"La visita del Rey y el anuncio de que Quinito y Lagartijo chico despacharían seis Otaolas, fué lo suficiente o para que fuera imposible encontrar habitaciones donde hospedarse. Cómo a los lectores de Sol y Sombra les importa poco conocer los festejos que se hicieron en honor a D. Alfonso, paso a ocuparme solamente de la corrida, que sin disputa ninguna fué lo que más agradó a propios y extraños.
Media hora antes de comenzar las fiestas se hallaban todas las localidades ocupadas por gente ávida de presenciar las faenas de los diestros.
La corrida estaba anunciada para las cuatro y media; pero con objeto de que Su Majestad pudiera asistir a ella, dió comienzo media hora antes.
El presidente se presenta en el palco, hay su correspondiente pitorreo, se hace la señal, aparecen las cuadrillas y estalla una salva de aplausos. El primero de los de Otaolaurrichi es berrendo.... estocada en todo lo alto, que hace cisco al bicho. Ovación al sevillano que estuvo valiente y demostró gran inteligencia.
El Rey se presenta en el palco regio y estalla una ovación.
La lidia se suspende por breves momentos. Don Alfonso saluda y el público porrumpe en vivas de entusiasmo.
El de Otaola, mientras tanto, recibe seis picotazos de los de la calzona, los derriba otras tantas veces y acaba con la vida de dos potros.. pasa el animal a manos de Lagartijo chico, que muletea cerca y valiente. A paso de banderillas coloca José una entera algo tendida. Ovación y su correspondiente oreja. Sale el Rey....Relampaguito que actúa de sobresaliente, coloca par y medio buenos (Palmas)... Del ganado ninguno de los seis con la edad reglamentaria... El presidente, sin haber comprendido aún lo que es una corrida de toros".
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios