Almería

Cuando los refugiados dejan atrás su ciudad de acogida

  • La familia de diez miembros que residía en un piso de CEPAIM se ha ido de la provincia y también lo han hecho otros cuatro sirios del centro de Cruz Roja en Roquetas

Llegada de 198 refugiados  procedentes de Grecia al aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas.

Llegada de 198 refugiados procedentes de Grecia al aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. / Jose Maria Cuadrado Jimenez / ef

Han pasado meses, cuando no años a la espera. Huyeron de sus países y han pasado por campamentos en Grecia u otros países antes de llegar a una ciudad en la que ser finalmente iba a ser acogidos. Sin embargo, un total de catorce personas de origen sirio han dejado recientemente su alojamiento en la provincia y han partido a otros lugares.

Cuatro de ellos, varones de entre 20 y 35 años de origen sirioprocedentes de un campo de Grecia se encontraban el centro de refugiados de Cruz Roja en Roquetas de Mar; el resto son los miembros de la familia -un matrimonio y sus ocho hijos- acogida en una de las viviendas que la asociación CEPAIM tiene en la capital almeriense.

La familia de CEPAIM llegó a Almería de otro campo de refugiados de Grecia, donde pasaron unos siete meses. De origen kurdo y con unos niños menores de 13 años, ninguno hablaba otro idioma que el suyo natal.

Pese a ello, los niños fueron rápidamente escolarizados y los dos más pequeños llevados a guarderías. Existe un "protocolo cerrado" con estos refugiados, que les garantiza asistencia jurídica, trabajo social, mediación, acompañamiento y formación, lo que a su vez hizo necesario que Cepaim contratase a profesionales que pudiesen dar respuesta a todas estas necesidades como, por ejemplo, una abogada, una mediadora, etc., que atendían a esta familia y a las que pudieran llegar con su mismo perfil.

Sin embargo, como también ha pasado con los de Cruz Roja, la semana pasada se fueron de Almería. "Es verdad, ha ocurrido como con la mayor parte de la gente que ha pasado por Almería. Han repetido el esquema que conocíamos con los migrantes, que tienen una especie de ruta o decisión trazada", explica a Diario de Almería Juan Miralles, responsable de CEPAIM en Almería.

Miralles indica que para estas personas "lo que prima es la seguridad, por eso huyen de sus países" pero que una vez hecho llega un segundo paso que pasa por un intento de recomponer la "estructura familiar que han tenido que romper", lo que les lleva a reagruparse con el resto de su familia. En el caso de los refugiados de CEPAIM, tuvieron contacto con familiares llegados a España a través de Melilla y "decidieron recorrer juntos el sueño que se habían trazado cuando salieron huyendo como única solución".

"Son muy conscientes de que no quieren depender de ayudas. No quieren que España u otros países les den viviendas o los sostengan mucho tiempo. Lo que quieren es trabajar y van a los sitios en los que creen que tienen mayores posibilidades de encontrar un empleo o un puesto para el que están capacitados", añade Miralles. No se conoce cuál es el lugar escogido por esta familia pero algunos indicios hacen pensar que hayan podido encaminar sus pasos hacia Centroeuropa, posiblemente a Alemania o algún país del entorno.

Miralles apunta que en estos casos no sólo pesa la posibilidad de encontrar un trabajo, sino "sobre todo" la de poder reagruparse con los suyos y sentirse "arropados" porque "han sufrido una separación muy traumática y es normal que intenten irse con sus primos, hermanos o padres con la primera oportunidad que tienen. No bostante, aclara que el concepto de familia para culturas como la de estos kurdos es "mucho más extenso", por lo que "no hace falta que sean hermanos de sangre".

"Al final, ocurre como con cualquiera. Aquí mismo sabemos que por la crisis hay muchos parados que tiran del entorno familiar para buscar un colchón psicológico y económico", incide Miralles.

En cualquier caso, el responsable de CEPAIM advierte que las plazas con las que cuenta esta entidad sin ánimo de lucro para acoger a refugiados "están pactadas con el Ministerio" para poder cumplir con los compromisos de reubicación de personas procedentes de Grecia u otros países de la Unión Europea, por lo que el mismo día que los kurdos se fueron, se notificó al Gobierno para que puedan hacer uso de ellas otras personas.

Cepaim gestiona en la actualidad varias viviendas en las que, hasta ahora, residían 22 refugiados procedentes de Siria, Venezuela y Ucrania. Por su parte, el coordinador de Cruz Roja en Almería, Fran Vicente, indica a este periódico que el centro de la onegé en Roquetas de Mar tiene capacidad para 54 personas, acogiendo en su mayoría a familias con hijos. Confirma que de éste también se han ido cuatro personas de orgen sirio pero mantiene que se la ocupación de estas instalaciones se mantiene en torno al 95%.

Casualmente, Vicente señalaba en su conversación con este medio que un grupo "grande" de sirios llegaba este jueves a España para ir al centro de Roquetas de Mar. Pocas horas después el Ministerio del Interior hacía público que un total de 66 personas, 35 de ellos niños, habían llegado este jueves al Aeropuerto de Adolfo Suárez Madrid-Barajas como parte del sistema de acogida con el que España ha dado asilo a un total de 1.100 refugiados de los más de 17.000 que se comprometió a acoger antes del fin de 2017. De éstos, 18 llegarán a la provincia y serán acogidos por Cruz Roja.

A estos refugiados, como a los que ya se encuentran en el país, el programa de acogida les garantiza manutención, asistencia jurídica, asistencia psicológica, atención social y asesoramiento; acompañamiento a centros escolares, sanitarios y sociales públicos; aprendizaje del idioma y habilidades sociales básicas, orientación e intermediación para la formación profesional y la reinserción laboral, actividades culturales y ayudas económicas.

Aunque la crisis humanitaria que se vive en Siria es la que más ha calado en la opinión pública, no es el único país cuyos ciudadanos solicitan asilo en España y han acabado en la provincia almeriense, tal y como demuestra el caso de R.S. y D.B., una pareja de homosexuales venezolanos que reside en una de las casas para refugiados de CEPAIN en ciudad de Almería.

"Hemos sido víctimas de maltrato, abuso y persecución por nuestra condición sexual", afirmó D.B. en una entrevista con Diario de Almería, lamentando que, aunque en Venezuela se dice que se acepta la homosexualidad, "la realidad es que te ves discriminado, vetado. Se burlan de ti y si las autoridades se enteran también aprovechan el poder que tiene para abusarde ti físicay sexualmente, de cualquier forma".

Ambos, por separado, decidieron dejar Venezuela porque "era imposible vivir allí y ser feliz. "Te dicen que eres un enfermo que no es parte de la sociedad y te provocan traumas desde niño", aseguraban.

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