Juan José Téllez. Escritor

"No me quito a Paco de la cabeza"

  • El autor algecireño aborda la vida de su paisano más universal en 'Paco de Lucía. El hijo de la portuguesa'. El libro se presentará en la Feria del Libro de Cádiz.

"Paco de Lucía es un personaje que interpretó Francisco Sánchez durante 66 años. Y este libro cuenta el diálogo entre la persona y el personaje; es una historia de aventuras, es una historia de superación, porque para mí Francisco Sánchez es uno de esos personajes de Charles Dickens que salen del suburbio para conquistar su sueño. El hijo de la portuguesa lo logró a través de la guitarra que, en cierta medida, formaba parte de su cuerpo, no se sabía muy bien dónde terminaba la madera y dónde empezaba la melodía, pero, tanto una como otra, eran de carne hueso, fieramente humanas". Las palabras de Juan José Téllez, impresas sobre un libro o lanzadas al aire en una conversación, llenan todo el espacio, el físico y ese, tan oscuro como luminoso, que nos da forma por dentro. En El hijo de la portuguesa está Paco de Lucía, está Francisco Sánchez, pero también, como en el cine de autor, está Téllez, en todas sus versiones. El periodista, el poeta, el novelista... Con su cámara, que es su mirada desde la esquina, dirigiendo nuestra mirada.

-Cuando usted conoció a Paco, ¿aún quedaba algo de ese hijo de la portuguesa?

-Pues aprovecho la pregunta para desmentir el albur que he visto publicado en los medios recurrentemente, eso de que yo era amigo íntimo de Paco de Lucía. Yo no me considero amigo íntimo de Paco, ni de lejos, porque creo que Paco tenía muy pocos amigos íntimos. Tenía amigos que lo acompañaron toda la vida como Carlos Rebato, José Luis Marín, otros que se le fueron uniendo muy pronto como su compadre Victoriano Mera, pero yo no formaba parte de esa intimidad que algunos me han adjudicado. Yo tuve el privilegio de tratarle más de 30 años de forma esporádica, de mantener numerosas entrevistas y de poder aproximarme a su círculo. Con todos esos matices, creo que Francisco Sánchez pervivía hasta su muerte, como su picardía infantil. La última vez que lo vi con vida fue en Fez, en el festival de música flamenca en junio de 2003, allí reconocí al hijo de la portuguesa y también en aquel Paco con el que me mensajeaba en vísperas de su muerte, y que me decía que en Cuba había encontrado cosas fascinante, como una sociedad donde no había antenas parabólicas y donde los niños tenían que jugar en la calle, de donde nunca tuvieron que irse. La patria profunda del poeta es la infancia, la niñez, y Paco, que tenía mucho de poeta, buscó durante toda su vida el retorno a aquella infancia en el barrio de la Bajadilla.

-¿La infancia como un paraíso perdido? Porque hay un pasaje donde llevan de juerga a Paco a Algeciras y parece no reconocerla.

-Es que la Algeciras mítica de Paco, la mía también, ha desaparecido. Como decía Romero Peche en la solapa de uno de sus libros, "nacido en la desaparecida ciudad de Algeciras". El crecimiento demográfico supuso un destrozo urbanístico de Algeciras, que está enclavada en uno de los parajes naturales más hermosos de Andalucía. Paco era hijo de esa Algeciras mítica, la de sus años de formación, la que giraba entorno al puerto y a la plaza alta, con sus luces y con sus sombras.

-En su libro, ¿hay un cierto tono de reproche sobre la relación de Algeciras con Paco de Lucía?

