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Irak, la difícil reconstrucción

  • El desafío es construir instituciones democráticas que aseguren la paz y la gobernabilidad del país.

La insurgencia fue controlada en gran parte de Irak durante el año y las tropas de Estados Unidos y británicas tienen ya fecha de partida, pero el Gobierno iraquí tendrá la tarea de reconstruir el país en el peor momento, pues la crisis económica global arrecia y el precio del petróleo se derrumba. El ministerio de Finanzas estima que se precisarán al menos 400.000 millones de dólares para reconstruir un país devastado por guerras demoledoras, sanciones internacionales y el caos que sobrevino tras la invasión liderada por Estados Unidos en 2003 para derrocar al régimen de Saddam Hussein.

En 2008, el primer ministro Nuri al Maliki acabó con los bastiones de las milicias tanto en Bagdad como en la ciudad meridional de Basora y obtuvo concesiones de Washington en un acuerdo crucial para la retirada de todas las tropas estadounidenses al final de 2011. El amplio acuerdo militar asegura a las autoridades iraquíes control sobre virtualmente todas las operaciones militares estadounidenses y establece que las tropas extranjeras deben retirarse de las ciudades y pueblos de Irak al final de junio próximo.

La retirada de unos 150.000 efectivos norteamericanos estacionados en más de 400 bases podría acelerarse por el presidente Barack Obama, que se ha comprometido a repatriar todas las tropas en un plazo de 16 meses. El grueso de las tropas británicas, por su lado, se irá a mediados de 2009 y sólo quedarán unos 400 soldados de los 4.100 desplegados actualmente en Basora.

La atención durante 2009 estará centrada en una nueva ronda de elecciones locales y generales. El desafío después de la guerra es la construcción de instituciones democráticas que permitan un futuro en paz para el país. Luchar contra la corrupción, mejorar la gobernabilidad y utilizar correctamente los ingresos son otros de los desafíos a los que se enfrenta el Gobierno iraquí.

La violencia religiosa que convulsionó a Irak en 2006 y 2007 se redujo sustancialmente después de que las milicias suníes, con unos 100.000 combatientes, se aliaran con las fuerzas estadounidenses para derrotar a la red islamista Al Qaeda. El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, mientras tanto, actuó para acabar con la milicia del Ejército del Mahdi, con 60.000 efectivos, leales al clérigo chií radical Muqtada al Sadr, atacando sus bastiones en Bagdad y Basora. El movimiento de Sadr se orientó entonces hacia obras de caridad y hacia la actividad política, y a pesar de varias manifestaciones multitudinarias no logró frenar el pacto militar con Estados Unidos, al que se opone férreamente.

Aunque la seguridad mejoró mucho en 2008, la insurgencia aún combate en algunos lugares del país, incluida Bagdad, que sufre atentados casi a diario, la mayoría contra fuerzas de seguridad. Las muertes de civiles se redujeron en dos tercios, con unos 5.700 muertos en 2008 por 16.252 en 2007, según cifras oficiales iraquíes publicadas en diciembre. Las muertes de efectivos de seguridad iraquíes cayeron a la mitad, con 785 soldados y policías muertos en 2008 contra 1.424 en 2007. Finalmente, las bajas de militares estadounidenses cayeron en dos tercios, con poco más de 300 soldados muertos en 2008 comparados con más de 900 en 2007, según el sitio web independiente icasualties.org.

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