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Efecto Mediterráneo

  • Remontada El Almería, arropado por su afición, logró darle la vuelta a un partido que perdía por 0 a 2 y en el que se quedó con dos futbolistas menos Permanencia El descenso vuelve a estar a 6 puntos

El fútbol es el único deporte en el que, aunque parezca que todo está inventado, no deja de sorprendernos y levantarnos de nuestros asientos. Es el fútbol un juego que desata pasiones y que, cuando hay final feliz, suele dejar un estado de bienestar que por un momento nos permite olvidarnos de otros problemas cotidianos.

Ayer, el aficionado que acudió al Mediterráneo por el 'efecto llamada' de la bajada de precios seguro que se fue a su casa radiante de felicidad después de haber soltado una buena dosis de adrenalina. Porque el partido que se vio fue el típico "que hace afición" por todos los ingredientes que tuvo y porque el Almería ganó, aunque no lo tuvo fácil.

Al minuto 21 de partido el luminoso reflejaba un inquietante 0 a 2 favorable a un Valladolid que amenazaba con hacer un descosido sobre el césped almeriense. Pedro León, botando magistralmente una falta desde la frontal, y Goitom, ponían muy cuesta arriba el partido a los pupilos de Hugo Sánchez, a pesar de la revolución en el once. El técnico había damnificado a Carlos García y a Soriano por lo de La Rosaleda, dando entrada a Juanito y Chico, con Pellerano en el lateral zurdo.

A pesar de los cambios, el conjunto almeriense se parecía peligrosamente al equipo que deambuló por Málaga. Con la defensa un tanto desquiciada y con el doble pivote formado por Juanito e Iriney perdido por el centro, nada hacía pensar que el Almería pudiera remontar.

El equipo no transmitía y la grada, con el mejor aspecto de todo el año, estaba tan gélida como la tarde. Las mejores ocasiones de los locales vinieron de jugadas a balón parado botadas por Juanma Ortiz y cabeceadas por Chico, Negredo y Uche, pero sin acierto.

Así las cosas, los equipos se marchaban al vestuario y la afición descargaba su ira contra el colegiado, que aún no había dado de sí todo lo que tenía que dar. Porque a Muñiz Fernández sólo se le discutieron la señalización de algunas faltas.

Con 0 a 2 el Málaga había remontado un partido hacía una semana. La cuestión era ver si el Almería sería capaz de hacerlo. Tiempo había. Además, hace dos campañas, con ambos conjuntos en Segunda División, también se puso el Valladolid con esa ventaja y al final caería por 3 a 2. Había clavo ardiendo al que agarrarse y Hugo Sánchez sacrificó a Iriney para dar entrada a Corona y 'romper' el partido.

Tras un par de acercamientos pucelanos tomaría la manija el Almería, que viviría una última media hora de vértigo. En el minuto 61 una buena conexión entre Uche y José Ortiz, recién entrado al terreno, permite al almeriense poner el balón atrás. Villar impide que llegue Negredo, pero el esférico le cae a Crusat y éste no perdona. Había tiempo por delante.

Sin embargo, Muñiz Fernández quería participar en la fiesta. Sólo dos minutos después expulsa con roja directa a Bruno, cuando la falta era sólo de amarilla. Esa jugada fue determinante porque encendió los ánimos de la grada y terminó de espabilar al equipo, hasta el punto de que Uche lograría poner las tablas con un remate típico suyo, suspendido en el aire, tras un centro pasado de Crusat.

A pesar de estar con uno menos, con el empate a 2, el Almería vuelve a creer en la victoria, pero de nuevo el trencilla propone el más difícil todavía y expulsa con roja directa al nigeriano en el 77. Todavía en estado de 'shock', el Almería lograría, sólo dos minutos después, darle la vuelta al partido gracias a un gol de Negredo que supera la salida en falso de Villar. El punta vallecano se fue al túnel de vestuarios para celebrarlo con los expulsados Bruno y Uche y luego se 'cargaría' el banquillo del cuarto árbitro de un manotazo. De ahí al final, salvo un par de llegadas visitantes, y con Nano expulsado por doble amarilla, no hubo partido y el conjunto almeriense logró 3 puntos vitales que ponen 6 puntos de distancia con el descenso.

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