus opiniones y penetrante en sus juicios. Frecuenta las reuniones de los intelectuales y se distingue por su buena escritura, su buen carácter y su facilidad para improvisar versos. Es la belleza de las bellezas de Al-Andalus. Escribió en prosa y en verso y escogió el más alto grado en la vida religiosa…

Nacido en un indeterminado año de comienzos del XIV, falleció, al parecer, en 1369 (año 770 del calendario musulmán), siendo enterrado en el arrabal de al-Hawd (La Chanca). De sus cualidades lingüísticas y literarias dan fe libros de marcado interés: "La supremacía de Almería sobre otras ciudades de al-Andalus (de esta maziyyat al-Mariyya, en la que también se detalla el asedio en 1309 de Jaime II, no se conserva ningún ejemplar), "Dïwän" (traducido por Soledad Gibert), antología de poesías; otro en prosa rimada sobre los enamorados y el manuscrito "Tratado sobre la Peste", en el que describe con precisión el perfil urbano de la Almería islámica. El nombre de Aben Játima distingue hoy un aula de docencia del Colegio de la calle Gerona.

Peste Negra

La peste negra o bubónica es una enfermedad infectocontagiosa de extremada morbilidad y mortalidad causada por el bacilo yersinia pestis. En 1348 la pandemia originaria de Asia alcanzó en Europa su máxima virulencia, calculándose las víctimas cobradas en un tercio de la población total. El Levante español y Almería en especial sufrieron sus efectos devastadores -de junio a febrero de 1349-, con mayor saña, como siempre, en los barrios más pobres y deprimidos de la Musalla, a los pies del cerro de San Cristóbal. Aben Játima lo justifica por la topografía costera de la ciudad y "los vientos del sur que soplan libremente". Para su prevención y tratamiento tiene en cuenta las enseñanzas de Avicena y del cordobés Averroes; recomendando la ingesta de plantas medicinales, la tan socorrida práctica de sangrías ("se da salida a la sangre en el sitio donde el paciente sienta más agudo el dolor") y consejos de orden psicológico:

"Es conveniente crear un clima de alegría, serenidad, recreo, esperanza… Buscar sociedad amable y agradable, leer libros entretenidos de historia… No hablar mal de terceras personas. Evitar el ánimo triste, las excitaciones, la ira, la cólera, el miedo, el espanto "… ¡Y a esperar que Alá sea Misericordioso!

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