liga 1,2,3 | UD Almería - Girona

Vélez fue el mejor y eso lo dice todo (0-0)

  • El Almería controla la primera mitad y desaparece en la segunda, sostenido por un omnipresente Fran Vélez en las coberturas.

  • Gran pitada y pañolada final de la grada al equipo y al palco de autoridades.

Ponerle el apelativo de liga de fútbol profesional a partidos como el disputado ayer entre Almería y Girona es hacerle un flaco favor a este deporte, dado el lamentable nivel exhibido por unos y otros, ofreciendo tan pobre espectáculo que más pronto que tarde provocará la deserción de los más esperanzados del graderío Mediterráneo.

Fran Vélez fue el mejor en las filas unionistas, la afirmación no encierra ironía alguna ni es gratuita y resume bien lo que dio de sí un choque en el que el balón probablemente estuviera más en el aire que sobre el césped, con continuas conducciones individuales hacia ningún lugar, balones en largo regalados al contrario, controles impropios de jugadores que cobran por ello y pases calamitosos. Una oda al mal gusto que ni tan siquiera los intermitentes destellos de Pozo pudo enderezar.

Dicho lo cual, y partiendo del contexto expuesto, el Almería dominó con cierto empaque la primera mitad ante un Girona cómodo esperando atrás al contrario con su línea de cinco zagueros, incrustando tres torres como Alcalá, Juanpe y Ramalho en el eje que supusieron un frontón continuo a los estériles intentos rojiblancos por colgar balones al área.

Cedieron el terreno a propósito los catalanes y dejaron que el desgaste cayera de lado almeriense durante el primer acto, pero sin hacer concesiones en el área. La única se produjo a los diez minutos de juego y acabó con un lujo de Borja, que se inventó un taconazo de espaldas para rematar un balón con el que se topó dentro del área, obligando a una buena estirada de René.

El Girona, mientras tanto, lo fiaba todo a las acciones a balón parado, bien faltas laterales o bien saques de esquina, todos y cada uno rematados por sus futbolistas pese a la cacareada mejora en la envergadura local. Eso y la continua batalla que el italiano Longo le planteó a Joaquín y Morcillo agarrando, pisando y empujando todo lo que pudo y más.

El devenir de los primeros 45 minutos no vaticinaba un cambio de escenario tan radical en el segundo periodo, sin duda provocado por el desgaste físico de los rojiblancos, con jugadores como el debutante Motta, que acabó sin resuello e inexplicablemente sin pedir el cambio ni ser sustituido por Soriano pese a deambular por el campo sin crear peligro arriba ni defender bien abajo. Teniendo, por si fuera poco, que lidiar con Mojica, refresco introducido por Machín, que sí supo leer la situación.

Literalmente desaparecidos en combate, los relevos introducidos por Soriano fueron empeorando más aún si cabe el panorama, mientras el Girona se crecía y buscaba la meta de Casto a través de vertiginosas transiciones. Juanjo, que había entrado para suplir a Quique a la media hora de juego, desorientado el pichichi por un golpe, corroboró una vez más el misterio insondable de haberse ganado la vida como delantero. El francés Yoda, que entró por un apagado Fidel (tanto el onubense como Puertas se mostraron mucho en la primera parte y luego hicieron mutis por el foro) se dedicó a hacer la guerra por su cuenta, pecando de un individualismo innecesario y sin aportarle nada interesante al rendimiento colectivo.

La traca final llegó con la introducción de Corona por Borja en lugar de sellar el agujero que había en la banda diestra con un exhausto Motta. El talaverano llegó tarde a todas las disputas y en la única acción ofensiva en la que pudo participar tardó un mundo en abrir el balón a la banda para el compañero que la pedía desmarcado, provocando un contragolpe que casi cuesta un serio disgusto.

El Girona se vio en su salsa y las tuvo de todos los colores, pero por fortuna sus delanteros no fueron nada eficaces en la definición. En particular Longo, que primero remató fuera un buen centro de Maffeo y luego no llegó bien a culminar una asistencia de Alcaraz tras robarle la cartera a Morcillo.

El colombiano Mojica también tuvo la suya aprovechando que Motta ya no estaba para volver y se quedaba en zona de nadie, pero Vélez apareció providencial para cruzarse ante un disparo que iba envenenado. La última clara fue para Alcaraz, que tras sentar de una tacada a Borja y Vélez, lanzó al lateral de la red. Esto pinta muy feo y nadie toma medidas.

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