Juan Luis Muriel, ex secretario general del ministerio de Medio Ambiente

"Del desastre de Aznalcóllar no aprendimos nada"

"Del desastre de Aznalcóllar no aprendimos nada"

"Del desastre de Aznalcóllar no aprendimos nada"

-Hace veinte años del desastre de Aznalcóllar. ¿Qué es lo que le viene a la mente al recordarlo?

-Que no hemos aprendido nada. Hubo planes ambiciosos después, como el Doñana 2005 o el Corredor Verde, pero vuelven a concederse licencias de explotación minera en Sierra Morena, donde se hace lo mismo desde la época de Roma. Es un modelo productivo que deteriora el medio ambiente y que no produce riqueza ni mantiene a los jóvenes. Son empresas de fuera que siguen un sistema casi colonialista. Y si hay un accidente lo pagan los españoles.

-En el caso Bolidén sigue sin haber responsables. ¿Impunidad, negligencia o complejidad procesal?

-Es que es un buen tinglado. Son multinacionales con sedes lejanas vinculadas a empresas fantasmas... Pero nada, nosotros seguimos en lo mismo, en un modelo económico del siglo II a. C.

-Dicen que da trabajo...

-Sí, claro, se vende como un modelo de desarrollo en una zona deprimida que genera ingresos por impuestos y que crea empleo. De entrada, los trabajadores especializados vienen de fuera. Y la producción minera depende del precio del metal en el mercado. Cuando no renta, se van después de haber esquilmado el territorio. No merece la pena.

-Y apenas llevaba un año en el Ministerio cuando sucede la catástrofe. ¿Cómo se enteró?

-Era la Feria de Abril. Estaba haciendo noche en Almonte, precisamente en el entorno de Doñana, pues al día siguiente recibía una visita de Estado, no recuerdo quién, que quería conocer aquello. A eso de las siete de la mañana me despierta el director del parque y me da la noticia.

-¿Y qué decisión tomó en primer lugar?

-Dejar tirada a la visita. Luego tengo una reunión telefónica de urgencia con las distintas administraciones. Había que evitar que los residuos tóxicos llegaran al Parque de Doñana. Había que levantar un muro que frenara el vertido. Intentamos aunar todos los recursos disponibles para construir el muro y pedimos ayuda incluso a los agricultores de la zona. Todo aquello costó un dineral público.

-¿Un bautismo de fuego?

-Fue difícil. Había mucha confusión. Los técnicos hacían cálculos de dinámica de fluidos para proyectar de qué tiempo disponíamos y mientras pasó de todo. Había quien discutía cuestiones competenciales, hubo quien presionó para que se enviara al Ejército... Fueron momentos tensos. Y yo, al atardecer, lo que veo es que el Guadiamar ya está bajando contaminado...

-La balsa rota dejó escapar los residuos de la explotación minera: cinc, plomo, cadmio, plata, etcétera. ¿Cómo afectan a la naturaleza?

-Los metales pesados se acumulan en los organismos vegetales y animales y, a partir de una cantidad, son venenosos, por así decirlo. El problema era que la zona iba a estar mucho tiempo contaminada. Miles y miles de camiones estuvieron sacando lodo y tierra durante años. Pero también estaba el agua que bajaba, que era un peligro para la vida de Doñana, del Guadalquivir y del litoral y, por tanto, para nosotros cuando nos comemos la gamba, el langostino y el pescadito.

-¿Sigue contaminada el agua?

-La contaminación en el suelo de esos cauces es histórica, desde Roma, aunque el desastre supuso un incremento a lo bestia; en un año más que en dos mil. Se hizo mucho, se hizo un esfuerzo grande, pero quedan restos. Es posible que no sea un agua óptima, pero sí son niveles tolerables.

-¿Aznalcóllar no ha sido entonces un antes y un después?

-Llegué a creer que sí, pero desgraciadamente no se hacen políticas de futuro, nada de ordenar una actividad a largo plazo para Sierra Morena. En España, unos, otros y los de más allá únicamente miran las próximas elecciones. Y eso es un verdadero problema.

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