-A ver, creo que Algeciras es una ciudad muy complicada porque, como todas las ciudades apasionantes, ha tenido cierto desapego hacia las personalidades que más proyección le han dado como con José Luis Cano, el mayor y mejor crítico de la Generación del 27, o con el filósofo Adolfo Sánchez Vázquez y con el propio Paco. Hay gente que aún dice, ¿pero qué ha hecho Paco de Lucía por Algeciras? Y es que hay cierta percepción, y Paco era consciente, de que hay que ser un filántropo que cree hospitales y funde colegios. Pero Paco tituló muchos de sus temas con topónimos de Algeciras y, digo yo, que eso denotaba su querencia. De todas formas, sí es verdad que Paco reprochaba la falta de interés de la ciudad por la música y por lo que él hacía... Yo asistí al concierto de la plaza de toros de 1980, un concierto espectacular que disfrutaron menos de 1.000 personas y eso que la entrada era de 100 pesetas. También en el pregón de la feria hubo un error de los técnicos y aquello se escuchó fatal... Todo esto le amargó mucho... Pero, eso es pasado. Algeciras se reconcilió con él hace mucho tiempo, le hizo una ronda en una barriada joven, la estatua de Nacho Falgueras, se le tributó como Hijo Predilecto, y, por exigencia de Paco, allí fue donde la Universidad le nombró Doctor Honoris Causa...

-De todas las maneras posibles de abordar una vida, usted comienza el libro apuntando a la posibilidad real de que Paco no hubiera existido ya que durante el 36 detienen a su padre. ¿Es intencionada esa reflexión?

-Absolutamente intencionada. Paco pudo ser una víctima colateral de la barbarie, del terror que supuso el golpe de Estado fascista del 36. No sólo Paco, también Ramón de Algeciras, Pepe y Antonio, ninguno hubieran nacido si Luzia, armada con una pequeña María, no se hubiera pateado los despachos y cuarteles suplicando por la vida de su marido y si no le hubiera llegado la ayuda de aquel amigo. Pero quiero ser honesto con los lectores así que tampoco olvido el albur que me contó María Sánchez de que Luzia había intentado abortar a Paco y no lo logró. Por suerte, no tengo la misma opinión del derecho al aborto de las mujeres que de las funestas consecuencias de una dictadura, sea cual sea su ideología. ¡Ah! También es intencionado, porque me parecía muy poético, recordar que el cuartel donde estuvo detenido el padre de Paco ahora va convertirse en la sede del Conservatorio de Música Paco de Lucía, sin que quien lo decidiera conociera, para nada, este detalle.

-Paco y Camarón, ¿cuánto de verdad, cuánto de mentira se ha dicho sobre esa relación?

-Hombre, tanto a Camarón como a Paco yo los llamo forajidos de leyenda, porque están fuera de la ley de la ortodoxia, y como tales tienen sus propias leyendas. Con franqueza, pienso que esa relación sólo la conocieron Paco y Camarón. Ahora, en mi opinión, creo que eran hermanos de sangre, que habían hecho un juramento de hermandad en la música y en la vida. Ellos se divertían juntos, se divertían componiendo sonidos nuevos, saltando a un tablado en Alemania o yéndose sin pagar de las pastelerías vienesas. Eran dos golfos y eran dos genios y eran dos chavales jóvenes en un mundo que estaban cambiando, y eran dos hombres que decidieron mantener contra viento y marea, contra discrepancias familiares, su amistad. Creo que con Paco fueron injustos una serie de cantamañanas que intentaron calumniarlo, llamándole ratero en el funeral de Camarón, y le amargaron el luto. Pero lo más inmoral que provocó ese asunto es que ahora mismo tú y yo estemos hablando sobre Paco de Lucía y Camarón de dinero y no de magia, que es lo que realmente nos ha dado esa relación, magia, temperaturas emocionales y melodías que han formado parte de nuestra vida y que van a seguir formando parte de la vida de otros.

