crónicas desde la ciudad

Pingurucho, traslado por decreto

  • Colegio de Arquitectos. Tres de los cuatros invitados a la mesa redonda sobre la reubicación de Los Coloraos (arquitectos e historiador) se mostraron a favor de su mantenimiento en Plaza Vieja

Plaza de la Libertad de Almería

Plaza de la Libertad de Almería

Como complemento al esclarecedor acto del lunes en la sede del Colegio de Arquitectos, recupero -debidamente matizado- el artículo publicado en este Diario el pasado año. Moderado por su presidente, compusieron la mesa los arquitecto Antonio Góngora y Eduardo Blanes, el historiador Fernando Martínez y la concejala Ana Martínez Labella:

Salvo voceros y columnistas afines o mantenidos por el erario municipal, la mayoría de quienes se han pronunciado en papel escrito, medios audiovisuales y redes sociales lo han hecho con rotundidad: el recuerdo a los Mártires de la Libertad debe continuar en Plaza Vieja, emplazamiento centenario de una tradicional y democrática seña identitaria almeriense, a pesar del rechazo que en algunos suscita. Erigido en memoria de quienes intentaron acabar con la tiranía de Fernando VII y regresar a la Constitución gaditana de 1812. Un estado de opinión ciudadana que a un equipo de gobierno razonablemente sensible y sensato debería llevar a la reflexión. Tomada la decisión irrevocable de reubicarlo sí o sí ¿por qué el Partido Popular no lo incluyó en el programa electoral que le aupó al Consistorio? Los almerienses seguimos preguntándonos el por qué, para qué, a quiénes beneficia y cuántos miles de euros nos costaría su traslado. Las justificaciones aducidas insultan a la inteligencia de mujeres y hombres medianamente conocedores del tema.

ANTECEDENTES LIBERALES

Veintidós de los 49 desembarcados (cuatro extranjeros) del bergantín "Federico" en la desembocadura del Andaráx fueron fusilados el 24-VIII-1824 en las cercanías del Reducto. De rodillas y por la espaldas, según dibujaba una cartela de la carroza fúnebre que los condujo a las inmediaciones del cementerio de Belén. Antes, unos caritativos frailes franciscos retiraron los cadáveres del secarral sobrevolado por cuervos desde las almenas de la Alcazaba y los sepultaron en una zanja abierta en el pequeño cementerio de la ermita de san Juan. Según certificó el cura párroco, a estos 22 se sumaron dos más, ejecutados a comienzos de septiembre. En el listado solo figura un almeriense, de Albóx: José Gandía, barbero emigrado a Gibraltar. Siendo Joaquín de Vilches Jefe Político de la Provincia, el Municipio invirtió 3.272 reales de vellón en el sepelio de las tres urnas con sus restos hasta el cenotafio (mausoleo) inaugurado el 24-VIII-1837, aledaño al primitivo camposanto proyectado por Juan Prats.

UN ALCALDE TEMEROSO DE SU PASADO

Tras anunciarse la primera visita del general Franco para el 9 de mayo de 1943, vean la esperpéntica peripecia: una noche invernal, Luis el Largo, junto a otro funcionario municipal igualmente borrachín y fanfarrón, armados de pico y marro pretendieron ¡ellos solitos! derribar el pétreo conjunto arquitectónico que hasta ese momento había sido respetado incluso por las bombas fascistas durante la guerra civil. Pero el clima exacerbado en su contra comenzó a aflorar. Con fecha 6-III-1943 el responsable político del Distrito Quinto, Delgado Pérez, dirigió al alcalde un oficio bajo el membrete de ¡Saludo a Franco. Arriba España! Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S., conminándolo:

"El deber falangista me impone comunicar a V.S. el siguiente caso:

Se trata del monumento que en honor de los mártires de la libertad tiene erigido en una de las principales plazas de esta ciudad, cual es la Plaza Vieja.

Como quiera que no debemos ver en ese cenotafio la estética del mismo, sino que es un recuerdo de varias personas que lucharon con las armas en la mano en contra de nuestras sagradas tradiciones, obedeciendo a consignas masónicas extranjeras. Por lo tanto, en nombre de los camaradas que componen este Distrito, ruego a V.S. se sirva dar las órdenes precisas para que desaparezca dicho monumento que desdice de una ciudad que está bajo el signo del Yugo y las Flechas.

Por Dios, por España y su Revolución Nacional Sindicalista".

Vicente Navarro Gil, puesto que del presidente de la Comisión Gestora se trataba, se asustó ante el escrito de un falangista de segundo rango. Aunque a su hermano lo habían asesinado en la guerra (lo que le suponía un salvoconducto del Régimen), temía que saliera a relucir su anterior militancia en Izquierda Republicana. El miedo a la reprobación del dictador al contemplar en pie el símbolo de libertad representado por Los Coloraos hizo el resto. Lo que sigue no es una una leyenda urbana, Emilio García Campra y José L. Ruz la citan en su libro "Los Coloraos. Un legado liberal de todos los almerienses". Al asomarse Franco al balcón, le espetó:

Alcalde: ¿No había en esta plaza un monumento? Excelencia, dijo el alcalde, ha sido retirado. Pues han hecho mal

El edil desconocía que en su visita a Andalucía supo de la existencia en Málaga la estatua de Torrijos y la de Mariana Pineda en Granada. El destino del Pingurucho estaba por tanto previamente sentenciado. El Consistorio encargó a la constructora DUARIN su supresión en el tiempo récord de 9 días (pese a estar proyectado en mes y medio); trabajando a destajo las 24 horas "para que estuviese terminado el día de la visita a Almería de nuestro invicto Caudillo". Supervisado por el arquitecto Guillermo Langle, el desmonte y traslado a la Plaza Pavía (convertidos en mingitorio y mancebía, por ser finos) le supuso al Ayuntamiento un coste de 13.287 pesetas. Ahí estuvieron los bloques de mármol numerados hasta desaparecer definitivamente bastantes meses después. Opino con Perceval que acabaron en la escollera del Puerto. Desaparecida asimismo la verja que lo rodeaba, mejor suerte corrieron las lápidas que lo adornaban, aunque maltrechas y quebradas. Depositadas en un almacén municipal de La Pipa, fueron expuestas cuando la inauguración del actual Pingurucho en 1988. Ignoro si permanecen en dependencias del antiguo Matadero, algo en cualquier caso fácil de verificar.

En julio del año siguiente un editorial de Yugo, diario de Falange, es lo suficientemente explícito en cuanto a la atmósfera de odio que en el ámbito oficial inspiraba el recuerdo de los Mártires de La Libertad. El tenor del texto se califica por sí mismo:

"Hasta días antes de la venida a Almería del Generalísimo, la plaza del Ayuntamiento ha ostentado un obelisco tosco, tallado groseramente y sin los menores atisbos de arte (…) Este que se levantaba como un dedo amenazador ante la almibarada arquitectura del Ayuntamiento, era una prueba de la decadencia del siglo que pretendía revestirse de sencillez. Ni la conmemoración de un hecho vulgar, uno de tantos que brotaron en la época fernandina a favor de la tan cacareada libertad, ni el material empleado en el monumento, justificaban la pervivencia de éste. La venida del Generalísimo fue una llamada sonora al buen gusto, y rápidamente procedióse a desmontarlo (…) La libertad de los liberales, que tantas semejanzas tenían con el libertinaje, había inspirado a la imaginación del hombre este pobre monumento". No creo en un regreso al pasado, pero…

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