Al Barcelona sólo le queda una bala en la recámara, aunque es la más poderosa. La Liga de Campeones es el último clavo al que se agarra para evitar la caída: un triunfo borraría la angustia vivida este año, pero una derrota provocaría el mayor incendio de la "era Laporta".

Son días de tensa espera. Hace semanas que el Barcelona sólo vive para la cita de mañana ante el Manchester United en la ida de las semifinales de la Liga de Campeones.

Con la Liga española virtualmente perdida, sólo le queda una competición a la que agarrarse, pero es la más importante, aquella por la que todos suspiran.

El "entorno" del club se conjura para realizar un acto de fe. Visto el rendimiento de uno y otro equipo, nadie duda de que el Manchester es el favorito, pero la realidad es que en la Liga de Campeones cualquier cosa puede pasar, como demuestra la historia.

El Barcelona se soporta con un pie en el cielo y con el otro en el abismo. Así es la realidad de un club en estado de convulsión, pero que aparcó los problemas para dedicarse a soñar con un triunfo que necesita de veras. Es la diferencia entre cerrar la temporada con éxito o con fracaso. Porque si el equipo conquista la Liga de Campeones, el hincha azulgrana aplacaría su ira y concedería una tregua a Joan Laporta, su discutido presidente, que también necesita el triunfo como el que más.

Además, el club podría acometer su anunciada reforma con menos traumas de los previstos, con jugadores no tan devaluados después de la hipotética conquista de un título como el de la Liga de Campeones.