Crítica de Cine

El marido era ella

Louise Bourgoin, en el filme.

Louise Bourgoin, en el filme. / d. s.

Jimmy Smits expiaba las culpas de su pasado misógino en el cuerpo de Ellen Barkin en Una rubia muy dudosa, de Blake Edwards; John Travolta y Nicolas Cage intercambiaron sus caras (¡!) y sus vidas en el estupendo thriller Face-off, de John Woo; y no hace mucho Jason Bateman y Ryan Reynolds hacían algo parecido en clave de comedia de cuñados en El cambiazo.

La cinta francesa Cariño, yo soy tú prolonga una misma premisa fantástica y la lleva un paso más allá para intercambiar (extraña magia mediante) los cuerpos de dos amantes, ambos casados, ambos adúlteros, en lo que se supone es una exploración cómica de la eterna batalla de los sexos, los clichés y estereotipos de masculinidad y la feminidad burguesas y un elogio al amor apasionado y a la liberación de las ataduras de las convenciones sociales del matrimonio o la familia.

Con todo, la operación es netamente inofensiva y roma, y descansa esencialmente sobre la inconstante capacidad de Stéphane De Groodt y Louise Bourgoin por suplantar e imitar los gestos y la sensibilidad del género opuesto en una serie de situaciones de enredo poco inspiradas derivadas del intercambio de roles. Una comicidad gestual subrayada por una perezosa tendencia al slapstick de golpes y caídas y lastrada por un intento de rizar el rizo en lo que respecta a las grietas de la hombría o los instintos maternales.

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