Educación

PISA: el talón de Aquiles de Andalucía es la calidad

Luis Sánchez-Moliní

Durante todo el año 2012, el sistema educativo mundial ha vuelto a ser sometido a ese intensivo test trienal que es el informe PISA (Program for International Student Assesment), que suele poner en evidencia las miserias de la enseñanza andaluza en unos momentos en que el discurso oficial no se cansa de recordarnos la necesidad de avanzar hacia una sociedad del conocimiento como método para cambiar de modelo productivo y de superar la actual crisis económica. Aunque los resultados del informe no se desvelarán hasta finales de 2013, durante 2012 se ha procedido a un intenso análisis del documento elaborado en 2009 y publicado en 2011. 

 

En el caso de Andalucía, destaca el estudio llevado a cabo por el Catedrático de la Universidad Pablo de Olavide y miembro del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, Antonio Villar, financiado por la Fundación BBVA, documento que llega a una conclusión que ya todos nos temíamos: Andalucía aprueba en extensión de la educación a todos sus ciudadanos y en igualdad de oportunidades, pero suspende estrepitosamente en la calidad de sus enseñanzas. Es decir tenemos un sistema deficiente que alcanza a todos. El viejo debate entre igualitarismo y meritocracia vuelve a ponerse sobre el tapete. El estudio de Villar deja dolorosamente en evidencia que nuestra comunidad autónoma se encuentra a la cola de España y Europa en lo que al índice de desarrollo educativo se refiere, algo que se debe al muy reducido número de alumnos que alcanzan la excelencia. Si se observan los datos españoles, Andalucía ocupa la cola en este índice con 57 puntos sobre 100, los mismos que Baleares y Canarias y superando sólo a Ceuta y Melilla. Andalucía está a una amplia distancia de 19 puntos de la media nacional (76). Estos datos serían más digeribles si España fuese un país destacado en el informe PISA, pero lo cierto es que nuestro país ocupa el último puesto de los 16 países europeos analizados por el Informe, por debajo de Grecia y Portugal (los parias oficiales de la actual UE) y a años luz de países como Finlandia, Bélgica u Holanda. La falla Norte-Sur que se observa en el Viejo Continente se reproduce (como si de un sistema fractal se tratase) en España: una vez más las autonomías del norte consiguen  mejores resultados que las del sur, una tendencia que difícilmente cambiará en los próximos análisis.

¿Cuáles son las soluciones ante este panorama desolador? Por lo pronto, hacer realidad ese mantra que se repite en la política española desde, prácticamente, el inicio de la Democracia: un pacto de Estado que dé rigor científico, consistencia presupuestaria y estabilidad en el tiempo a nuestro marco general de enseñanza, algo muy difícil entre una izquierda aficionada a las extravagancias pedagógicas (como quedó en evidencia con la tan discutida Logse) y una derecha que suele representar en demasía los intereses de la Iglesia Católica. Además, según algunos habría que permitir que los alumnos más destacados puedan tener una enseñanza diferenciada que estimule sus capacidades y que sirva de ejemplo al resto de compañeros. No parece que, por ahora, esa sea la tendencia.

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