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Tuvo en su cabeza el gol para encumbrarse

  • El del filial ayuda a Motta con las llegadas de Galán

Lo que hicieron ayer en el Estadio de los Juegos Mediterráneos entre Lucas Alcaraz y José Ángel Pozo es, cuanto menos, para nuevamente creer en un equipo que sin juego ni posesión, está sacando la cabeza de abajo a base de entrega y sacrificio. Posiblemente el de ayer fue el partido más flojo en lo que a fútbol se refiere de las últimas décadas, pero con ocho bajas y un once titular que podía desmoronarse con sólo soplarle, la victoria sólo podía conseguirse con el método Lucas: portería a cero. El método Lucas y un soberbio Pozo, que se ha echado al Almería a sus espaldas en el momento oportuno y está haciendo méritos para que un grande venga con dinero más pronto que tarde.

Lo que quedaba del Almería para jugar ayer eran catorce jugadores del primer equipo y cinco del filial. Dicho en términos más técnicos: doce profesionales y siete sub'23, puesto que Gaspar y Pervis no tienen contrato de Segunda División. En este contexto, sólo se podía confiar en Lucas Alcaraz, un técnico que no va a salir ovacionado cada fin de semana por el fútbol que propone, pero que ha conseguido dotar al Almería de algo que no tenía: gen competitivo.

Una de las apuestas obligadas que tuvo que hacer ayer el granadino fue la de Corredera. Volante en el filial, ayer le tocó jugar de extremo derecho y demostró que tiene detalles de buen futbolista, pero está como Pozo en su primera temporada como rojiblanco: algo verde. Con tiempo, teniendo la cabeza fría y perdiendo el miedo, algo que el malagueño ha conseguido esta temporada para terminar de explotar, el proyecto será una gran realidad.

Quizás a Corredera le tocó bailar con la más fea. El lateral zurdo del Córdoba Galán estuvo incisivo, sabía que debía de medir el nivel del rojiblanco, pues los nervios le podían traicionar en su debut, y le puso en un aprieto en más de una ocasión. Pero el catalán hizo lo mejor que pudo las órdenes de Alcaraz: ayuda a Motta para evitar uno contra uno y soltarse cuando el equipo buscaba el contragolpe. No llegó mucho al área califal, pero en uno de sus escasos ataques tuvo el tanto en su cabeza en el segundo palo a centro de Nano. Sin embargo, lo vio tan fácil, que el miedo escénico se apoderó de él y remató fatal. Era el gol para consagrarse, para dar la victoria, pero lo logró Motta y Corredera se fue igual de feliz.

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