Reportaje

Los 'hooligans' rusos: violentos y nacionalistas

  • Los disturbios en el fútbol en Rusia son habituales y los grupos suelen ser protegidos por algunos políticos.

Puñetazos, bates, imitaciones de los chillidos de un mono, lanzamiento de plátanos a futbolistas negros y cruces gamadas por todas partes: hooligans violentos y de extrema derecha son los que llevan la voz cantante en las gradas del fútbol ruso.

Los altercados protagonizados por los ultras rusos en Francia no son casualidad, pues la violencia forma parte del fútbol en el país más grande del mundo. Los grupos más radicales son los del Spartak de Moscú y el CSKA, que organizan batallas campales para pegarse. A veces participan diez por cada bando, a veces cientos. Llegan de la nada y empieza la pelea.

Los grupos suelen tener buenos contactos con las altas esferas políticas. Por ello pueden movilizar a miles de seguidores en poco tiempo para una pelea y sólo son sancionados con castigos simbólicos por sus actos racistas en los estadios. Las actuales sanciones suelen acarrear la exclusión temporal de ciertos seguidores, si bien la Federación Rusa anunció que empleará mano dura con vistas al Mundial de 2018.

Una figura central del movimiento hooligan en Rusia es Alexander Shprygin, que dirige desde 2007 la Asociación de Hinchas Rusos que él mismo fundó. La organización recibe un cupo de entradas para los partidos de la selección tanto en casa como fuera, como es el caso de la Eurocopa. Alto y de constitución fuerte, Shprygin es considerado el cabecilla de los grupos de extrema derecha y cuenta con buenos contactos en la política. En 2010 trascendieron fotos suyas con Vladimir Putin, el presidente ruso.

Shprygin, de 38 años, es un empleado del vicepresidente del Parlamento Igor Lebedev, hijo del ultranacionalista Vladimir Zhirinovsky. "No veo nada terrible en la batalla entre los hinchas. Los muchachos hicieron un buen trabajo. ¡Sigan así!", escribió en su cuenta de Twitter Lebedev después de las peleas en Marsella. Shprygin fue uno de los 40 aficionados rusos detenidos por la Policía francesa como sospechosos de participar en los disturbios de Marsella.

Algunos expertos acusan al ministro de Deportes, Vitaly Mutko, de minimizar el problema a dos años del Mundial. El influyente político también recibió críticas por festejar el gol de Rusia en el estadio mientras los ultras de su país pegaban a los ingleses. Mutko, no obstante, defendió a los suyos: "Los nuestros son provocados permanentemente".

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