Cultura

Sobre la autenticidad y el estilo

  • 'Bach: Variaciones Goldberg'. Dúo Mélisande. Paraty.

Fue durante muchos años la divisa del movimiento llamado historicista: la autenticidad. Se suponía que los intérpretes clásicos se habían acercado tradicionalmente a la música anterior a 1800 usando instrumentos y criterios que no se correspondían con los del tiempo en que las obras habían sido compuestas, y la propuesta era corregir eso mediante una aplicación rigurosa de técnicas de recuperación y construcción de instrumentos y de los postulados interpretativos, conocidos por los testimonios, la iconografía y los tratados antiguos, todo ello con el objetivo de restituir el sonido de la música a su estado original, auténtico.

Con el paso del tiempo, y ante la evidencia de que la pretensión de los pioneros del historicismo parecía imposible de alcanzar o inútil, el concepto de autenticidad ha ido mutando, y hoy se vincula más a la capacidad de los intérpretes para interiorizar las obras del pasado y ofrecerlas como objetos artísticos actuales, después de pasarlas por su sensibilidad y su entendimiento del estilo, que puede basarse, por supuesto, en el empleo de instrumentos y criterios interpretativos históricamente informados, aunque no necesariamente. Desde esta perspectiva, una opción como la de este Dúo Mélisande, que forman los guitarristas franceses Sébastien Llinares y Nicolas Lestoquoy, la de interpretar las Variaciones Goldberg de Bach con sus instrumentos, ha dejado de ser un empeño a contramano de las corrientes dominantes, para fundirse sin estridencias en este magma posmoderno y laxo que se ha impuesto en el terreno que un día ocuparon los ortodoxos del historicismo.

Lo cierto es que Bach siempre se salió un poco de la aplicación más rigurosa de los postulados dominantes, pues una importante tradición interpretativa del siglo XX se apoyó en la idea de que su obra suponía la cúspide de la música entendida como arte abstracto, absoluto, lo que permitía el acercamiento a sus pentagramas con casi cualquier instrumento e intención. Llinares y Lestoquoy usan sus guitarras, y lo hacen sin complejos, eludiendo las repeticiones y adaptando el lenguaje bachiano a sus exigencias. El resultado es un Bach reconocible en su estilización, su ligereza y sus humores y colores cambiantes, auténtico a fuerza de ser personal.

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