-¿Por qué?, ¿cómo? y ¿cuándo?, este libro

-Yo conocí a Paco en el 80 pero no lo entrevisté hasta el 82 por primera vez para Diario 16 y llené entera una cinta de cassette de esas que tenían 90 minutos pero cuando fui a transcribirla sólo había grabado 10 minutos (ríe). Pero, al margen de eso, me sentí un privilegiado. Me di cuenta que de aquella conversación, y otras que vinieron después, daban para más que una entrevista y de ahí nació Paco de Lucía, retrato de familia con guitarra que se presentó en Madrid en 1994 y tuve la suerte que me lo presentara Félix Grande y asistió Paco y Casilda Varela en un día muy especial porque era el cumpleaños de Paco. De aquel libro mi relación periodística con Paco fue cobrando fuerza, él, que era un gran tímido, me fue tomando confianza y me concedió muchas entrevistas más. En 2003 salió Paco de Lucía en vivo, que añadía nuevos matices, y la verdad es que tenía en mente cerrar ese círculo con otro libro pero cuando pasaran 10 o 20 años más, pero la muerte de Paco lo precipitó todo. Me podría haber dedicado a reeditar el libro anterior pero me apetecía hacerlo de forma diferente, de forma más narrativa, porque la vida de Paco es el guión de un biopic.

-Llegan a coger la historia los americanos y ya tendría película...

-Varias y otras tantas series televisión. Me estoy acordando que María Sánchez, la hermana de Paco, me dijo una vez: "he visto en la televisión una serie sobre los Jackson Five y, digo yo, ¿no sería mejor una serie sobre los Sánchez?".

-El lector iniciado, ¿va a encontrar algo que le sorprenda?

-Yo creo que Paco, en gran medida, jugó a ocultarse, y con este libro, por fortuna, no pretendo contar toda la realidad porque hay rincones de misterios que hay que preservar. Este libro es una aproximación a Paco de alguien que no está por encima del bien y del mal, está hecho por un escritor que ve la realidad desde una esquina de la historia, con un compromiso, con unas creencias, con unos gustos. Probablemente, hay episodios en este libro que no serán del gusto de todos, pero espero que fuera del gusto de Paco, que no me lo va a decir jamás porque ni él ni yo creíamos en la trascendencia... Pero no me quito a Paco de la cabeza, no me lo quito... No me lo quité durante todo el año de este alivio del luto particular, que ha sido escribir este libro, ni me lo quito ahora...

-La obra tiene un gran trabajo de hemeroteca, ¿cómo se ha enfrentado a tal cantidad de papel?

-La vida existe más allá de google. Por ejemplo, he tenido en mis manos dos joyas, dos entrevistas de mediados de los 70, de Paco de Lucía y dos jovencísimas periodistas, cada una por su lado, Maruja Torres y Rosa Montero. Leer cómo veían a Paco esas dos periodistas emergentes me ha divertido mucho; o leer las crónicas maravillosas de Ángel Casas en Fotogramas.

-¿Qué admiraba más de Paco?

-Su sentido del humor. Que cuando abarrotaba teatros y le aplaudían a mansalva, salía de escena y le decía a su compadre Victoriano, "otra vez los he engañado". Esa guasa era marca de la casa, le venía de la madre que le encantaban los chistes verdes y las canciones de Manolo Escobar. A mí me hacía mucha gracia una cosa que contaba Paco, una vez se montó en un taxi y el taxista le dijo "para mí es un honor que usted se suba a mi taxi, porque para mí usted es el mejor guitarrista... después de los hermanos de Escobar"...

-¿Cree que faltaron autoridades a su funeral y capillas ardientes?

-Su muerte fue una jarra de agua fría pero allí estuvieron presentes los principales ministros del toque, del cante y de la música, el consejo de gobierno de la sentimentalidad y del arte, Paco se llevaba mejor con este tipo de gobernantes. De todas formas, lo que hay conmemorar es el día de su nacimiento, que es la buena noticia.

-No quiero terminar la entrevista sin preguntarle por la portuguesa, "que llegó del Atlántico pero que tenía el carácter de una mamma mediterránea"

--Luzia era una superviviente y era la alegría en el drama. Paco y sus hermanos respetaban la severidad de Antonio pero con quien se regocijaban era con su madre.

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