Laliga 1,2,3

Alma guerrera en el Reino (0-0)

  • El Almería coge el escudo y la lanza para frenar a un rival peleón en un partido que antes no sabía disputar 

  • Cuando dominaba con claridad, Gorostegui echa una mano a la Cultural

Un lance del partido.

Un lance del partido. / LOF

La prueba del algodón le esperaba al Almería en el Reyno de León, un estadio amplio y moderno, donde se ejerce una gran presión. Pero más por parte de los jugadores locales, ilusionados por lo bien que les están saliendo las cosas, que por la grada, algo alejada del terreno de juego como es costumbre en los recintos deportivos de nueva construcción. Era un viernes para mostrar una cara aguerrida y luchadora, en busca de alguna contra que sorprendiera a un conjunto local que todavía vive en la nube del equipo que acaba de ascender a la Segunda División.

Como los resultados hasta el momento le están sonriendo, el equipo de Rubén de la Barrera es un manual del balompié del siglo XXI. Presión adelantada, mucho jugador en la medular y laterales muy adelantados. Lo mismo que intentó el Almería de Sergi, al que la alegría le duró sólo 45 minutos en la primera jornada del encuentro ante el Leganés. Sin embargo, la Cultu tiene un colchón importante que se ha transformado en confianza y al Almería le jugó de tú a usted. El tuteo encerró a los almerienses en su terreno de juego, sobre todo durante los primeros veinte minutos, que a punto estuvieron de encajar el primero en un balón que se estrelló en el palo de la meta de René en una falta chutada por Buendía. Poco después, el meta rojiblanco tuvo que sacar una manopla salvadora para sacar un remate de cabeza de Yasser. Los de Ramis estaban siendo superados, pronto tuvo que variar su intención de jugar desde atrás, por juntarse lo máximo posible en busca de una contra.

Desde ese instante, el Almería le habló de usted a los blanquillos y les creó más peligro. La conexión Fidel-Nano volvió a funcionar y la banda izquierda fue la generadora del peligro. A Juan Muñoz le faltó confianza y a Tino Costa puntería en las dos oportunidades más claras de los almerienses al borde del descanso. El delantero sevillano sigue entrando poco en juego y el Almería necesita de un delantero que remate y, por lo menos, asuste a los rivales.

En el descanso, Ramis vio que la batalla estaba en controlar y la medular y quiso fortalecer la línea con Nauzet, algo que le llevó a quedarse sin bandas por ser Fidel el sacrificado, y con Alcaraz para sacar el balón con más claridad desde la defensa y ganar en llegada desde la segunda línea. Se le veía más cómodo en el comienzo de la segunda parte a los almerienses, que comenzaron a robar balones en las inmediaciones del área de Palatsi, pero las conducciones y los pases estaban siendo demasiado precipitados con jugadas de uno para tres o dos para tres, siempre en superioridad numérica. El peligro radicaba ahora en no comerse una contra de la Cultural Leonesa, que había desaparecido del terreno de juego y sólo le quedaba vivir de las contras.

Y hubo otro peligro inesperado, que se olía ya desde el comienzo del encuentro. El arbitraje de Gorostegui Fernández fue pésimo, dio un concierto de silbato y abusó de las tarjetas. Faltas, o faltitas, que ni eran ni las pedías los implicados, se convertían en amonestaciones. No estaba leyendo bien un partido de guante blanco, carente total de juego subterráneo. Y claro, esto desembocó en una expusión fácil y populista, de colegiado mediocre a Morcillo. Entre las dos faltas que le pitaron al capitán, por dos saltos, quizás el segundo con el brazo en alto, pero sin llegar a tocar al rival, no sumaban ni una amarilla, pero el vasco lo echó y cortó el progreso de juego de los de Ramis en la segunda mitad.

El equipo no lo dudó. El punto estaba en la buchaca y no merecía la pena tomar riesgos y perderlo. Cerca estuvo de hacerlo cuando, Rodri, quién si no, otro ex, batía con un gran cabezazo a René. Por suerte para los almerienses, un factor que también les sonríe, el sevillano estaba ligeramente adelantado y el árbitro lo anuló. No fue una compensación, como creyeron los leoneses, que montaron el numerito al final, fue una acción involutaria y, por tanto, bien anulada. El partido terminó como el rosario de la aurora, con disputas y piques ante los que los de Ramis no se amedrentaron, como ocurría en años anteriores. El Almería, por fin, tiene alma guerrera.

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