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Por el carril del descenso

  • Entre que Pervis no se defiende ni a sí mismo y Fidel no hace nada, la jornada puede ser no mala, sino peor

  • Tres arietes en la segunda parte y sólo fueron capaces de rematar dos veces

Fidel, más tiempo tumbado en el césped que encarando, ante la mirada de Pervis, cuya aportación fue igual de nula.

Fidel, más tiempo tumbado en el césped que encarando, ante la mirada de Pervis, cuya aportación fue igual de nula. / carlos gil

La victoria del Córdoba prácticamente en la medianoche del viernes aumentaba los problemas del Almería. Por otro lado, todo el mundo contaba con que esos tres puntos iban a ir al casillero blanquiverde, pues desde que se reforzó en el mercado invernal, es un equipo fiable. Todo lo contrario que los rojiblancos. Ese resultado hacía comenzar la jornada al Almería con los mismos puntos que el cuarto por la cola, la Cultural. Es decir, que la diferencia máxima de siete puntos que hubo precisamente con los leoneses se ha dilapidado totalmente.

La presión era máxima para visitar uno de los campos más complicados de la categoría en estos momentos de la temporada. A faltar de disputarse el grueso de la jornada, los de Alcaraz saltaron al césped sabiendo que si no obtenían un buen resultado, se podía entrar nuevamente en el pozo tantas jornadas después. Irremediable está claro que no es, pues en las últimas cinco fechas siempre pasan las cosas más sorprendentes, pero moralmente sí que deprime verse entre los cuatro peores equipos de la categoría, con una racha de resultados y una forma de jugar que hacen perder la fe hasta a la Curia Vaticana.

Como muestra, un botón. Hoy por hoy, y posiblemente mañana y dentro de varias temporadas también, el Zaragoza es mucho mejor equipo que el Almería. Que los locales salieran a dominar, es lo lógico y normal. El énfasis inicial maño encerró a los rojiblancos, que no eran capaces de dar dos pases seguidos. Lo que chirriaba y preocupaba es que Borja Iglesias, en cada balón parado, rematara totalmente solo en el área. Si no se adelantó el Zaragoza, fue primero porque Papu se encontraba en fuera de juego y quiso anotarse él el tanto en lugar de dejar que el remate de cabeza del 9 aragonés acabara en las mallas, y después porque René demostró sus reflejos de gato, ante un remate del propio Borja Iglesias que le había ganado el puesto con total comodidad a Morcillo en una jugada ensayada cercana al área.

Mientras Hicham, compañero de Iglesias en el Celta B, no había tocado ni una sola bola con peligro. El planteamiento de Alcaraz, con presencia de hasta cinco hombres en el centro del campo, era sensato en pos de frenar a los maños. El problema es que nadie sabe salir de la presión y, por supuesto, un extremo que vista de rojiblanco lleva sin desbordar desde que Aleix Vidal se marchara al Sevilla. Tan sólo pudo montar una contra el conjunto almeriense, no llevada con verticalidad, lo que provocó un remate lejano de Tino Costa que no llegó a poner en aprietos a Cristian.

El que sí tuvo que volver a salvar a su equipo fue Rene. A los fallos en el marcaje y la tremenda fragilidad de la defensa, sobre todo por el costado de Pervis, se unen los excesos de confianza, un cóctel perfecto para temblar cada segundo que pasa. Joaquín se equivocó de forma flagrante siendo el último defensor, le regaló el balón a Pombo, que chutó desde donde no se sorprende a un hombre como el meta gaditano. Quien sí estaba en posición de batirlo era Papu, que le sacó las vergüenzas a Fidel y a Pervis en un palmo de terreno, pero se cruzó Verza en el momento en el que iba a chutar el delantero blanquillo.

Había aguantado el Almería medio tiempo sin encajar, pero quedaba lo más duro, sobre todo porque el Zaragoza retomaba energías tras el descanso y sabía que en el costado izquierdo rojiblanco iba a ser una autopista por donde atacar con total tranquilidad. Así fue. Entre que Pervis no defiende y Fidel no ayuda, Benito llegó mirar cara a cara a René y puso el pase de la muerte a Papu. Por supuesto, éste estaba solo en el punto de penalti, no vaya a ser que a alguien se le rompiera la uña si defendiera como es debido.

Es lo que tiene jugarse la vida con un lateral que tácticamente es un cero a la izquierda y un extremo pasota, que si ya la temporada pasada no aportó absolutamente nada, ésta se está superando. La excusa de las bajas puede colar, pero no es de recibo que un equipo como el Almería, capital de provincia, con una masa social normal para la categoría y con una historia contemporánea más o menos importante, tenga un equipo tan flojo, indolente e inadaptado a la categoría.

Los tres cambios reflejaron esto. Es normal introducir a dos delanteros y un extremo, del filial y que sólo había jugado unos minutos en Alcorcón, en busca del empate. Sin embargo, entre los dos sólo fueron capaces de rematar una vez a puerta, el 2-1, y eso que tuvieron un par de centros bastante en condiciones de Álamo y Lozano. Caballero se pone con tres goles como máximo anotador de los cuatro atacantes. Todo está dicho.

El gol no sirvió para nada, ni para poner nerviosa a la grada, puesto que Joaquín se había encargado de enterrar cualquier mínima posibilidad de sumar. El almeriense, fallón como nunca se le había visto desde que subió al primer equipo, se dejó ganar la posición ante Borja Iglesias que definió como no hacen los rojiblancos ni en los entrenamientos.

Con el pitido final, las cámaras enfocaron al palco donde se pudo ver a Alfonso García con una cara que es el reflejo del club y hasta de la afición: todo está a la deriva y la marejada cada día tiene al equipo más cerca de la Segunda B. Ni el presidente, que no se lo ha gastado en fichajes, da una gorda por la salvación.

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