El fiscal

Elegacia

Hoy llaman referente a lo que toda la vida ha sido un ejemplo. El abogado Manuel Toro, inolvidable aquel arranque de pregón ante la “batería de micrófonos”, representa a una generación de cofrades que poco o nada tienen que ver con una Semana Santa marcada por el frikismo y el postureo. La elegancia era su sello, la elocuencia su virtud y la discreción su norma. Tenía la hermosa costumbre de aludir a su hermandad, a su capilla del Museo, como el acudidero de su vida. Su voz estará siempre entre las voces que marcaron la juventud de muchos cofrades. Siempre será recordado por su trayectoria ejemplar, una autenticidad hoy poco valorada y su amor a la Virgen de las Aguas. Seguro que al llegar al cielo le ha besado la mano y Ramón Pérez de los Santos le ha pasado el pañuelo mientras Paco Santos estaba encendiendo la cera alta. 

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