Almería-athletic

Tocados y... ¿hundidos? (1-3)

  • El Almería tira por la borda el tanto inicial de Piatti dando todo tipo de facilidades para la remontada con goles de Muniain, Toquero y Orbaiz · La permisividad de Mateu Lahoz propició un partido eléctrico

La permisividad de Mateu Lahoz en el arbitraje dio lugar a una primera mitad de ritmo trepidante y continuas llegadas a ambas áreas, con un Almería pecando de pardillo ante el colegiado valenciano, como si fuera el único desconocedor de su forma de dirigir. 

La primera acción del encuentro, un empujón de Muniain a Michel pegado a la banda interpretado por el árbitro como carga legal, ya dejaba entrever que Mateu tiene un amplio concepto de la ley de la ventaja para no cortar el juego, pero en lugar de beneficiarse de la coyuntura, el Almería volvió a caer una vez más en la protesta fútil. 

El partido pareció encauzarse gracias a la pillería de Crusat y Piatti, las hombres-franquicia de este equipo. Uno presionó a Orbaiz para provocar el fallo en la entrega y el otro se coló entre los centrales con su velocidad para burlar a Iraizoz cruzando la pelota con la diestra superando así la salida del meta vasco. 

Lo más difícil estaba hecho, pero el Athletic conoce la fragilidad defensiva almeriense y se dedicó a explotarla. Gurpegi avisó rebasado el cuarto de hora adelántadose a Marcelo Silva, su marcador, con un testarazo que salió desviado por poco. Luego sería Toquero quien enviara a las nubes tras verse solo en el área gracias a otro empujón a Michel no cobrado por Mateu. 

El empate se rumiaba y Muniain fue el encargado de certificarlo. Para variar, tras otro saque de esquina cabeceado por Gurpegi ante la tostada local que Alves repele con dificultades dejando el balón en las botas del joven león para alojarlo en la red. 

La empanada mental defensiva, no exclusiva de la zaga sino extensiva a todo el equipo, volvía a ponerse de manifiesto ante un Athletic que la campaña pasada hizo sus cuatro goles a balón parado y en el presente curso ya suma 20 dianas de esta guisa. 

La respuesta local antes del descanso estuvo en un gran centro de M'bami a Ulloa que el argentino controló de fábula para definir de pena y prolongar así su preocupante sequía. 

 

En la segunda mitad Joaquín Caparrós destapó todas las vergüenzas locales, pues si todos los entrenadores conocen el peligro de los unionistas en ataque, también están al tanto de sus lagunas defensivas. 

Para muestra, un botón, la jugada del 1-2. Llorente condujo perseguido a dos metros por hasta tres contrarios, abrió a la banda para Toquero, que recibió libre de marca, sin oposición alguna, recortó a Luna en el área pequeña y definió con un zurdazo raso. 

Si el golpe moral fue duro, el 1-3 iba a resultar definitivo por la forma en que se produjo. Orbaiz enmendó su error inicial inventándose un trallazo desde 40 metros que sorprendió a un Alves descolocado. La senda que ha tomado el Almería es peligrosa y el equipo parece haber entrado definitivamente en barrena. Con la fe de Piatti no basta.

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