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Feria de El Puerto

La Feria se abrocha el cinturón

Probablemente, y crucemos los dedos para que la situación no vaya a peor, la Feria de El Puerto 2010 será recordada por enfrentarse a la mayor crisis económica de los últimos años. Intentando no pecar de alarmistas ni exagerados, la realidad es la que es, y tanto los portuenses que visitan el recinto ferial como caseteros y comerciantes coinciden en que los bolsillos del consumidor están diezmados, que no hay tanto dinero como en otras ediciones y que recortar gastos no es ya una opción, sino más bien una necesidad.

Durante la tarde de ayer, eran varios los comercios que admitían que tras años de vino y rosas, ha llegado la hora de abrocharse seriamente el cinturón: "Llevamos tres años con los mismos precios y ni nos planteamos subirlos porque hay mucha competencia" comentaba la gerente de un hamburguesería en uno de los paseos más concurridos de la Feria.

En su negocio, a pie de barra, hablamos con un cliente, al que acompañan su mujer e hijas: "200 euros al mes que nos va a quitar la administración. Este año menos comer en la caseta y más hamburguesas y filetes de lomo en el chiringuito" aseguraba un funcionario que prefería no dar su nombre, cabreado con las últimas medidas gubernamentales.

Es obvio, y sólo había que darse un paseo por las principales calles de la Feria para comprobarlo, que gente hay, que el ambiente y las ganas de fiesta persisten pese a la coyuntura económica. Pero también es cierto que en época de crisis se agudiza el ingenio.

En la tarde de ayer eran cientos los jóvenes que hacían botellón en las zonas aledañas a la portada mientras que las casetas juveniles permanecían medio vacías. Evidentemente, los precios de las macetas (un mínimo de 6 euros si mezcla alguna bebida alcohólica tipo ron o whiskie, y 3 si hablamos de cerveza o tinto) no pueden competir con el precio de una botella adquirida en un supermercado.

Por ello, algunas casetas han lanzado ofertas llamativas a precios competitivos. Por ejemplo, un vaso de mojito a 2,5 euros garantiza el éxito de la caseta de la Veracruz, siempre llena de gente. Una ración de gambas por 8 euros, -en la caseta del Partido Andalucista- cuando normalmente superan los 10, resulta una extrañeza que incita al consumo. Los caseteros se han visto forzados a buscar nuevas ofertas, atractivos que impidan que la gente acuda a los puestos cercanos de comida a consumir o adentren la bebida procedente de otros negocios . De hecho, ayer se podían leer varios carteles situados en las puertas de algunas casetas: "Prohibido entrar productos de fuera".

Por tanto, cuanto más exclusivos sean los productos de una caseta mayor posibilidad de negocio tendrán. De este modo, la mítica caseta de "Los Pinchitos", la de Galicia con su pulpo lucense o la de Extremadura y sus productos de charcutería ibérica apenas ven mermada su clientela. Sin embargo, si no poseen un rasgo distintorio, resulta màs difícil hacer caja.

Otros comerciantes han optado por adecuar su horario a las horas con más tránsito de clientes. Ayer sorprendía ver algunos chiringuitos cercanos a las casetas juveniles cerrados al medidodía. Todo tiene su explicación: "Ayer trabajamos hasta la seis de la mañana. Por la noche y la madrugada es precisamente cuando más clientes tenemos y sale más rentable abrir a esas horas y descansar por la mañana" aseguraba Luís Cortés, propietario de un puesto de cómida rápida.

Pese a todo, los vendedores confiaban en que el fin de semana y la llegada de público de otras localidades ayudaran a mejorar las cuentas.

Los precios de este tipo de comercios conectan perfectamente con el consumidor más joven, pues raro es el producto que supera los cuatro euros, precio perfectamente asumible. Sin embargo, se han podido ver algunos jóvenes degustando la comida traida desde casa sentados en los bancos del paseo, imagen que ha puesto de relieve que todos, mayores y menores, buscan métodos de ahorro.

La Feria resulta cara, y si echamos un vistazo al pasado, podemos comprobar que el gasto se ha disparado considerablemente. Si hace una década la ración de jamón costaba aproximadamente 7 euros (1.200 pesetas de aquel entonces), hoy cuesta mucho más del doble, 16 euros. La tortilla de patatas, que costaba 400 pesetas, hoy cuesta 4 euros. La media botellade fino ha pasado de las 650 pesetas a los 6 euros, y los cubatas de 400 pesetas a 5 euros. Juzguen ustedes mismos.

En definitiva, tanto consumidores como comerciantes han tenido que usar su imaginación para buscar soluciones que alivien la actual crisis económica. Cada cual se ha buscado la fórmula para salir airoso de una feria, que pase lo que pase, haga sol, truene o llueva, o con más pena que gloria, nadie quiere perdérsela.

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