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Ni Cardeñosa falla una cosa tan fácil (2-2)

  • El ariete del filial tuvo la victoria en sus botas después de un pase de la muerte de Vidal, pero la echó fuera solo y sin portero. El Almería se adelantó por dos veces, pero le faltó contundencia para mantener a raya a su rival

Es cierto que hay que tener más moral que el Alcoyano para ganar en El Collao. Compongan la fotografía en su cabeza: campo pequeño, con menos de un metro de banda, siete filas en tribuna y preferencia de asientos y alguna más en los fondos con la presión que ello crea, un césped algo quemado por el frío de la sierra... El campo del Alcorcón o el antiguo Santo Domingo de El Ejido eran Wembley comparado con el recinto alcoyano. ¿Se imaginan al Almería en la Ciudad Deportiva de los Ángeles o en el campo de Los Pinos de El Alquián? Esa sensación notaron los futbolistas rojiblancos cuando saltaron por la estrecha bocana de vestuarios.

Para tratar de silenciar a los ruidosos pero muy amables hinchas locales, Alcaraz repitió el once que goleó al Guadalajara. Y lo consiguió, vaya si lo consiguió. El gran comienzo rojiblanco, con mucha presión a los locales y buscando las espaldas de los laterales, iba a servir para que Ulloa rematara a placer su decimoséptimo gol. Goitom, la media naranja del argentino de Navidad a esta parte, recibió pegado a la banda y su centro significaría el 0-1. Como si todos los fines de semana jugara en El Collao, el Almería y su afición parecían estar en casa.

Sin embargo, en vez de minar la moral de su rival, el gol metió en el partido al Alcoyano. A ello también contribuyó la inseguridad de un Acasiete que perdió dos balones peligrosísimos: en el primero el remate de cabeza de Paco Esteban se marchó alto y en el segundo, Rafita sacó en la misma línea de gol un pase de la muerte de Álvaro. Las cosas see habían puesto feas, pero el Almería no se descomponía. Seguía a lo suyo, aunque sabía que tenía que estar más concentrado en defensa.

Y en ésas que Goitom pudo dar una nueva puñalada, pero incomprensiblemente solo, falló. El sueco parece destinado sólo a marcar goles difíciles. Vidal pone un centro perfecto a la cabeza del 11 rojiblanco, que remata sin confianza cuando Ulloa estaba detrás con la caña preparada y a los hinchas locales ya se le había hecho un nudo en la garganta. Era el minuto 35 y de ahí hasta el descanso se respiraba más en el ambiente el segundo rojiblanco que el empate. Sin embargo, la parroquia albiazul se encargó de recordar que Alcoy no es Esparta, pero poco le falta. Los gritos de "¡Deportivo, Deportivo!" se oían en todo Alicante.

Con los mismos protagonistas y un público que reposabla sobre el cogote de los linieres, arrancó la segunda parte. El Almería ya no salía tanto para presionar, esperaba alguna contra. El plan de los rojiblancos estuvo a punto de irse al garete cuando Gato, cuyo disparo rebotó en toda la defensa y terminó entrando con un Esteban ya descolocado, pero Goitom le debía una a la afición rojiblanca y se la pagó. Le gana la espalda a Rojas, Verza lo asiste con calidad y muy despacio y con mucho suspense, el balón termina convitiéndose en el 1-2.

Quizás al revés que en todo el mundo, los goles rivales azuzan al Alcoyano. Los albiazules aprovecharon el paso atrás rojiblanco ejecutado tras el cambio de un dolorido Ulloa por Michel. Sobre todo a balón parado, jugada en la que siempre superaron al Almería, el empate merodeaba El Collao. Y terminó llegando por mediación de Silva. Justo o injusto, da igual, pero el 2-2 deja un sabor muy amargo. Sobre todo después de que Pallarés, sin portero en el punto de penalti, desaprovechara un pase de la muerte de Vidal para que el Almería se quedara con los puntos. La presión de la inexperiencia.

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