Manuel Lozano Leyva. Catedrático de Física Atómica y Nuclear y novelista

"Al PSOE no lo pongo ni bien ni mal, simplemente no existía"

  • Lozano es autor de 'La rebelión de la Vulcano' que dedica a a Marilú, su primera mujer, y "los valientes que lucharon por la democracia".

Cuando llega a Palma de Mallorca de alférez, Manuel Lozano Leyva (Sevilla, 1949) es padre de dos hijos, Manolo y María. Casado en segundas nupcias con una alemana, dedica La rebelión de la Vulcano (Algaida) a Marilú, su primera mujer, y "los valientes que lucharon por la democracia". Eduardo Jordá estuvo en un reemplazo posterior en la  misma compañía de las Baleares. Lozano es catedrático de Física Atómica y Nuclear, pasa el verano entre La Habana, en el campo, y el barquito en el que suele navegar con su ex correligionario Fernando Feijoo. En la foto, en la calle Vulcano de Sevilla.  

-¿Por qué volvió a la mili?

-Mientras estaba escribiendo la novela, la escribí muy rápido y muy cabreado, fue cuando toda la corrupción, los nuevos partidos empezaron a denostar esta democracia que tanto trabajo costó traer a España, murió mi primera mujer, la madre de mis hijos. Fui a la hemeroteca a ver los periódicos de aquel verano de 1975; la cantidad de detenidos que hubo aquel verano, y entras en Google y sólo aparecen el periodista Huertas Clavería y una médica.

-¿El Vulcano o la Vulcano?

-El Vulcano cuando lo construyen como cargador minero en Ferror, la Vulcano cuando la convierten en fragata en Cartagena. Fue republicano y franquista.

-¿Usted era uno de los siete magníficos?

-Yo fui el que planeé el secuestro de la fragata. Estoy convencido cuarenta años después de que si lo conseguimos acabamos con el franquismo. El contexto internacional era propicio, el conflicto con Marruecos, la revolución de los claveles un año antes, pilotos de Torrejón habían planeado bombardear el Pardo.

-Y pocos turistas...

-La ocupación de aquel verano no llegó al 40%. La campaña de Olof Palme, al que quisieron ridiculizar, fue decisiva. Renunciar a las vacaciones en España no era tan fácil siendo entonces España tan barata.

-¿Temieron pagarlo caro?

-Creíamos que ni a nosotros ni a los de la ETA y el FRAP nos iba a pasar nada. A ellos los fusilaron.

-¿Y a ustedes?

-No tuvo ninguna consecuencia porque, poco antes de la fecha prevista para secuestrarla, la fragata desapareció. Nunca supimos por qué, si fue por necesidades de servicio o no. Sobre ese o no trata la novela.

-¿Es cierto que José Luis de Vilallonga mandó un pelotón de fusilamiento en la Guerra Civil?

-Lo contó en televisión.

-Pasó de suministrar café y coñac a los soldados del pelotón a protagonizar Desayuno con diamantes con Audrey Hepburn...

-Y fue grande de España.

-¿Las revoluciones se hacen para ligar?

-Santiago Carrillo era un ligón impresionante. Siempre hay un trasfondo sentimental.

-Una moto en la portada y en la historia. Easy Rider con música de Nino Bravo.

-La guitarra eléctrica Fender Stratocaster era mía.

-¿Sigue pensando que Felipe González fue un invento de los alemanes?

-Algunos me dicen que por qué hablo mal de los socialistas. No los pongo ni mal ni bien, los pongo en su sitio y eran inexistentes. Todo lo que se inventó después es rigurosamente falso. El PSOE no tuvo nada que ver con el antifranquismo, que es cosas de comunistas, sindicalistas, la UMD y un sinfín de individualidades. Otra cosa es la intuición de Willy Brandt, que acertó con Felipe. Los americanos preferían al Partido Comunista porque sabían que jamás iba a tomar el poder.

-¿La Armada era la más invencible?

-La más reaccionaria de un Ejército que no servía absolutamente para nada.

-¿Llegaban las noticias al Centro de Instrucción de Reclutas 14 de Mallorca?

-Yo entré de guardia el día que el Consejo de Ministros se reunía para decidir si conmutaba las penas de muerte y cuando salí ya los habían fusilado. A los de Madrid los ejecutaron en el parapeto de las Grajas del Hoyo de Manzanares donde meses antes habíamos hecho prácticas de tiro.

-Es el verano de la tromboflebitis de Franco...

-Y se prepara la Marcha Verde. Era la única dictadura que quedaba. Le faltaba un empujón y se lo queríamos dar nosotros.

-¿El novelista se come con papas al físico?

-Es mi sexta novela, pero todavía tengo más libros de ciencia y ensayos. Estoy escribiendo sobre el conflicto entre la ciencia y la religón, las creencias en general, que fue mucho más creativo de lo que la gente cree. La Iglesia atacó a la ciencia, pero también la generó. La mayoría de los represaliados fueron religiosos. Giordano Bruno era dominico, Galileo tenía dos hijas monjas. Donde no hubo conflicto, no hubo progreso. Por eso nunca han avanzado el islam y el budismo, no tienen problemas con la ciencia.

-¿Volvió a Mallorca?

-Pero invitado por el Parlamento Regional para hablar de temas científicos.

-¿Se han reencontrado como los quintos?

-Nunca. Una vez uno de ellos, abogado, me mandó un sms cuando fui a Barcelona a presentar una novela. A todos nos da un poco de pudor hablar del tema, primero porque no salió, y porque aquello fue un producto de los cubatas.

-Siete alféreces de siete regiones distintas...

-Una de las cosas buenas del servicio militar obligatorio es que permitía el contacto de gentes de toda España, la historia de Cataluña o del País Vasco es tan de España como la de Cáceres, Pontevedra o Almería. Por eso yo soy partidario de un servicio social obligatorio para todos los españoles y las españolas.

-¿La mili de las mujeres?

-Puede ser en el Ejército, Cruz Roja, Protección Civil, Salvamento Marítimo o Bomberos. Un año de tu juventud al servicio de tu país, de tu sociedad, de tu patria, de tu gente, como dicen ahora los modernos. 

-¿Europa era el objetivo?

-Los demás alféreces ya habían viajado por Europa. Yo no tenía pasaporte. Pude hacer la mili gracias a que no había ordenadores y no salieron mis andanzas

comunistas. No hubiera hecho la mili ni contado esta historia, que es una novela, no mis memorias.

-¿Dónde fue después?

-Volví a Zaragoza, a dar clases en el colegio de la madre de los Labordeta. Yo vivía en la misma calle que José Antonio y sustituí en las clases a su hermano Manolo, que se dedicaba a jugar al tenis.

-Simón Sánchez Montero ya salía en otra novela, Muchos años después, de Gabriel y Galán, una parodia ácida del exilio...

-Fue una de las razones por las que dejé el Partido Comunista, el choque entre los que volvían del exilio y los del interior. Salieron casi todos escopeteados.

Éramos mucho más antifranquistas que comunistas. Un amigo decía: "¿Te das cuenta de que si estuviéramos en Rusia nos habrían mandado a Siberia?".  

-¿Y la reunión de Estoril?

-Se lo leí a Anson, a quien don Juan le decía Chiquito.

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