Algo más que violencia

Se ve como algo normal cuestionar la figura del profesor y éste era el aliado educativo natural de los padres

La cadena de episodios violentos vividos en los últimos días , algunos con menores como protagonistas, nos inducen a una reflexión que empieza a ser recurrente . ¿Qué pasa? Quizá nada nuevo, ¿o sí? Todos hemos sido niños y a nadie se le escapa la crueldad que son capaces de exhibir. Los bullying siempre existieron, aunque ahora tenga término y definición.

Con esas edades hay competición por el liderazgo, por la amistad y por pertenecer al grupo. Y los excluidos, los más débiles, suelen ser perdedores perfectos para que se ensañen contra ellos. Sirven para que los otros se reafirmen. Y es indiferente el género. Se da en niños y en niñas. Y los afectados sufren y padecen en silencio con la esperanza de que su sino cambie alguna vez y le acepten. La infancia es un periodo que marca el resto de la vida. Pero es cierto que hay un cambio sustancial, con la tecnología, el castigo y la discriminación no se limitan al colegio, también ha entrado en la casa vía móvil. El último refugio ahora tampoco protege.

Y la información también está a un clic. El peligro crece cuando "las cosas de niños" alcanzan otro escalón. Accedes a cualquier página web. El requisito de paso es darle al sí cuando preguntan al usuario si tiene más de 18 años. Y no creo que la mentira sea suficiente pecado disuasorio para retener la curiosidad e incluso la maldad infantil .

Y, luego, en los niveles más peligrosos, conocen hasta qué edad son inimputables. Algo así como sentirse por encima del bien y del mal, con capacidad para imitar cualquier escena que en un momento les pasé por la imaginación. Con la tranquilidad de que no habrá consecuencias.

No controlamos sus teléfonos. Muchos padres han ayudado a consolidar, para defender a sus vástagos, la falta de respeto a la autoridad del profesor. Y el siguiente paso lo sufre luego la familia. Se ha roto un dique porque se ha cuestionado al aliado natural. Los modelos sociales que triunfan tampoco suelen irradiar muchos valores . Pero no sé si ése es el cóctel que facilita que dos hermanos abusen de un pequeño discapacitado . O que se creen bandas de delincuentes niños. O que dos de ellos asesinen a unos ancianos en su casa o que en un pueblo de Cádiz un chico de 14 años siembre el pánico con el intento de violación de varias mujeres.

Por cierto, en una sociedad teóricamente más abierta, el sexo, igual que antes, aparece como el detonante de nuestras peores miserias. Dos de las ONG de mayor reputación están envueltas en episodios miserables. Antes fue el gran escándalo en la Iglesia católica.

La mente humana, pese a todo, es la gran desconocida. ¿Qué repúgnante mecanismo se activa en un docente de 40 años para perseguir a una alumna de 12? Para telefonearla 3.000 veces en un año.

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