Feria

Boquiabiertos ante los colosos

  • Cientos de niños expectantes aguardaban ayer por la tarde la llegada del Pasacalles con Gigantes que recorrió el Recinto Ferial · Muchos pequeños veían el espectáculo por primera vez con gran asombro

En la tarde de ayer el Recinto Ferial estaba especialmente atestado de chiquillos. Al preguntarles el motivo por el que habían asistido se observaba que no sólo habían acudido porque las atracciones costasen 1,50 euros durante toda la noche, al ser el Día del Niño, sino que gran parte de los mismos esperaba con ansia el momento en el que diese comienzo el Pasacalles con Gigantes y Cabezudos previsto para las 20:00 horas.

Curas, romanos, princesas, jeques árabes, los Reyes Católicos y hasta el mismísimo Don Quijote. Doce fueron los jóvenes encargados de pasear hombros a estos muñecos de cartón-piedra por todo el Recinto Ferial, haciendo que esta arraigada tradición se conserve año tras año.

A la familia Jerez la avalan ya tres generaciones de Gigantes. El más pequeño del clan, David Valdivia Jerez, de tan sólo 4 años, decía querer llevar uno, mientras se introducía bajo los faldones de uno de los colosales disfraces.

"Yo me acuerdo de que, cuando era pequeño, me hacía muchísima ilusión ver a los Gigantes y Cabezudos con mi padre. Es de los recuerdos de mi infancia que más presente tengo y que conservo con más cariño y, por eso, he traido hoy a mis hijos, para que puedan disfrutar de ello del mismo modo en el que yo lo hacía; bueno, y que aún continúo haciéndolo, para qué engañarnos" afirma José Martínez, padre de Rosa y David.

"Vengo a verlos porque esta gente tan alta no se ve por la calle", explica Álvaro Alonso, de 6 años. Pese a su monumental tamaño, en ningún niño despertaron el más mínimo miedo en ningún niño. Y es que no se sabe exactamente qué tienen, pero estos titanes despiertan la admiración de todo el mundo.

Cuenta la leyenda que estos seres milenarios sólo despiertan de su sueño estival con el sonido estridente de trompetas, acompañado de un demoledor redoble de tambores. Pasadas las 20:00 horas, empezaron a sonar los primeros acordes del toque de Diana la mano de la banda San Indalecio, que fue la encargada de desardomecerlos. Acto seguido, los 12 Gigantes iniciaron su andadura desde el Circo, dispuestos a danzar con todo el que se prestase por las calles del recinto. Los allí presentes no se quedaron indiferentes, y fueron decenas de grandes y pequeños los que se incoporaron al pasacalles bailando con las figuras y haciendo palmas al ritmo de la música.

No obstante, también hubo quien prefirió no inmiscuirse en la cabalgata. Los mayores formaron un manto de flashes queriendo inmortalizar el momento con diversos teléfonos móviles y cámaras fotográficas, mientras que las caras de los más pequeños reflejaban todo tipo de emociones.

Algún que otro niño examinaba catatónico el espectáculo de los Gigantes con la boca abierta, para algunos era la primera vez que lo divisaban, mientras que otros tantos estaban ya algo más acostumbrados al evento. Lo cierto es que ayer nadie podía esconder la magia que desprenden estos muñecos entre sonrisas y palmas.

Cuando finalizó el recorrido, los portadores de los trajes salieron de los mismos para recuperar energías y refrescarse, ya que, en pleno mes de agosto, las altas temperaturas se convierten en un handicap para estos fabricantes de ilusión. Al mismo tiempo, una vez detenidos los Gigantes, centenares de niños se acercaron con sus padres y familiares para fotografiarse con ellos. "El desfile no termina para Paula hasta que consigue una foto con el grupo. Se ha convertido en toda una tradición para nosotros" afirma Ana Cañadas, madre de la pequeña.

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