Se pueden echar paños calientes o se puede dar palos a diestro y siniestro después del mal partido de ayer. Sin embargo, ni el Roquetas era antes tan bueno como para salvarse con muchas jornadas de antelación, ni ahora son tan malos como para tirar por la borda el trabajo hecho a lo largo de los primeros siete meses de competición. Es cierto que ante el Portuense había que ganar por lo civil o por lo criminal, pero, pese a la derrota, para entrar en zona de descenso tendrán que ganar esta tarde sus encuentros Écija, Lucena, San Fernando y Antequera. "Que no estamos tan mal, hombre", que diría Joan Laporta.

Por primera vez esta campaña, los roqueteros han encadenado tres derrotas de manera consecutiva. Cuando más cerca parecía estar la salvación, Écija, Granada 74 y Portuense han sido los encargados de devolver al Roquetas a la realidad. Y la realidad no es otra que, para salvarse, un equipo humilde tiense que sufrir hasta el último minuto de la jornada 38. Si no es así, dificilmente conseguirán los almerienses su objetivo.

En la tarde de ayer, se presentó en el Antonio Peroles un equipo con mucho corazón. El Portuense, con tan sólo doce profesionales (once jugadores de campo más el portero) y cuatro del filial de Preferente, dio una lección de compromiso. En los primeros compases del choque, y aprovechando que estaban las cámaras de Canal Sur, los jugadores gaditanos se abrazaron y se arrodillaron en su área durante algunos segundos para protestar por su acuciante situación económica. Los roqueteros, en un gesto de solidaridad, se limitaron a tocar el balón sin pasar del centro del campo.

Pero cuando ambos equipos se pusieron a jugar, llegó el primer jarro de agua helada. Una jugada por la derecha del equipo gaditana es aprovechada por Diego Ramírez para centrar. El balón, de manera involuntaria, toca en la mano de Víctor Marco y el línier le indica al colegiado principal el punto de penalti. Vizuete Sánchez, aunque lo duda, hace caso a su asistente ante las protestas locales. Rubén no perdona (0-1).

El conjunto de Jordi Fabregat ahogó en el centro del campo al Roquetas. Las ausencias de Esteban, José Manuel y Xavi Molas se notaron en demasía en la tarde de ayer. Xabi Sánchez y Beltrán aportaron mucho trabajo físico, pero faltó la magia de otros días. De esta forma, la defensa portuense no tuvo demasiados problemas para retener a un ataque local bastante previsible.

Y mediada la segunda mitad, una falta lanzada con mucho sentido por Diego Ramírez es cabeceada por Nacho Garrido al fondo de las mallas. El 0-2 hizo que una pequeña facción de los aficionados empezase a corear gritos de "fuera, fuera". Desproporcionado o no, lo cierto es que el mensaje enrabietó al equipo que dispuso de varias ocasiones para haber recortado antes distancias.

Kike Lorenzo y Beltrán tuvieron el tanto en sus botas, pero Manu Taranilla, inseguro en la primera mitad, vital en la segunda, dejó claro que ayer no era la tarde de los locales. Cuando ya no quedaba tiempo para más, el delantero madrileño cabeceó al fondo de las mallas un centro de Romario, para dejar el marcador en 1-2.