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"Ojalá toreara aquí todos los días"

  • Máxima expectación en Jerez por la vuelta a los ruedos de José Tomás Los comerciantes se mostraban encantados con la cantidad de público que acudió a los alrededores de la plaza.

"Mamá, hoy va a triunfar 'el Tomás'. Ese es el que va a ganar". La frase la pronunciaba con ilusión un niño de diez años que se colocaba bien el jersey sobre los hombros, en una de las puertas de entrada a la plaza de toros de Jerez, minutos antes de que el primer astado pisara el ruedo. Esas palabras encarnaban el sentir general de todos los que sabían que ayer volvía José Tomás a los ruedos. No era una tarde de toros cualquiera y todos lo sabían: los bares de la zona estaban a rebosar más de dos horas antes de que todo comenzara, los reventas querían hacer un negocio redondo y los puestos de chucherías ofrecían precios más baratos para captar clientes antes de que accedieran por fin al recinto.

Nadie quería perderse la cita. El rey emérito Don Juan Carlos llegaba a la plaza ante una gran expectación junto a su hija, la infanta Elena. También se dejaban ver por la barriada de La Constancia artistas de la talla de Joaquín Sabina o estrellas televisivas como Ana Rosa Quintana, Mercedes Milá o Jesús Quintero.

Pero la estrella era José Tomás. La noche del viernes, se hospedó en su hotel sobre las nueve y media. De allí no salió hasta por la mañana, cuando alrededor de las diez y cuarto salió a dar un paseo, una rutina propia de la mayoría de toreros, que favorece su concentración y su puesta en forma. A su vuelta, descansó un rato hasta las 14,30, cuando se marchó a almorzar, bajo una gorra que le otorgaba cierta reserva de su privacidad. Después, imbuido ya en el rito, volvió a su habitación para vestirse de corto. Sobre las 18,30, tan solo media hora antes de que comenzara la corrida, la recepción del Hotel Jerez estaba repleta de aficionados, que le vitorearon en su salida, donde se montó en un vehículo que le llevó directo hasta la Constancia. Allí le esperaban entusiasmados otros tantos aficionados.

Para el resto de mortales, la jornada había comenzado temprano. El sábado se entonaba distinto a otros y las nubes no parecían capaces de estropear una tarde tan especial. Muchos optaron por irse al mediodía al Real de la Feria para después tomar camino en coche de caballos hasta la plaza de toros, cuyos alrededores aguardaban abarrotados. Sobre el albero del González Hontoria, mucho taurino. En la Peña Taurina Juan José Padilla se notaba que hoy toreaba, además de José Tomás, 'El Ciclón de Jerez'. "La gente viene, come y se va para los toros. Suponemos que el hecho de llevar la caseta el nombre de una peña ayuda. Pero sí, la mayoría de los que están aquí van a ir a los toros", comentaba uno de los camareros en la Feria.

Mientras tanto, la sensación era la misma en los alrededores de la plaza. "Todas las reservas estaban completadas y prácticamente no hemos podido ni trabajar", afirmaba un camarero a las 19 horas, cuando ahora sí comenzaba a vaciarse su local después del almuerzo. Su tono cansado dejaba ver la satisfacción de un duro día de trabajo: "Ojalá toreara aquí José Tomás todos los días. Vamos, es que esto debería ser como en Madrid, un mes de toros, y verás como acabamos con el paro". Este profesional paraba un solo segundo de recoger vasos y comentaba: "Esta noche también lo tenemos todo reservado. Vamos a dejarlo todo listo para cuando termine la corrida".

El revuelo y la ilusión por volver a ver al torero han traspasado fronteras y no era raro escuchar hablar a algún extranjero por los alrededores de la barriada de La Constancia. Los más rezagados quisieron comprar la entrada con la corrida empezada, pero hecho de haber nacido muy al norte de Despeñaperros encarecía el precio. Dos entradas por 400 euros, ofreció un reventa a una pareja, que desestimó la oferta de forma inmediata.

Todos esperaban el mejor día de toreo y de ventas. "Esperemos que no llueva a la salida como ayer", señalaba un cochero, que esperaba el final de la corrida para llevar al público de vuelta a la Feria del Caballo. "Lo que arrastra el maestro no lo conseguirá nunca nadie", incidía uno de los empleados de los puestos colocados en el perímetro de la plaza. Las vendedores de almohadillas también estaban contentos: "Hoy ha sido un gran día, mucho mejor que los anteriores".

Cuando comenzó la corrida, los alrededores de la plaza se fueron vaciando. Todos habían tomado acomodo. Unos dentro de la plaza y otros en los balcones del edificio Picasso, en el que se encontraban los 'VIP' que no habían tenido que pasar por caja para disfrutar de José Tomás. Otros no tuvieron tanta fortuna y se fueron a disfrutar del último día de Feria en el Real del parque González Hontoria.

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