Almería

¿Y si Pacheco tenía razón?

  • La frase del exalcalde de Jerez adquiere todo su significado al referirse al hotel de Carboneras El embrollo judicial puede durar aún muchos años

El año que viene se cumplirán tres décadas de una de las frases que ha marcado cualquier crítica que se quiera poner sobre la mesa a la hora de analizar la situación de la Justicia en España. Es casi imposible que un análisis resista la tentación de pronunciarla. Era el año 1985. La Sala de lo Contencioso Administrativo de la Audiencia Provincial de Cádiz anulaba la demolición del chale del cantante Bertín Osborne. La Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento jerezano, había parado unas obras de ampliación de la vivienda y posteriormente se ordenó el derribo; ante la imposibilidad de entrar en la casa para practicar la demolición, el Ayuntamiento consiguió la orden judicial para hacerlo; sin embargo, la Audiencia ordenó su aplazamiento. Pedro Pacheco, por entonces primer edil de la localidad, clamó: "El clamor hoy es que la Justicia es un cachondeo". A la luz de lo que ha sucedido en las últimas semanas con la situación legal del hotel de la playa de El Algarrobico, no cabe otra cosa que asegurar a pies juntillas que el más que polémico político gaditano, tenía toda la razón.

Sólo así se puede entender semejante disparate. El Supremo dictaba el 30 de septiembre de 2011 una sentencia demoledora, en la que establecía, ante un recurso de la Junta de Andalucía, la protección del suelo en el que se asentaba el hotel. Sus 15 folios eran toda una declaración en favor de la protección medioambiental, con frases que se podrían suscribir por cualquier organización ecologista por más radical que esta fuera. "Se debe mantener el grado de protección que tenía el anterior Plan de Ordenación de Recursos Naturales" para "promover actividades económicas compatibles con el desarrollo sostenible del parque natural"; animaba a "promover su regeneración y recuperación al objeto de devolverles su funcionalidad"; su no seguimiento, "produciría un efecto devastador"; "el PORN aprobado atiende más eficazmente a la recuperación del lugar en el que se construyó el hotel y por tanto a la defensa del interés público medioambiental en cuanto a la preservación y restauración de las características y elementos naturales de la zona" y, por último el ponente reconocía que con la calificación de esos terrenos como urbanizables "ha disminuido el nivel de protección de El Algarrobico", ya que "se permite urbanizar". El ponente, Jesús Ernesto Peces Morante, daba una lección de defensa del interés público y ponía punto y seguido a más de una veintena de fallos judiciales que abundaban en la misma línea.

El pasado mes de marzo, una sala del TSJA, el mismo órgano judicial que había avalado la sentencia del Supremo y en muchas ocasiones la utilizó como antecedente, mandó parar la maquinaria judicial y señaló que ese mismo suelo era urbanizable. El viernes, el presidente de la institución ponía la guinda al pedir al Supremo que ponga fin a todas estas diferentes concepciones de una ley que, al menos en teoría debería aplicarse de la misma manera.

La inexplicable actitud de la sala tercera del TSJA ha dado también al traste con una de esas extrañas ocasiones en las que dos administraciones acostumbradas a sacudirse dialécticamente a poco que se descuidan, se habían puesto de acuerdo en que semejante engendro debería desaparecer de la costa de Almería y de los innumerables ejemplos que se han dado para poner una imagen a eso que se llama urbanismo salvaje. Junta y Gobierno se habían repartido la tarde de los millones que costará tirar abajo lo que a algunos (en un ejercicio de cinismo político tan grande como el hotel) quieren hacernos creer que nació de la noche a la mañana; nadie puso fin a lo que iba a ser el disparate en el que se convirtió. En cualquier caso, ese debe ser una segunda derivada. La primera, la más urgente, es que alguien ponga fin a un disparate jurídico descomunal, en el que órganos judiciales se contradicen unos con otros. Como decía Pacheco, que se termine con el cachondeo.

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