Cádiz

La Guardia Civil resuelve el Crimen del Churrero

  • El próximo sábado se cumplirán 13 años del brutal homicidio de Antonio Romero en Chiclana. Los cuatro detenidos pertenecen a una peligrosa banda criminal de los Balcanes

Mucha ilusión y mucha perseverancia han tenido que poner los agentes de la Guardia Civil que han investigado el denominado Crimen del Churrero para dar con sus responsables 13 años después y meterlos entre rejas. Tanta constancia que en la Unidad de Policía Judicial de la Comandancia de Cádiz no queda ya ninguno de los agentes que arrancaron las pesquisas para esclarecer el doble homicidio de Antonio Romero y Manuela Núñez.

Los presuntos culpables pertenecen a una violenta banda originaria de países de la antigua Yugoslavia que la noche del 23 de septiembre de 2004 asaltaron la vivienda de los octogenarios y les atacó brutalmente, causándole la muerte casi instantánea al hombre y provocando que la mujer falleciera pocos meses después tras no poder recuperarse de las heridas sufridas. De los cuatro detenidos por la Guardia Civil, tras realizar una larga investigación que ha llevado a los agentes de la Comandancia de Cádiz por diferentes países de Europa, dos son macedonios, uno bosnio y otro de Kósovo.

Según explicaron ayer en rueda de prensa Agustín Muñoz, subdelegado del Gobierno en la provincia, y Alfonso Rodríguez Castillo, coronel jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz, los arrestados habrían operado durante más de 15 años en varios países europeos. Para llevar a buen puerto la operación, los investigadores se han desplazado a Francia y Austria, donde detuvieron a dos de los asesinos mediante Comisiones Rogatorias Internacionales coordinadas por la Fiscalía de Cooperación Internacional General del Estado.

El crimen

En la madrugada del 23 de septiembre de 2004, un grupo de cuatro hombres asaltó una humilde vivienda de la calle Álava de Chiclana de la Frontera con intención de robar. Allí se encontraban durmiendo Antonio Romero Núñez, conocido como El Churrero, de 78 años de edad, y su esposa Manuela Núñez Núñez, de 79. El objetivo de los asaltantes era abrir la caja fuerte del inmueble, puesto que presumían que allí había una gran cantidad de dinero. Pero ni lo consiguieron, porque la violencia que emplearon acabó con la vida de Antonio antes de que pudiera darles la combinación, ni estaban bien informados. De hecho, cuando el juez ordenó abrirla no se encontró dinero en su interior.

Según la autopsia, la violencia que emplearon fue tan extrema que los primeros golpes causaron la muerte inmediata del hombre y provocaron lesiones graves a Manuela, que moriría pocos meses después a consecuencia de la agresión. Los informes médicos revelaron el infierno que sufrió Manuela durante los meses que se mantuvo con vida hasta fallecer.

José Manuel, uno de los hijos del matrimonio, que visitaba a sus padres cada mañana, fue quien los encontró en la vivienda y alertó a la Guardia Civil y a los servicios sanitarios, quienes certificaron la muerte violenta de su padre y trasladaron a su madre al hospital en estado crítico. Los delincuentes habían registrado completamente la vivienda y se habían llevado unos 10.000 euros que estaban escondidos en el colchón de la cama del matrimonio. Tras el levantamiento del cadáver se realizó una inspección ocular pormenorizada en la que se recogieron numerosos vestigios que han resultado de sumo interés para la investigación, destacando un pequeño reguero de sangre que uno de los asaltantes dejó en el muro por el que accedieron a la vivienda al cortarse.

Tras 10 años en que se siguieron hasta 30 líneas de investigación -los guardias civiles habían tomado muestras de ADN, pedido colaboración ciudadana, investigado a delincuentes y toxicómanos de la zona, a familiares, analizado cuentas bancarias, tráficos de llamadas, cartas anónimas, listas de urgencias de centros médicos, llevado a cabo intervenciones telefónicas y registros domiciliarios infructuosos, reconstruido la vida del matrimonio de ancianos en los últimos años analizándose en profundidad su vida, familiares, amistades, personalidad, forma de relacionarse o gustos...- sin que se obtuvieran resultados positivos, ninguna hipótesis condujo la investigación al lugar adecuado.

