Almería

La tensión continuó con una lluvia de piedras

  • Los incidentes aislados continuaron a lo largo de toda la mañana pese a la numerosa presencia de guardias civiles

La mañana amanecía aparentemente tranquila en La Mojonera. Tras los disturbios ocasionados durante la noche del domingo, los vecinos del municipio, todavía atónitos por la triste noticia sobre el fallecimiento del joven malí, formaban corros frente a las puertas de los negocios más afectados.

Los efectivos de la Guardia Civil controlaban la zona, repleta de subsaharianos y magrebíes, que se apilaban bajo los balcones para protegerse de la lluvia. A pesar de la aparente calma se mascaba una tensión contenida en la calle Solera, donde se encuentra la mayor parte de los establecimientos regentados por marroquíes.

En un abrir y cerrar de ojos, aprovechando el abandono de la calle por parte de la Guardia Civil, un pequeño grupo de subsaharianos, armados con piedras, palos y cajas de fruta, arremetieron contra los escaparates de los negocios.

En un escenario repleto de cristales rotos y bajo la intensa lluvia se desató una nueva batalla campal por las calles del barrio, mientras los vecinos gritaban desesperados desde sus terrazas. "Estamos hartos de tanta delincuencia. Esta situación es una auténtica vergüenza. Realmente no pensaba que esto fuera a suceder jamás", comentaba un vecino, atónito, durante la persecución.

En ese mismo instante aparecieron varias furgonetas de la Guardia Civil que, tras un largo y arriesgado correcalles, consiguieron detener a dos de los causantes de los incidentes.

Estas detenciones no hicieron sino motivar más a los subsaharianos, que continuaron con la reyerta en otras calles cercanas. Las azoteas se convirtieron en un espacio privilegiado para alertar a sus compañeros de la presencia exacta de los Cuerpos de Seguridad. "Esto es increíble, están tirando piedras desde los tejados. Una de ellas ha impactado contra el capó de un coche que circulaba por la carretera principal", protestaba un viandante que se encontraba muy cerca de la vía.

Los vecinos, ante la gravedad de los incidentes, salieron a la calle desconcertados y preocupados por el estado de sus vehículos y viviendas.

"Tengo bastante miedo porque mi coche está aquí aparcado y no sería el primero que se lleva alguna pedrada. Afortunadamente no le ha pasado nada", suspiró una vecina, con un gesto claro de indignación.

Otro vecino no corrió la misma suerte, pues la fachada de su casa recibió varios impactos que destrozaron su pared de mármol. "Mira cómo me han dejado la casa. Se han cargado el mármol y me han estropeado la puerta de la cochera. He tenido la mala fortuna de que justo han detenido a uno de ellos en la puerta de mi casa", protestaba indignado ante la gravedad de los daños.

El resto de negocios de la zona, amedrentados por los constantes disturbios, cerraban sus puertas para evitar los posibles daños materiales. "Voy a echar el cierre y no pienso abrir durante todo el día. No me fío un pelo de la que se está liando aquí. Esto sabemos cómo ha empezado, pero veremos cómo acaba", admitió el propietario de un bar cercano al conflicto.

Tras los continuos incidentes, la tensión se redujo a causa de la presencia de nuevos efectivos, como los Grupos de Reserva y Seguridad de la Guardia Civil, que acordonaron la mayoría de las calles del barrio para evitar nuevos altercados.

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