Feria

Ruta Gastronómico-taurina (y 4ª)

  • El recorrido gastro-turístico estival concluye en un establecimiento de probada solera: La Gloria, de Juan Valverde; quien se quedó con el traspaso de un "puesto" que solo servía vino peleón y anís

EN la intercesión de la calle Granada con la Rambla, presumía, con razón, de una excelente "plancha", además de una variada oferta que abarcaba del desayuno tempranero a la copa tardía. Tomar café en él supone un ritual irrenunciable en tarde corrida o antes de asistir al "sorteo" matutino en el patio de caballos. Con el nombre La Gloria-Parrilla, desde hace unos meses la propiedad recae en la familia Salmerón, la misma del Bar Pasaje, en Rueda López.

Dicho lo anterior, es oportuno señalar que este primer tramo de c/. Granada -a pocos pasos del humilladero, cementerio y Puerta de Belén, Convento de las Sierva y ermita de san Blas- era de los espacios urbanos más reconocibles de la ciudad. Aquí se despedían los entierros y daban el pésame a los deudos de quienes emprendían el último viaje hacia el cementerio de San José. Así se hizo con distintos fallecidos por asta de toro: Borinqueño, Luis Muñoz, Manolé, Iguiño (novilleros), Andrés Herrerías (carrero) y Ramón Egea (espontáneo).

Invitado por Emprende CADE -dependiente de la Junta de Andalucía y dirigido por Jorge J. Fernández- participé en una mesa redonda de sugerente contenido: "La tapa de Almería. Orígenes y estado de la cuestión"; o lo que es lo mismo: gastronomía local en pequeñas porciones. A los asistentes di cuenta de dos noticias sobre la antigüedad y bondad de nuestras tapas, inéditas incluso para los profesionales de Ashal. Valgan ahora para epilogar los itinerarios gastronómicos desarrollados a lo largo de la semana en este cuadernillo ferial. Así, el antecedente inmediato de Casa Puga fue El Malagueño (de 1865 a 1906): fonda, mesón y confitería de Antonio Lorenzo y posterior de su viuda, ocupando el bajo y principal del actual edificio. De los más concurridos y famosos del casco histórico:

Fonda del Malagueño, viuda de Lorenzo. Santo Cristo nº 2, Almería. Establecimiento situado en un punto céntrico de la población, con magníficas habitaciones, gran comedor y excelente trato. Almuerzos de 10 a 12 de la mañana. Comida, mesa redonda (¡) a las 6 de la tarde: precios convencionales.

Hasta aquì llegaron en mayo 1862 el barón Charles Davillier y Gustavo Doré (ilustrador de El Quijote). Tras un no cómodo periplo por Andalucía en el que la comida no fue abundante ni "sabrosa", los ilustres viajeros franceses arribaron al mesón El Malagueño, donde al fin encontraron un decente jergón donde descansar y unos fogones acordes a su paladar. Aunque parcos en palabras, dejaron testimonio escrito de la buena nueva tras visitar Murcia y Granada y antes de partir a Málaga:

Después de nuestra fatigadora excursión a las Alpujarras, el alto en Almería nos resultó de una incomparable molicie. Las camas de la fonda Malagueña nos parecían excelentes y la cocina de aceite, suculenta…

Para la asegunda noticia debemos avanzar a junio 1928, mes en el que el Colegio Oficial de Médicos rindió homenaje al Dr. Gregorio Marañón. El insigne personaje se trasladó a Almería en compañía de dos buenos amigos: Ignacio Zuloaga y Ramón Pérez de Ayala. Ambos le acompañaron al banquete ofrecido el día 12 en la sede colegial por el acreditado Bar Viena. Tal fue la carta del "extranjero" menú: Entremeses, Huevos a la Romana, Merluza a la Holandesa, Crestenés a la Irlandesa, Rosbeef a la Moda, Puding, Frutas y Café. El resto de los dos días de estancia, el pintor y escritor deambularon por la ciudad hasta hacer guardia en Puerta de Purchena. Allí le esperaba el Bar Cipriano y su sugerente aroma a marisco… Y claro, se pusieron moraos y oro de gambas a la plancha (plancha alimentada por carbón). Hasta dos docenas contó el periodista que atendió la noticia:

Ramón, ¿a que nunca has probado unas gambas más exquisitas? Nunca, Ignacio, nunca. Dan ganas de quedarse a vivir en Almería

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