Barroca

"El Scarlatti visionario es una creación actual"

  • Después de su exitosa grabación de las 'Goldberg', han pasado más de cinco años para que Andrés Alberto Gómez se decidiera a publicar otro disco en solitario, que dedica a Scarlatti

El clavecinista manchego Andrés Alberto Gómez.

El clavecinista manchego Andrés Alberto Gómez. / Pablo Fernández Juárez

Andrés Alberto Gómez (Albacete, 1978) es uno de los más reconocidos clavecinistas españoles del momento. Su grabación en 2011 de las Variaciones Goldberg de Bach fue la primera hecha para el clave por un intérprete español y alcanzó notable resonancia internacional. Director del conjunto La Reverencia y fundador del sello Vanitas, Gómez es un músico reflexivo y al que le gusta madurar sus proyectos. Ha dejado pasar siete años para su nuevo trabajo en solitario, una selección de 17 sonatas de Domenico Scarlatti.

-¿Cuánto tiempo en realidad planificando este proyecto?

-Dos años y medio o un poco más. Scarlatti es, junto a Bach, un compositor fundamental de la literatura para clave. Y sentí que era el momento. Compré todo el material, las 555 sonatas, y poco a poco fui estudiándolas, con la intención de tener una idea más amplia de todo su lenguaje, como formación para mí mismo. Lo hice sin intención de grabar ni nada. Simplemente leer. Como el que lee literatura para divertirse. Un trabajo muy gratificante. Con el tiempo vi que merecía la pena dedicarle una grabación. Seleccioné 80 o 90 sonatas, que estudié más concienzudamente. No es nada fácil. Ahora entiendo a gente como Hantaï, que le ha dedicado ya cinco discos. De las 555 piezas, hay un ramillete de entre 80 y 100 que son muy buenas, explotan las posibilidades del clave desde una formación napolitana, como tenía él, muy italiana y virtuosística, explorando todos los timbres del instrumento. Luego vino otra criba. Tuve que hacer el esfuerzo de quedarme con 17, aunque en principio fui a la sesión de grabación con 19 o 20. Normalmente voy con más música de la que finalmente grabo. Me quedo con lo que más me convence.

-¿La ordenación final de las piezas en el CD responde a alguna intención?

-Intenté contar una historia en la que los afectos de cada sonata se fuesen compenetrando. En España existió la práctica de tocarlas en grupos de dos, pero no siempre he seguido ese guion. Scarlatti nunca dejó dicho nada al respecto.

-Ha usado un instrumento flamenco, una copia de un Ruckers de 1624. ¿Por qué esa elección?

-La idea original era hacerlo en un clave italiano que sonase a madera hueca. Estuve buscándolo por España, pero no lo encontré.

-Va a tener que aclararme eso de la madera hueca.

-Es algo que tengo en la cabeza, una visión particular si quiere. Con los claves italianos, por su tipo de construcción, corres siempre el riesgo de que suenen demasiado metálicos y ásperos. Pero he escuchado instrumentos italianos que suenan a madera hueca, como si manteniendo su intensidad típica sonasen más aflautados y redondos, como cuando coges una calabaza, le das un golpe con los nudillos y suena a hueco o como cuando tocas una tiorba o un archilaúd y notas que hay como una catedral dentro. Yo buscaba un italiano que tuviese ese sonido aflautado con esa catedral dentro. Pero en España no lo encontré. Tengo un italiano de Ugo Casiglia y no suena así, por eso no lo hice en mi clave. El Ruckers era el instrumento con mejor mecánica que tenía a mi alcance. Me gusta trabajar en el instrumento en el que voy a grabar. Además, descubrí que uno de los claves de María Bárbara de Braganza era flamenco, y eso justificaba la elección. Es un instrumento que tiene unos agudos muy aflautados, que funcionan muy bien para la tesitura aguda de Scarlatti, y unos bajos que sin ser lo abigarrados de un clave italiano, tienen cierta profundidad.

-¿Cuáles eran sus intérpretes de referencia para la música de Scarlatti?

-Scott Ross nos marcó a todos con su Scarlatti. Me quedo con esa perfecta idea melódica que está en todas sus interpretaciones. Y de Pierre Hantaï destacaría la inmediatez del sonido, que logra con esa rapidez tan especial de sus dedos. Son los dos que más me han influido y a los que más me gustaría acercarme en mis interpretaciones de Scarlatti. Esta grabación está influida por ellos.

-¿Ningún pianista?

-Horowitz me gusta mucho, aunque no he escuchado muchos pianistas haciendo Scarlatti. Pienso que su música funciona muy bien en cualquier teclado. Y se ha creado una escuela pianística para su música, posiblemente porque en el siglo XIX llamó la atención su carácter folclórico. Nadie podía imaginarse que del siglo XVIII viniera algo así, tan raro. Hay aspectos de su música que de todos modos no me convencen demasiado en el piano. Para muchos acompañamientos, con tantas acciaccaturas en la mano izquierda, es necesario un clave, porque si no, el efecto, que se creó para potenciar el sonido, no se entiende, se pierde. Cuando escucho esos acompañamientos en el piano, con tantas notas en la mano izquierda y es todo tan suave, tan piano, no los entiendo, me suena extraño. El efecto que se buscaba era justo el contrario, lograr mucho sonido.

-¿Es el folclore la principal referencia de esta música?

-Veo un cruce de elementos napolitanos y españoles. Hay una línea lógica desde los partimenti napolitanos de principios del XVIII, que enseñaban a improvisar y componer a partir del bajo. Si tu resumes cualquiera de sus sonatas a un bloque armónico te sale un modelo de partimento. La referencia folclórica más visible son esas imitaciones de guitarras o castañuelas, pero las encontramos en sitios muy específicos de unas pocas sonatas. La vinculación más relevante con la música popular es el concepto de la repetición de un tema rítmico o de un sistema de unos pocos acordes. Son cosas que no encuentras en ningún compositor anterior a él. Después, sí, músicos como el Padre Soler o Vicente Rodríguez las usan, pero porque se lo escuchaban a Scarlatti. En este sentido, fue un innovador.

-A Scarlatti se lo ha visto como antecedente de la música clásica, romántica e incluso impresionista. ¿Era acaso un visionario?

-No estoy demasiado seguro. Como persona era muy reservado. Sabemos muy poco de él. Parece que le gustaba pasar desapercibido. Si asumimos como cierta esa visión tan vanguardista debió de revolucionar el movimiento musical de su época, y no tenemos tantas crónicas que hablen de eso. La idea del Scarlatti visionario es una creación actual. Sin quitar mérito ni valor a sus innovaciones, fue un hombre que vivió en la sombra, ni siquiera su círculo más cercano lo encumbró. Ahí estaba Farinelli por encima de todos. Para los españoles, Soler tiene incluso más importancia. Si en su tiempo su música se hubiera visto como revolucionaria, habría llegado de él sin duda otro tipo de información.

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