El ambiente sigue estando pleno de diversión y risas como el primer día. El Recinto Ferial acoge un entorno en el que no parece que la festividad llegue a sus últimos días. Más de un pequeño se niega a que las atracciones se desmonten y se despidan hasta el año que viene.

Las familias exprimen al máximo cada uno de los momentos ya que hasta el año que tendrán que esperar un año para poder volver a pisar el Recinto y gozar de las atracciones.

La música y las luces hicieron pasar una velada inolvidable a todos los asistentes

A primera hora de la tarde los lunares y los estampados coloridos ya se hacían paso entre la multitud. Los más pequeños volvieron a desfilar de un lado del Recinto a otro como verdaderos profesionales de la moda, y algún que otro padre orgulloso.

Los trajes de flamenca y los de campero fueron el centro de muchas miradas. El recorrido habitual desde la Caseta Infantil a las atracciones y viceversa, dejó a más de uno dormido en el carrito a la hora de volver a la casa.

La música y las luces hicieron pasar una velada inolvidable a todos los asistentes. A pesar de que algún que otro mayor trabajara al día siguiente, las familias no dudaron en aprovechar al máximo estos últimos momentos junto a sus pequeños en la Feria.

Los caprichos dulzones como el algodón de azúcar, los gofres o los churros, no faltaron una tarde más.

Algún que otro maquillaje empañado, reflejo de la enorme diversión pasada en el Gusano Loco o el Tren de la Bruja. Muchas flores se perdieron esa tarde, pero no importaba, lo único que tenía gran relevancia era pasárselo en grande.

A la hora de despedir la velada, algún que otro pequeño se hacía de rogar. Muchos fueron los que se negaban a montarse en el carrito y dejar atrás las atracciones. A pesar de ello, los padres volvieron a convencerles para descansar a la espera de un nuevo día.