La primavera parece que tiene a nuestras más altas instituciones, como adolescentes, algo revueltas. Han pasado unos días que por estos lares vivimos de forma muy especial, no se puede negar que la Semana Santa es un acontecimiento cultural, social y una celebración de los sentidos en nuestra tierra. Pero el contradictorio barroco este año ha llegado al paroxismo conviviendo un Papa llamando a la laicidad del Estado con cuartetos de Ministros proclamándose a voz en grito, nada más y nada menos, "novios de la muerte" o posando en fingidas estaciones de penitencia.

Decía Muñoz Molina que el conflicto catalán nos impedía hablar de "las cosas importantes", la opereta de fugados y repúblicas ficticias se ha completado con Ministros disfrazados de legionarios o capataces de pasos, presidentas que falsifican sus notas escolares y reinas no electas, que ganan 100.000 euros al año, montando numeritos de nueras celosas. El sueño electoral crea monstruos.

Abducidos ante esta tramoya seguimos con nuestras realidades. Debería preocuparnos que esta Semana Santa, en medio de la dorada recuperación, solo se han creado en Jerez 330 efímeros puestos de trabajo o que el proyecto de presupuestos del Estado solo contempla para nuestra ciudad una exigua inversión en seguridad del aeropuerto, mientras nuestras pensiones pierden poder adquisitivo en un país donde crece, denunciado por organismos internacionales, la desigualdad. Se llena la boca de demagogia con "castigo permanente revisable" y solo destinan 80 millones contra el crimen machista, de los 200 comprometidos en el Pacto de Estado, se llena la boca de "España" pero Andalucía no recupera el 37 por ciento recortado en 2017. Por favor, al menos por un momento, dejen ya la representación, un poco de pudor democrático no es pedir mucho.

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