Feria

Feliz reencuentro con la Fiesta

  • La novillada devolvió el colorido a las gradas y tendidos del coso almeriense en el que los espectadores pasaron una tarde agradable, aunque muy calurosa, y compartieron la primera merienda del abono

Algo más de media entrada fue suficiente para crear el ambiente festivo en la Plaza de Toros que los aficionados estaban esperando tras un largo año. Teniendo en cuenta que la primera del ciclo siempre es una novillada, no está mal, aunque para la empresa no sea lo deseable ni para el conjunto de la feria taurina tampoco. Pero ahí estuvieron los de siempre, fieles abonados que año tras año no quieren perderse ni un festejo, y otros aficionados a los que hay que felicitar por su asistencia y, en el caso de quienes estuvieron al sol, por su valentía para soportar las altas temperaturas de la tarde de ayer. Para muestra, un botón, y para ser concretos, 33 grados a la sombra al inicio de la novillada y sólo tres menos al final del mismo.

Lo cierto es que la novillada supuso un feliz reencuentro con una remozada Plaza de Toros , a la que este año no se le ha dado un lavado de cara como en otras ocasiones, sino un baño completo que la ha dejado flamante, teniendo en cuenta, naturalmente, que el coso de la Avenida de Vilches está a punto de cumplir nada mas ni nada menos que 121 años.

Las obras llevadas a cabo se han podido comprobar, para el público en general, en el exterior de la Plaza, con una nueva pintura y detalles que han querido dejarla como se concibió en el momento de su construcción. También se han realizado reformas en los pasos interiores y en las caballerizas. Casi todos los aficionados coinciden en que, aunque es una Plaza ciertamente incómoda, precisamente por su antigüedad, tiene un encanto especial que no han conseguido en otras, y eso es logro y un mérito que los almerienses debemos saber conservar y transmitir.

Recuerdo que el pasado año sugerí la posibilidad de poner aire acondicionado durante el desarrollo de las corridas. Dada la comprensible dificultad que mi petición tiene, este año planteé con algunos trabajadores de la Plaza la opción de que los festejos fueran nocturnos; todo para evitar que cada año mi camisa recuerde la imagen de Camacho como seleccionador nacional, empapada desde el cuello hasta el último botón que queda bajo el pantalón. Seguro que mi sugerencia encuentra muchos adeptos y seguidores como los que al inicio del cuarto toro, tras la primera merienda del ciclo, coreaban con entusiasmo: ¡ahora, ahora! para referirse al momento en que una suave brisa corrió por los tendidos y las gradas como si acabaran de abrir la puerta del Mar Mediterráneo. Sin duda, fue uno de los mejores momentos de la tarde para el respetable.

Decía que la tarde había sido un feliz reencuentro que comenzó en el patio de Conserjería con el saludo a Paco Molina, Juan Fernández Vallejo y José Navarro, responsables de la empresa que cada tarde cuidan y atienden una zona por la que accedemos los medios de comunicación. Tras un afectuoso saludo a Gabriel Luis García Callejón, un erudito de la tauromaquia, comprobé el aumento de dimensiones de mi cuerpo ante la dificultad para pasar por la estrechísima puerta, que todo hay que decirlo, de acceso a los tendidos y gradas, en los que los saludos se fueron sucediendo, algunos especiales para mi, como sucedió con Leticia Muñoz, una voz encantadora a la que seguí varios años en las retransmisiones de la Cadena Ser, para saber todo lo que ocurría en el callejón, y lamentablemente hoy desaprovechada para la Fiesta Taurina.

De la merienda tendremos ocasión de hablar a partir de mañana, pero les puedo anticipar que las de ayer fueron para concederles los máximos triunfos.

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