Pero el Crimen del Churrero era un caso de asesinato nunca olvidado y, tras varias reaperturas fallidas, en 2014 fue cuando la Operación Algoritmo se reabrió de manera definitiva hasta su resolución. Para ello se volvieron a analizar exhaustivamente cada uno de los atestados instruidos, líneas de investigación, informes operativos, fichas de objetivos y cualquier documento, anotación y organigrama elaborados por los anteriores investigadores. Podría decirse que se empezó de cero.

Las investigaciones llevadas a cabo en esta última etapa se basaron en la teoría de que los asesinos de Antonio y Manuela tenían que ser delincuentes especializados en el robo en viviendas que habían dejado restos biológicos en el inmueble asaltado. En base a esta tesis, se trabajó en la identificación de este tipo de delincuentes y en la obtención de sus perfiles genéticos para cotejarlos con las muestras halladas en la vivienda. Hay que resaltar que esta línea de investigación resultó muy complicada debido al tiempo transcurrido, ya que corría el año 2014 y había que identificar ladrones de viviendas que actuaron una década antes. Además, el robo en interior de viviendas es un delito algo común, por lo que la lista de delincuentes con estos antecedentes era bastante amplia. Otra dificultad añadida fue el hecho de que la mayoría de ellos carecía de reseña genética, puesto que en 2004 no estaba instaurada del todo.

Todas las investigaciones llevaron a los guardias civiles a identificar a una organización de origen balcánico dedicada al robo de viviendas y que pudo operar en aquella época en las provincias de Sevilla y Cádiz.

Estaba formada por unos 30 individuos de la antigua Yugoslavia, con antecedentes violentos y delitos cometidos en distintos países de Europa y en varias provincias españolas. Se trataba de una organización itinerante cuyos miembros lograban circular libremente por Europa mediante la utilización de distintas identidades. A uno de los detenidos le constan 13 identidades distintas sólo en España.

A través de un minucioso trabajo de investigación, se llegó a obtener un resultado positivo en ADN que situaba a uno de los investigados en la casa de los fallecido la noche del crimen, por lo que a partir de aquí los trabajos se fueron acelerando.

Tras la localización, detención e ingreso en prisión a principios de 2016 en Sevilla de Adrijan Selimi de 41 años de edad y natural de Skopje (Macedonia), las investigaciones se fueron acelerando, hasta dar con la pista de Enver Bajramovic de 58 años de edad y natural de Orasje (Bosnia Herzegovina), cuya detención se practicó en Sevilla en mayo de 2016. Después de estas detenciones, se identificó a los otros dos integrantes del grupo: Sejnur Salijevic, de 30 años de edad, natural de Macedonia, menor de edad en el momento de los hechos, y que en la actualidad se encuentra cumpliendo condena en Nantes (Francia) por delitos de similar naturaleza; y Zoran Bajra, de 38 años de edad y natural de Kosovo, que se encontraba cumpliendo condena en Austria en el momento de solicitar su extradición a España, si bien, antes de formalizarse, protagonizó una fuga de la prisión donde estaba recluido que le llevó a esconderse en numerosos países europeos. En el momento de ser detenido de nuevo utilizaba 13 identidades diferentes. Tras su nuevo ingreso en prisión fue extraditado a España tras aprobarse la Comisión Rogatoria Internacional que permitía su traslado.

Con estas detenciones se pone fin a una de las más complejas investigaciones por asesinato llevadas a cabo por la Guardia Civil, y donde los avances en materia de Criminalística y la excelente cooperación entre Cuerpos Policiales de la Unión Europea y autoridades judiciales a nivel internacional han resultado determinantes. Las investigaciones han sido tuteladas por al titular del Juzgado de Instrucción nº 1 de los de Chiclana de la Frontera.

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