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La tontería habitual (0-1)

  • El abuso de juego con el meta y otro balón parado destrozan el fortín al que se agarraban los de Soriano. La afición, hastiada, busca reacciones cantándole al palco: "Alfonso vete ya".

El Almería volvió a pinchar en casa.

El Almería volvió a pinchar en casa. / Javier Alonso

Las campanadas del reloj de la madrileña Puerta del Sol que marcan el final del año viejo y el comienzo del año nuevo, no acaban por arte de magia con los problema de un equipo. La revolución, como la neolítica, la industrial, la francesa o la tecnológica, por enumerar diferentes etapas, requieren de un cambio drástico, de un girón de timón que tiene que dar desde hoy sábado en su política de fichajes Alfonso García, y de un puñetazo en la pizarra y en el vestuario que tiene que aplicar Fernando Soriano, si no quiere ir a la horca (deportiva, por supuesto) como ocurrió en París.

El vaso lleva mucho tiempo colmado, no necesita más gotas para derramar. El problema es que todo el agua que suelta está calando, ha provocado humedades en la grada, respetuosa hasta el momento. A la afición ayer le estropearon el día de Reyes, un día sagrado y familiar para muchos, y no pudo más. "Alfonso vete ya", se escuchó con tanta nitidez que hasta los comentaristas televisivos despidieron la conexión haciéndose eco del tremendo enfado y la situación de desamparado que tiene la gente, viendo la falta de reacción y mano dura. Más de seis mil aficionados, que tiene mérito con un horario tan pésimo en un día así, prefieron no fallarle a sus colores y aplazar o fallar a las comidas familiares. El resultado: el mismo mosqueo de 2016, 2015, 2014... Y así se van cayendo las hojas del calendario.

Es cierto que si todo esto sirve para que el Almería se dé cuenta de que va embalado hacia la Segunda B, no hay mal que por bien no venga. Tras la derrota, que no debacle de partido en particular, pero sí de proyecto en general, los cánticos hacia el palco tuvieron su primera consecuencia. Alfonso García llamó a su dirección deportiva a la zona noble del Estadio de los Juegos Mediterráneos y hubo reunión de urgencia de más de dos horas. En los últimos minutos entró Fernando Soriano, que dio su versión de los hechos y propuso la llegada de gente competente en el mercado de invierno, como solución a corto plazo para reactivar una plantilla totalmente desbordada por los acontecimientos y falta de experiencia y liderazgo. Presidente y directores deportivos siguen depositando su confianza en el entrenador maño, puesto que realmente ven que hay más problemas que uno meramente táctico en este conjunto.

De hecho, el partido ante el Getafe no se perdió por planteamiento, idea de juego o por aplastamiento visitante, sino por incapacidad y errores propios. La dinámica del Almería, de arreglar en casa los problemas foráneas, era muy peligrosa pese a que hasta el momento le estuviera saliendo bien, no siempre se iba a ganar en el Estadio de los Juegos Mediterráneos. La cuerda tenía que romperse algún día, o por su lado más fino, que era la acumulación de victorias ante su afición, o por el más grueso, las infinitas decepciones a domicilio. Como es normal, las ebras se resquebrajaron en casa, puesto que es más difícil ganar que perder. Y las excusas de dar la cara, salir derrotados por la mínima, merecer más, mirar al árbitro, encerrar al rival... son sencillamente excusas que sirven para tener a la gente adormilada. Pero ayer la masa espabiló, reaccionó a tiempo para que la llama de su club no se apague lentamente.

El club tenía pensado aligerar el equipaje en este mercado invernal, política que de poco servirá visto lo visto. Si Chuli no hubiera fallado un uno contra uno ante Alberto, si Quique no tuviera que fabicarse las jugadas desde el centro del campo, si José Ángel no hubiera regalado el balón, si el entramado defensivo no fuera un auténtico colador en cada balón parado, si... si... si... Cuando todo son condicionales, lo que hace falta es gente nueva que los convierta en afirmaciones. El Getafe no fue un ciclón, ni tan siquiera dominó territorialmente el partido. De hecho, el empate era hasta justo puesto que Pacheco falló una clarísima y Molina estrelló una en el palo. Pero los buenos equipos y los jugadores que confían en sí mismos terminan aprendiendo la lección y acertando después de errar. Así cayó el 0-1, con un testarazo del exejidense, que como tiene una buena ficha, nunca ha jugado de rojiblanco pese a haber sido pretendido. El dinero no dará la felicidad, pero posiblemente sí salvaciones.

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