De libros

Heroínas de la supervivencia

  • 'Una mujer en el frente'. Alaine Polcz. Trad. Éva Cserháti y Carmina Fenollosa. Periférica. Cáceres, 2015. 240 páginas. 19,50 euros.

La violencia ejercida por las tropas sobre la población civil femenina de los países por los que se desplazaba el frente, en particular a lo largo de la última etapa de la Segunda Guerra Mundial, fue durante años o décadas un tema tabú al que ni los historiadores prestaron la atención debida ni las propias víctimas, que bastante tenían -las que lo lograron- con haber sobrevivido, quisieron dar una publicidad que las habría marcado doblemente. Uno de los más tempranos testimonios fue el de la autora alemana, ya fallecida pero todavía hoy anónima, que publicó Una mujer en Berlín (Anagrama), estremecedor documento apadrinado en su primera edición (1954) por el popular C. W. Ceram y recuperado décadas más tarde por Hans Magnus Enzensberger, para quien fueron las mujeres, pese a los brutales abusos de que fueron objeto, las que "mantuvieron una apariencia de cordura en un entorno de caos".

La definición de Enzensberger, "heroínas de la supervivencia entre las ruinas de la civilización", se adecua como un guante a este otro testimonio que su autora, la húngara Alaine Polcz, sí publicó con su nombre -aunque tuvo que esperar hasta 1991- y tuvo el mismo efecto liberador o catártico que la reedición de la obra citada a comienzos del milenio. Cambian las identidades nacionales, pero la realidad -cientos de miles de mujeres violadas y sometidas, a merced de la soldadesca- es la misma, como en la ocupación japonesa de Corea, como en todas las malditas guerras. En el caso de Polcz (1922-2007), escritora y psiquiatra especializada en la atención a niños moribundos y enfermos terminales, fueron tanto los alemanes como sobre todo los rusos los que convirtieron los meses finales de la contienda en un verdadero infierno, pero la narradora, que muestra un coraje y una lucidez excepcionales, relata también la historia de su primer matrimonio, de acuerdo con un esquema no por repetido menos lamentable: muchacha ingenua se une por amor a un hombre -de letras para más señas- que sólo piensa en sí mismo. El modo sobrio, exento de autocompasión o de patetismo, vincula asimismo los recuerdos de Polcz con los de la anónima berlinesa, mujeres fuertes, vitalistas, valerosas a la hora de afrontar el horror y -otra vez- a la hora de contarlo.

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