Después de tres buenas faenas de Ruiz Manuel, José Tomás y Daniel Luque, muchos aficionados se quedaron con ganas de más en la segunda parte, pero el éxito no llegó, ni siquiera para el almeriense que lo dio todo y se excusó con un gesto torero y señorial. Dado el magnífico cartel, estoy seguro de que a nadie le importaría repetirlo cualquier otro día. La ovación, grande para los tres, y el entusiasmo y el éxtasis para la actuación de Tomás en su primero de la tarde. Supongo que, por ello, el público fue muy generoso y solicitó una segunda oreja que le valió salir a hombros por la puerta de la Avenida de Vilches.
Los pitos, en este caso, una gran bronca, fue la que se montó en los accesos a las gradas con la enérgica protesta de los espectadores que habían pagado una entrada a muy buen precio para un asiento reservado, mientras un numeroso grupo de personas con entradas de invitados sin reserva de asiento impedían el paso y la visión de muchos espectadores. Conatos de avisos a la policía y denodados esfuerzos de los acomodadores y vigilantes de seguridad para controlar la situación. Afortunadamente, la paciencia tiene límites asombrosos, pero la empresa debe tomarse muy en serio reservar un espacio para los invitados y no regalar ni una sola entrada más.
Ayer hice el paseíllo de entrada en la Plaza con Antonio Sevillano -'el sol también existe!- y un debutante en Almería, Salvador García Luján, que en compañía de María del Mar Berenguel y Julián de la Puente disfrutó de nuestro singular ambiente. Y para disfrute, el de la merienda-cena, puesto que comenzó a las 20.25 horas y veinte minutos más tarde no había salido el cuarto toro. Extraordinario el ágape y la generosidad de Rosi, Teresa, Mari Carmen, Marieli, Juana, José Miguel y Manolo Fernández, José Miguel León y Pepe Jiménez en el palco número uno. ¡Gracias!.
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