fútbol | laliga 1|2|3

Un excelso Huesca destroza el trivote (0-3)

  • En el Mediterráneo se vio a un equipo bien posicionado, solidario, que presiona, repliega bien las líneas y ejecuta rápidas transiciones

  • Iba de negro y lo entrena Rubi

  • Los de Ramis, una marioneta en sus manos

Los jugadores del Huesca celebran uno de sus tantos en los Juegos Mediterráneos.

Los jugadores del Huesca celebran uno de sus tantos en los Juegos Mediterráneos. / Rafael González

La UD Almería se llevó ayer una cura de humildad, un serio correctivo de esos capaces de enderezar cualquier endiosamiento ficticiamente sobrevenido. Más vale un leñazo a tiempo que dos a deshora, que diría el castizo. Pocos sospechaban la tormenta perfecta que le aguardaba al equipo ante el Huesca, pero había ciertas alertas activadas que lo presagiaban.

En primer lugar la preocupante falta de intensidad mostrada por los rojiblancos en no pocas jornadas anteriores, una blandura que ante el Huesca salió a relucir en no ver ni una sola cartulina amarilla pese a que estaba cayéndole la del pulpo. Eso, unido a la fragilidad emocional de un plantel remozado pero que mantiene interiorizado el miedo de los dos años en el alambre, con el factor añadido de no tener a Tino Costa para el balón parado, dieron como resultado un baño de los que hace mucho tiempo no se recordaban en el Mediterráneo.

Porque el Huesca jugó mucho y bien, desarbolando por completo el invento del trivote, dejando en evidencia que la creatividad siempre está por encima de la contención. Glosar cómo interpretó el fútbol el equipo de Rubi sería abusar de adjetivos calificativos o epítetos. Baste con dejar constancia de que jugaron de forma excelsa.

En apenas ocho jornadas lleva camino Rubi de crear un equipo de autor que sabe posicionarse, es solidario, presiona cuando toca, repliega bien sus líneas y ejecuta transiciones rápidas y con un peligro evidente.

Enfrente tenía a un Almería que abusa mucho del juego al pie, pero que juega poco o nada al espacio. Los de Ramis, como resultado, fueron una marioneta en manos del conjunto oscense, que si no hizo más sangre es porque René, pese a encajar tres, volvió a cumplir con nota bajo los palos.

Los primeros veinte minutos bastaron para comprobar por dónde iba a manejarse la tarde. En ese escaso margen los aragoneses ya habían pisado el área rojiblanca con peligro en un par de ocasiones. En primer lugar mediante un contragolpe conducido con velocidad por Vadillo y Álex Gallar que finalizó Cucho Hernández con un disparo alto; en segund instancia con un centro de Álex González al corazón del área que por poco no llegaban a rematar ni Cucho ni Vadillo.

El Huesca empezaba fuerte, pero obtenía respuesta en las botas de Pozo con un disparo envenenado desde la fronta que, tras golpear en un contrario y desviar su trayectoria, requería la ágil intervención de Remiro.

Nada hacía presagiar todavía el naufragio que estaba por venir, pero las primeras vías de agua ya eran evidentes, abriéndose boquete en la quilla poco antes de la media hora de juego, cuando el Cucho recibía en la frontal un pase interior de Gallar que Fran Rodríguez se encargó de habilitar al quedar descolgado y el colombiano definía cruzándola ante la salida de René a la desesperada.

En ese instante justo todo el mundo fue consciente de que la cosa iba en serio y apuntaba a palabras mayores, corroboradas antes del descanso con un testarazo de Melero a la salida de un córner colándose entre dos torres como Owona y Joaquí, que rozan los dos metros.

Pintaban bastos y la reacción de Ramis fue retirar a un desafortunado Verza (el oriolano ni creó ni destruyó) para dar entrada a Nauzet y con ello variar su 1-4-3-3- por el 1-4-2-3-1, recuperando el doble pivote con el que se desempeñó en el primer tramo liguero. Todo intento de remontada fue en vano y quedó desactivado a las primeras de cambio merced a un error garrafal de alguien que no acosumbra a dichos despistes: Joaquín.

El canterano, en un claro fallo de concentración, tocó en corto para Mandi, pero por allí pasaba Melero, sin duda el más listo de la clase, que aprovechó la dádiva para asistir al Cucho y que este marcase a placer.

Era el minuto 53 y el partido estaba acabado. Entiéndase por acabado como imposibilidad de remontada local, ya que el Huesca continuó con su particular recital de disparos desde fuera del área, contragolpes ejecutados con maestría y aproximaciones con mucho peligro.

Rendido a la evidencia, al Almería apenas le dio para pedir un posible penalti por manos de Aguilera en un cabezazo de Alcaraz y para otro remate del catalán fuera a pase de Pozo. Vaya bajón.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios