Baloncesto l NBA

El reto de volver a ser tan bueno

  • Nueve meses después los Rockets recuperan a Tracy McGrady, un superclase lastrado por unas rodillas de cristal y por su cruz en los play-off · A sus 30 años el alero persigue, en Houston, su último tren hacia la gloria

Quedan 35 segundos y el equipo pierde de diez contra San Antonio, contra los Spurs de un Tim Duncan en plenitud. McGrady toma el balón, bota y encesta un triple. Le sigue una buena defensa de los Rockets; McGrady corre, bota y triple con falta personal, cuatro puntos de una tacada; Houston defiende pero los Spurs anotan; McGrady vuela y otro triple. San Antonio tiene la bola para sentenciar... pero McGrady roba y clava otro triple ante una maraña de incrédulos que no pueden asimilar lo que ven con apenas un segundo por jugarse. Houston vence 81-80 en la remontada más inverosímil de la historia con 13 puntos en 33 segundos de un sobrehumano. El expediente X que ocurrió en el Toyota Center aquel 12 de diciembre de 2004 fue la obra maestra de la estrella de cristal por excelencia de la NBA: Tracy McGrady. Tras estar al borde de la retirada, condenado por las rodillas, T-Mac vuelve a las canchas después de nueve meses. El básket recupera a uno de sus mejores magos.

McGrady fue en su día lo que Óscar de la Hoya al boxeo, un golden boy que auguraba oro para la franquicia que apostase abiertamente por él. Lo hizo Orlando, donde el alero de Florida explotó como máximo anotador de la Liga en 2003 y 2004. T-Mac (su apodo más conocido) se instituyó como un fijo en el All star, como un filón publicitario y como un gancho perfecto para atraer a las masas al pabellón. Ante tal eclosión (se rumoreaba que los Lakers lo querían junto a Bryant) los Rockets pusieron la chequera para llevarse a Tracy.

Muchos daban ya por perdido este verano a uno de los mayores talentos de todos los tiempos (fue señalado por la revista especializada Slam en 2003 el 75 mejor baloncestista de la historia de la NBA). Tim Grover, el fisio que recuperó para la causa a Gilbert Arenas o que no hace muchos años trató a Michael Jordan, fue el último recurso de McGrady, que acudió al gurú de Chicago con la rodilla izquierda destrozada.

Tras casi un año de oscuro ostracismo y de rehabilitación Grover dio el alta al jugador. "Todo vuestro", le comunicó al servicio médico de los Rockets, que esta temporada tienen más de la mitad del salary cap (presupuesto del equipo) en la enfermería, ya que el chino Yao Ming se perderá lo que queda de curso por una lesión que también casi le retira. McGrady tuvo sus primeros minutos durante esta semana. Jugó siete minutos ante los Pistons (anotó un triple y capturó tres rebotes). Su presencia fue testimonial. Se trataba de darle la bienvenida a las canchas, de que el Toyota Center aclamase de nuevo a su estrella por unos instantes, de que los Rockets mandasen un recado al resto. "Ya hemos llegado a semifinales de conferencia sin él, si vuelve sano, vamos a por todas".

Lo cierto es que los Rockets hace tiempo que superaron la McGrady-dependencia. Con la llegada de Rick Adelman al banquillo el equipo texano ha ido adquiriendo un espíritu guerrero, un armazón muy a la europea, con protagonismo del colectivo. A eso contribuyó sin duda Luis Scola, el prototipo de jugador que todo entrenador quiere tener en su bando. También es cierto que McGrady ha dado muchas alegrías a la franquicia de Houston, pero arrastra un pesado San Benito al no haber conseguido nunca pasar un ronda de play-off en ningún equipo. Probablemente es el jugador más excepcional que no lo haya logrado. Seguramente haya sido el acicate para que el alero haya hecho lo imposible por retornar a las pistas. Sabe que este año los Rockets podrían ser la única alternativa a los Lakers de Bryant y Gasol en el Oeste.

La historia de McGrady, no en vano, siempre fue de superación. Desde sus años como problemático estudiante hasta su desembarco en la NBA. De hecho T-Mac pasó directamente del instituto a la gran Liga consciente de que sus malos hábitos como estudiante enterrarían sus opciones en la universidad. Con apenas 18 años recaló en la gélida Canadá. Toronto le seleccionó en el séptimo puesto de la primera ronda del draft del 97. En los Raptors McGrady empezó a despuntar, pero pronto se vio eclipsado por la sombra de su primo carnal, Vince Carter. Ambos protagonizaron en 2000 el concurso de mates más espectacular que se recuerda. Eran primos pero existía una pugna. "O tú o yo". Así que el 3 de agosto de 2000 los Raptors trasparon a Tracy McGrady a los Orlando Magic, donde el de Florida alcanzó su cima a nivel individual, pero el equipo se estrellaba una y otra vez en la postemporada. En 2004 los Magic llegaron a un acuerdo con los Rockets para un cambio de estrellas: T-Mac por Steve Francis. Y en Texas, lesiones y más lesiones...

"Estaba nervioso y con ganas de volver a sentir en la pista. No sabéis lo que he pasado". Tracy McGrady ha vuelto maduro. A sus 30 años sabe que está ante su último tren de ser recordado como algo más que una estrella de cristal. Ha dejado atrás su dorsal número uno por el tres. Quizás ahora entiende que con él solo no basta para alcanzar la gloria. Si las rodillas responden en febrero veremos a T-Mac en el fin de semana de las estrellas. A pesar de llevar casi un año en el dique seco es uno de los cinco más votados del Oeste para ser titular en el All star. Algo que no ocurre desde que 1991 cuando Magic Johson, inédito en su última temporada, fue aclamado por las masas para estar entre los mejores.

Uno que sabía algo de esto y que desde hace poco está en el cielo siempre lanzaba la misma retórica, madrugada tras madrugada: ¿Por qué eres tan bueno McGrady?

2004

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