Un punto más cerca de Cultural Leonesa y del Córdoba, esto es, a cuatro de los puestos de descenso, comenzaba el Almería la jornada. Los últimos tropiezos rojiblancos cargaban de obligación y responsabilidad el choque de ayer en el modesto campo del Reus, donde esperaba un conjunto también necesitado. Más que por la distancia con leoneses y cordobeses, que cualquiera hubiera firmado hace exactamente una vuelta, las necesidades se deben a las dinámicas: mientras que a los almerienses se les ve endebles e incapaces de completar noventa minutos de seriedad y concentración, sus rivales directos llegan con una velocidad más a estas diez últimas jornadas del campeonato.
Quería cambiar Alcaraz esta percepción y, pese a lo ocurrido en Valladolid, apostó nuevamente por tres centrales. Pero en esta ocasión con Trujillo en el eje de la zaga y, unos metros más adelante, Callejón como brújula en la medular. Una alineación ciertamente arriesgada, pero entre las bajas y el escaso rendimiento de futbolistas a los que se les presuponía importantes, toca jugársela con quien realmente quiere sudar para ganar.
La intención inicial no fue mala, de hecho, casi nunca no lo es salvando el encuentro ante el Rayo, a los almerienses lo que les falla es saber gestionar el encuentro conforme van pasando los minutos. En los primeros de este encuentro, quiso presionar arriba como hizo en Huesca y cerca estuvo de adelantarse con una triangulación entre Pervis y Pozo, que chutó alto el malagueño con su zurda desde una posición un tanto escorada.
Sin embargo, el equipo estaba demasiado abierto, no tenía el control del partido y el Reus contragolpeaba con bastante facilidad. Así, el primer error no tardó en llegar. Fue de bulto y en cadena. La defensa, situada en el centro del campo, se come un balón filtrado hacia Yoda, que supera a René, en una salida desesperada y posiblemente fallida, y Lekic se aprovecha de la lentitud de Trujillo al despejar, para empujar a gol. Lo que hay que ver, un equipo que defiende horrible, con la línea defensiva prácticamente en el terreno de juego contrario. Y Trujillo también se cubre de gloria queriendo dejar que el remate de Yoda saliera fuera, en vez de despejar. Como siempre, al Almería le mojan la oreja con suma facilidad.
A partir de ahí, el desmoronamiento que ya se intuía en Pucela fue in crescendo. El conjunto de Alcaraz está en ese momento de la temporada en que le vienen problemas por todos los lados y no sabe enfrentarse a ellos. Defiende fatal, a la altura de Sevilla Atlético y Lorca, y no es capaz de atacar con algo de racionalidad. Con Pozo desaparecido desde que se ganó a la Cultural Leonesa, lo único reseñable son los intentos de Gaspar. Si todo el potencial ofensivo es darle el balón a un canterano, que siempre conduce el balón con la cabeza baja y cuyos centros rara vez no acaban en las manos del portero rival, muy mal pintan las cosas.
Y para analizar la defensa ya hace falta un psicoanalista. El segundo peor goleador de la categoría, ¡segundo!, tan sólo necesitó 25 minutos para marcar a placer y con bastante facilidad. Y gracias, porque pudieron caer algunos tantos más durante la primera mitad. Pero es que el Valladolid no había remontado ni un solo partido hasta que aparecieron por ahí los doctores rojiblancos para curar todos los males. Pardillo es un calificativo demasiado benévolo para este Almería.
Ya que el comienzo de la crónica versaba sobre dinámicas, hay que ver cómo comenzó la segunda parte en Valladolid, con el Almería por delante en el marcador, y cómo lo hizo en Reus, con el Almería por detrás. En Pucela, sin ningún tipo de rigor táctico ni técnico pero sí con voluntad, los vallisoletanos comenzaron a bombardear la portería de René. Así cayeron dos goles. Normal. Ayer, por el contrario, los de Alcaraz ni se habían asomado en la primera parte a la meta de Badía, ni lo hicieron tras el descanso. Y el Reus mientras, contragolpeando a la gloria con Yoda, que parecía un bólido por la derecha. Posiblemente, esto lo resuma todo.
Eso, y el hecho de que Lucas Alcaraz sólo pudiera meter a Álamo y a Caballero para aportar algo nuevo al equipo. ¿Qué aportaron? Nada, como han hecho a lo largo de la temporada, bueno el canario en temporada y media. Absolutamente nada. Hay que ser justos, sus compañeros tampoco habían hecho nada mejor que ellos dos. Ni una jugada aislada, que cuando son en contra sí que entran, era capaz de enchufarla Soleri. Es que no se lo merecía, por desgracia se merece lo que tiene, y esto supone otra temporada agónica con una diferencia: en las dos últimas campañas, el equipo a estas alturas iba de abajo hacia arriba. Y ahora, con tres derrotas seguidas, con un punto de doce posibles y con un calendario que se las trae, el lío en el que se ha metido el Almería es morrocotudo. Todos suman, de forma más o menos lentan, van avanzando, mientras que los rojiblancos están haciendo méritos para que les resten. Por suerte, no es posible.
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