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Las piezas del puzzle rojiblanco

  • El Oviedo fue arrinconando a su oponente poco a poco, como cuando un boxeador comienza a aventajar a su rival a los puntos

  • Al final, la calidad de los contrarios más pudientes se impone

Nano trata de zafarse de Joha para sacar el centro al área.

Nano trata de zafarse de Joha para sacar el centro al área. / xurde margaride

Similar al último choque en Pamplona. Así percibí el encuentro, grosso modo, después del desarrollo del juego en el Tartiere y de la actitud de los de Lucas Alcaraz. Si bien, una repetición mejorada, porque en aquella ocasión hubo menos atrevimiento y escasas llegadas. Se viene constatando, este equipo de Alcaraz da la cara, compite de tú a tú, incluso lo hizo en el estadio de uno de los claros favoritos al ascenso. Por fin, tras el anterior descenso de Primera, la Unión Deportiva Almería ya ejerce como equipo de Segunda 100%. Como si fuera el mismísimo Numancia, se ha convertido en un duro hueso de roer para los adversarios. Parte de culpa la tiene Lucas Alcaraz, porque como se suele decir, se juega como se entrena, y a este grupo de jugadores se le adivina la misma tensión de los entrenos a la hora de disputar el balón. Lo malo es que ese compromiso no garantiza nada, más allá de no hacer el ridículo, sobre todo cuando se juega fuera de casa. Al final, la calidad de los contrarios más pudientes se impone. El Oviedo fue arrinconando a su oponente poco a poco, como cuando un boxeador comienza a aventajar a su rival a los puntos. Todo esto, con el concurso involuntario de Alcaraz que, con el afán de mejorar con los cambios, terminó por hundir la nave. No es que haya un fondo de armario espectacular, pero la correcta combinación de las piezas cobra, si cabe, mayor importancia. Prescindir de Mandi, en medio de una típica batalla de Segunda, para apostar por Caballero, no es que mejorase el panorama. En cualquier caso, no fue un partido para cebarse con los supuestos errores y sí para saber que, de momento, el equipo está vivo, con apuros, pero vivo. La inestimable aportación de Pozo, que pasa por ser quien da sentido a la transición entre la media y la delantera, resulta decisiva. El extraordinario jugador malagueño minimiza las carencias de la medular y hace que sus compañeros de ataque parezcan de plata, en vez de bronce. Y digo bronce porque los actuales delanteros rojiblancos entroncan más con ese metal, que se suele relacionar con la Segunda B. Si no fuera por Pozo (otra asistencia más), las opciones de lograr la salvación se reducirían. El nuevo fichaje que se ha confirmado, el del delantero centro italiano Soleri, vendrá con la misión de no depender tanto de su mejor compañero, porque nadie está exento de sufrir una baja forma o una lesión (toquemos madera). Demasiada responsabilidad para un chaval de 20 años con futuro, pero escasa experiencia. Ojalá que no sea el último en llegar, porque según Corona se buscaba a un extremo derecho y a un centrocampista, aunque al día siguiente del anuncio se confirmó el aterrizaje del ariete transalpino. Nula conexión se vislumbra entre el cuerpo técnico y la dirección deportiva, máxime en estas fechas clave. Veremos qué tesis se impone al final, si la de la dirección deportiva o la del técnico de turno, en teoría más volátil. Todo un puzzle para encajar el del actual club, a la espera de ensamblar sus piezas. Habrá que estar atentos a los próximos acontecimientos.

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